LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
DEFENSA DE PABLO ANTE FÉLIX I
Un Comentario de Hechos 24:1-21
1-4. “Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de
los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el
gobernador contra Pablo. Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle,
diciendo: Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien
gobernadas en el pueblo por tu prudencia, oh excelentísimo Félix, lo recibimos
en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud. Pero por no molestarte más
largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad.”
Los enemigos de Pablo se tomaron su tiempo
-cinco días es un plazo largo en este caso- para organizar la acusación que
iban a presentar contra él ante el procurador según lo que les había sugerido
el tribuno que hicieran. Esos días pueden haber sido empleados por ellos en
escoger al orador más apropiado para presentar el caso ante un tribunal romano
y para instruir al abogado acerca de los cargos que debían formularse.
El texto
dice que escogieron a un abogado llamado Tértulo, de quien no se da mayor
información, pero que debe haber sido un judío helenista que por su nombre
latino era muy posiblemente ciudadano romano. (Nota 1) Esta
circunstancia, y el hecho de que él utilizara el estilo y la manera de
expresarse de los romanos, haría que el procurador lo escuchara con más
atención que si fuera un simple judío.
Vale la
pena que nos preguntemos en qué idioma se expresaría el abogado Tértulo ante el
procurador romano. ¿Acaso en latín, la lengua de los romanos? No ciertamente
sino en griego, que era la “lingua franca” usada en todo el cercano oriente
desde la conquista de Alejandro Magno tres siglos antes y que siguieron usando los
romanos al extenderse su imperio a esos territorios. Ése es el motivo, dicho
sea de paso, por el cual los evangelios fueron publicados en griego, (el de
Mateo había sido escrito probablemente en hebreo, si no en arameo) y Pablo y
los demás apóstoles escribían sus epístolas en ese mismo idioma.
La
comitiva que descendió de Jerusalén estaba presidida por el mismo sumo
sacerdote Ananías, quien vino acompañado por algunos miembros del sanedrín. Que
Ananías no pensara en delegarle esta tarea a ninguna persona muestra la
importancia que él le daba al caso contra Pablo.
Lucas
transcribe lo que debe haber sido un resumen del discurso de Tértulo, que
empieza su perorata con abundancia de palabras muy halagüeñas para el
procurador, como era práctica común en el oriente para ganarse la buena
voluntad del juez. Pero dado el contraste entre los elogios dirigidos a Félix
sobre su prudencia (2) y la supuesta
gran paz de que gozaba el pueblo gracias a él, y la brutalidad con que en los
hechos actuó Félix en varias ocasiones, esas palabras eran nada sinceras.
Para
ganarse la atención del procurador desde el principio Tértulo le advierte que
va a tratar de ser lo más breve posible en su exposición.
5-9. “Porque hemos hallado que este
hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo
el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también profanar el
templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley. Pero
interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos,
mandando a sus acusadores que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle,
podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos. Los judíos también
confirmaban, diciendo ser así todo.”
Los cargos que Tértulo presenta contra
Pablo son tres: 1) Él es un promotor de desórdenes entre los judíos por donde
quiera que vaya, es decir, dentro y fuera de Judea. 2) Es un cabecilla notorio
de la secta de los nazarenos, que era como los judíos llamaban a los seguidores
de Jesús de Nazaret (3). Nótese
que los nazarenos entonces no se habían separado de la religión judía, sino que
eran considerados una “secta”, o partido, dentro de la misma, como eran los
saduceos, o los fariseos. 3) Pablo había intentado profanar el templo aunque no
llegó a hacerlo tratando de introducir a
un no judío en el área del templo en la que los gentiles no podían entrar bajo
pena de muerte. Aquí la acusación hecha ante el tribuno ha sido modificada para
que se ajustara a los hechos que podían ser probados (4)
Tértulo
añade que cuando ellos quisieron juzgarlo de acuerdo a su ley, como creían
tener derecho, el tribuno Lisias intervino con sus soldados arrancándolo de sus
manos, diciendo que debían presentar sus cargos ante el procurador en Cesarea,
como hacía él en ese momento. Sus acusaciones fueron confirmadas, sin duda con
gran vehemencia y abundancia de detalles, por los ancianos que lo acompañaban,
mientras que el sumo sacerdote por razones de dignidad posiblemente guardaba
silencio.
Llegados a
este punto no le quedó al procurador sino dejar que el acusado presente su
defensa.
10. “Habiéndole hecho señal el
gobernador a Pablo para que hablase, éste respondió: Porque sé que desde hace
muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa.”
Pablo omite toda palabra de sobonería al
iniciar su discurso limitándose a reconocer que el procurador tiene la
autoridad para juzgar de los hechos que se le acusan, y que confía que lo hará
de manera justa. Él reconoce además que el procurador, habiendo estado al frente
de la provincia durante varios años, tiene suficiente conocimiento de la vida y
costumbres judías para apreciar sus argumentos. ¿Estaría Pablo informado de la
clase de persona que era Félix? Muy probablemente, pero él no ponía su
confianza en la justicia humana, sino en el poder de Dios que estaba por encima
de ella. (Véase mi artículo “Pablo es Enviado al Procurador Félix”)
11-13. “Como tú puedes cerciorarte, no hace
más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con
ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni
en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan.”
Brevemente Pablo niega la veracidad de los
cargos que se le hacen: Desde su llegada reciente a Jerusalén (5) él no ha estado discutiendo con nadie, ni
ha provocado un motín en ninguna parte donde él haya estado, sino se ha
limitado a cumplir con los ritos de piedad en el templo que lo trajeron a la
ciudad.
14-16. “Pero esto te confieso, que según el
Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo
todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo
esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber
resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro
tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.”
Enseguida pasa a declarar que él pertenece
efectivamente al movimiento que algunos judíos consideran una herejía dentro de
su religión (6), pero que
ellos llaman Camino (7) pues
constituye una forma de obrar rectamente según las leyes dadas por el Dios de
sus padres y confirmadas por los profetas. La mención que él hace de la ley y
de los profetas es una referencia a las Escrituras que eran entonces designadas
con esas palabras: la Torá y los profetas, en las cuales él cree fielmente.
Y conforme
a ellas, él confiesa que cree, como creen también la mayoría de los judíos
(excepto los saduceos), en que algún día, al final de los tiempos (8) Dios levantará de sus tumbas a todos los
muertos, tanto a los justos como a los injustos, (Véase Dn 12:2; Jn 5:28,29),
se sobrentiende para comparecer en juicio ante Él.
Ése es el
motivo por el cual él siempre obra de acuerdo a una conciencia limpia que no
tenga nada que reprocharle delante de Dios y de los hombres. (9)
Es curioso
que al hacer su presentación del Camino que él sigue, Pablo no mencione para
nada a Jesús, que era el fundador de ese Camino, y a quien él con todo el
corazón servía. No lo hace porque en ese momento no era oportuno.
17. “Pero pasados algunos años, vine a
hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas.”
Ésta es la única vez en el libro de Hechos
en que se menciona la colecta que Pablo trajo para los santos a Jerusalén y a
la que había dedicado tanto esfuerzo y tiempo, como puede verse por el
contenido de sus epístolas (Rm 15:25-27; 1Cor 16:1-4; 2Cor 8:1-7).
Él hace saber a Félix que ha estado mucho tiempo
alejado de Judea (“pasados algunos años”)
(10). El propósito de su venida esta vez a
Jerusalén ha sido de beneficencia, a favor de su pueblo. Él omite decir, pero
hubiera podido corroborarlo llamando a testigos, que él había venido acompañado
de un buen número de personas que procedían de las ciudades de donde los
cristianos enviaban ofrendas.
18,19. “Estaba en ello, cuando unos judíos
de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. Ellos
debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo.”
Estaba ocupado en esas cosas cuando un
grupo de judíos de Asia, que eran enemigos suyos sin que él los hubiera
provocado, esto es, sin causa, lo encontraron en el templo cumpliendo pacíficamente
el rito de purificación con los cuatro nazareos que él apadrinaba (Hch 21:26-28).
Ellos son
los que empezaron el alboroto, dice Pablo, acusándome en ese momento de algo
falso, esto es, de haber introducido en el templo a un gentil. Ellos son los
que debían estar aquí para acusarme de haber alterado el orden público. Pero su
ausencia acá es prueba de que no tienen nada que acusarme en ese sentido que
pudiera ser probado con testigos.
20,21. “O digan éstos mismos si hallaron en
mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, a no ser que
estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los
muertos soy juzgado hoy por vosotros.”
Los que han venido desde Jerusalén donde ti
no tenían tampoco nada de qué acusarme cuando comparecí ante el sanedrín por
disposición de Lisias, que quería averiguar cuál era el motivo del alboroto que
los judíos de Asia habían suscitado en el templo. La discusión que se armó en
esa sesión, y en la cual mi integridad física estuvo en peligro, se suscitó
porque yo declaré que yo era juzgado en ese momento a causa de mi creencia en
la resurrección de los muertos, de la cual yo estoy firmemente convencido (Hch
23:6).
Al
mencionar el tema de la resurrección de los muertos Pablo era posiblemente consciente
de que si bien Ananías, como saduceo que era, no creía en ella, era muy
probable que algunos de los ancianos que le acompañaban sí lo hicieran, por lo
que la mención que él hace de ese tema los inclinaría a su favor en ese momento.
Notas: 1. Tértulo,
dicho sea de paso, es el diminutivo del nombre Tertius.
2. La palabra
griega que figura en el texto en este lugar es prónoia (“saber por adelantado”) y que generalmente se traduce como
“providencia”.
3. En hebreo
y en árabe a los cristianos se les sigue llamando hoy día “nazarenos”.
4. Cuando
los sanidritas llevan a Jesús ante Pilatos presentan también una triple
acusación contra Él: 1) Pervierte a la nación; 2) Prohíbe pagar tributos al
César; y 3) Afirma que Él es el Mesías, un rey. No está de más notar que las
acusaciones que le hicieron los opositores de Pablo en Tesalónica eran
semejantes: 1) Trastorna el mundo entero; 2) Se opone a los decretos del César;
y 3) Afirma que hay otro rey, que es Jesús (Hch 17:6,7).
5. Los doce
días que él menciona son la suma de los siete días que tomó el rito de
purificación (21:27), y los cinco días que han transcurrido desde su arresto
por el tribuno (21:33).
6. La
palabra hairesis quiere decir
opinión, disciplina, o forma de culto. Viene del verbo hairéomai (escoger, elegir,
preferir) y se traduce con frecuencia como “secta” (Hch 5:17; 15:5; 24:5)
Difiere de “cisma” (Schism), que
significa “separación”. En el caso de hairesis
uno puede tener puntos de vista que difieren de la mayoría, pero
permanecer, no obstante, en el mismo cuerpo.
7. Hodos es la expresión común con la que
en el libro de Hechos se designa a la fe en Cristo y a la manera de vida que
adoptan los que siguen sus enseñanzas (cf Hch 19:9; 24:22. Véase también 16:17
y 18:25).
8. El tiempo
venidero era designado en el judaísmo por el término olam ha ba, en contraposición al tiempo presente, llamado olam ha zé. Podría condensarse el
pensamiento judío sobre el más allá de la siguiente manera (Según el Diccionario
del Judaísmo de Nicolás de Lange): Al morir las almas de los justos serán
enviadas al jardín del Edén (Paraíso), mientras que las de los impíos pasarán
por un período de castigo en el Gehinnom
(infierno). La venida del mesías será precedida por una gran crisis social y económica. Entonces retornará, según lo
anunciado, el profeta Elías y sonará una gran trompeta, y los exiliados judíos
serán reunidos en su tierra. Seguirá una guerra cataclísmica conocida como la
guerra de Gog y Magog, después de la cual el mundo será renovado en la era
mesiánica, que será una de paz y armonía. Eventualmente los muertos resucitarán
y serán juzgados junto con los que estén vivos; y los que sobrevivan al juicio
vivirán eternamente en la era futura. Puede notarse algunas coincidencias de
esta concepción con lo que exponen 1Cor 15:52; 1Ts 4:15-17; y Apocalipsis 20.
9. El tema
de la buena conciencia figura en la defensa propia que hace Pablo ante el
sanedrín para afirmar que sus enemigos no tienen nada que reprocharle (cf 23:1)
pero ocupa además un lugar importante en sus epístolas: Rm 9:1; 13:5; 1 Cor
10:25,29; 1 Tm 1:19, etc.
10. La última
vez que había estado en Jerusalén fue cinco años antes, en su apurada visita
antes de iniciar su tercer viaje misionero (18:22), lo cual descarta toda
posibilidad de que él pudiera haber estado envuelto en motines locales o en
actos de sublevación.
Amado lector: Jesús
dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26). Si tú no estás seguro de
que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te invito a
pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en
la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé
que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente y voluntariamente
muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo
quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal
que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con
tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir
para ti y servirte."
#971 (16.04.17). Depósito Legal #2004-5581.
Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima,
Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
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