LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde
M.
FEMINISMO
DE GÉNERO Y CURRÍCULO ESCOLAR I
En
estos días estamos presenciando una aguda polémica acerca del contenido de
algunos párrafos cuestionados del Currículo Escolar publicado por el Ministerio
de Educación, relacionados con el tema del género.
Para
demostrar que esta discusión no es nueva quiero abordar el tema reproduciendo,
ligeramente revisados y ampliados, tres artículos que publiqué en el diario
“Gestión” en los meses de agosto y setiembre del año 2000, es decir, hace 17
años.
El
primero, publicado el 19.08.2000, llevaba por título ¿GENERO O SEXO? ¿QUÉ PREFIERE? decía así:
Es muy
posible que el lector haya tenido que llenar recientemente uno de esos
formularios en que se le pide poner ciertos datos vitales, como nombre y
apellido, dirección, edad, y que haya visto que, en lugar del espacio
consignado anteriormente para "sexo", figura la palabra
"género", y que haya llenado el casillero correspondiente sin reparar
en el cambio de término, considerándolo como una cuestión de lenguaje. Pero no
es una simple cuestión de vocabulario. La aparición de la palabra
"género" en esos formularios tiene un profundo significado ideológico
que pretende revolucionar al mundo.
Al poner
"género" en el formulario lo que se está preguntando a la persona no
es como antes, a cuál de los sexos en que la naturaleza divide a los seres
humanos pertenece uno, sino qué rol asume, o desempeña uno en la sociedad: si
el rol llamado "masculino", o el rol llamado "femenino".
Todavía no hemos llegado al punto en que se añada algunos casilleros más para
indicar la "preferencia sexual", pero ya llegaremos. Porque esto es
lo que tienen en mente los ideólogos que se han infiltrado en los organismos
internacionales y en las mejores universidades, y que ahora están sembrando a
sus adeptos en todas las instituciones públicas y privadas del mundo.
¿Qué
pretenden los o las ideólogas del "feminismo de género"? La mayoría
de la gente está familiarizada con el "feminismo de equidad" que
buscaba crear condiciones, derechos y privilegios de igualdad entre hombres y
mujeres, lo cual es justo, bueno y muy necesario. Pero esto ya quedó atrás. El
"feminismo de género", hoy de moda, pretende borrar toda diferencia
social, y todo reconocimiento oficial de diferencia entre los seres humanos
basada en la división natural, biológica en dos sexos, creando -al final de un
proceso social revolucionario que ya está en marcha- un solo género en el que
las personas puedan escoger el comportamiento sexual que les agrade.
Conocemos
las opciones: heterosexual, homosexual, lesbiana, bisexual y transexual. Todas
igualmente válidas. Entre tanto, sostienen, la gente debe volverse consciente
de que el papel que desempeñan en la sociedad, como hombre o mujer, es
artificial y que les ha sido impuesto por una estructura patriarcal opresiva
que debe ser eliminada, para que, finalmente, a qué sexo pertenezca uno no
tenga importancia.
No vaya a
creer el lector que estoy inventando nada, o escribiendo una novela de ciencia
ficción futurista. He aquí lo que dice un libro de texto muy usado en los
programas de estudios femeninos de prestigiosas universidades americanas:
"El género es una construcción cultural, por consiguiente no es el resultado
causal, o consecuencia, del sexo, ni algo tan aparentemente fijo como el
sexo... el género en una construcción
radicalmente independiente... Por tanto hombre y masculino podrían
significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto
un cuerpo masculino como uno femenino". (Judith Butler, "El Problema del Género").
Los
hombres y las mujeres, sostienen, no sienten atracción por personas del sexo
opuesto por instinto natural, sino por un condicionamiento de la sociedad. El
deseo sexual puede dirigirse a cualquiera. Es una noción opresiva la que impone
a la mujer, o al hombre, que busque compañía en una persona del sexo opuesto. A
los prejuiciados que se oponen a esta concepción moderna se les adjudica la
chapa de "homofóbicos".
Sostiene otro
conocido texto feminista: "Cada niño es asignado al nacer a una u otra
categoría en base a la forma de sus órganos genitales. Una vez hecha esta
asignación nos convertimos en lo que la cultura piensa que cada uno es:
femenino o masculino. Aunque muchos crean que hombre y mujer son expresión
natural de un hecho genético, el género es producto de la cultura y del
pensamiento humano, una construcción social que crea la verdadera naturaleza de
todo individuo". No es pues el hecho biológico lo que determina el
género de la persona, sino las influencias del entorno.
Los
feministas de género no niegan las diferencias naturales -sería absurdo que lo
hicieran- sino afirman que ya no son relevantes. La sociedad moderna puede
prescindir de ellas y hacer prevalecer un criterio no discriminatorio,
pragmático. A los feministas de género no les basta que haya equidad entre los
sexos. Quieren que la equidad sea innecesaria, suprimiendo en la conciencia de
la gente toda diferencia originada en la naturaleza.
A todo
esto podemos contestar, citando sin ningún doble sentido, el conocido dicho
francés: "¡Viva la diferencia!". ¡Qué aburrido sería el mundo si no
existiera esa diferencia! Todos los hombres y mujeres, aun los ateos, deberían
dar gracias a Dios de que no se conformara con crear al hombre
("Adán" quiere decir "hombre") sino que le diera una
compañera, "carne de su carne y hueso de su hueso", como dice
el libro del Génesis. Los feministas de género quieren enmendarle la plana a Dios
y "desconstruir" toda diferencia entre los sexos, sustituyéndola por
un ser andrógino, que tiene de ambos, pero que no es ni lo uno ni lo otro, y
que puede tener relaciones íntimas con cualquiera, independientemente de la
forma de sus órganos sexuales. (Las citas en este artículo están tomadas
del libro de Dale O'Leary "The Gender Agenda").
El segundo artículo, titulado
FEMINISMO DE GÉNERO Y MARXISMO (02.09.2000),
decía así:
En el
artículo anterior he señalado algunos de los aspectos distintivos de esta nueva
ideología del "feminismo de género" que ha desplazado al movimiento
de liberación femenina de los años 60. En realidad no lo ha desplazado, sino
que en cierto sentido, al radicalizarse, es su continuación lógica.
Dale
O'Leary ha señalado que el feminismo de género se basa en una interpretación
neo-marxista de la historia. El siguiente
párrafo de Frederick Engels (filósofo socialista del siglo XIX, amigo de
K. Marx) es revelador: "El primer antagonismo de clases de la historia
coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en
matrimonio monógamo; y la primera opresión de una clase por otra, con la del
sexo femenino por el masculino." ("El Origen de la Familia, la
Propiedad y el Estado", publicado en 1884).
Los
marxistas clásicos, dice O'Leary, creían que el sistema de clases desaparecería
una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio (Nota 1), se aceptara la ilegitimidad de los
nacimientos, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral (este es hoy
día un punto muy importante para la meta del "empoderamiento" de la
mujer), se colocara a los niños en institutos de cuidado (cunas maternales,
diríamos nosotros) para romper el vínculo madre-hijo, y se eliminara la
religión. De esa manera la mujer sería liberada de la opresión masculina, y se
alcanzaría la ansiada igualdad entre los sexos.
Son muy
sintomáticas, a este respecto, las palabras de una de las principales ideólogas
del movimiento, Shulamith Firestone: "...Asegurar la eliminación de las
clases sexuales requiere que la clase subyugada (el sexo femenino) se alce en
revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer
la propiedad de su propio cuerpo (2), como
también el control femenino de la de la fertilidad humana...Y así como la
meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con los privilegios de
clase, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva
de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer
movimiento feminista- no simplemente acabar con los privilegios masculinos,
sino con la distinción de sexos misma..."
Según
vemos este planteamiento neo-marxista equipara la diferencia entre los sexos
con la diferencia de clases, la lucha entre las clases con la lucha entre los
sexos. El sexo femenino es la clase oprimida. Así como el marxismo quería acabar
con la dominación clasista suprimiendo toda diferencia entre las clases
sociales, el feminismo de género pretende acabar con la dominación de la mujer
por el hombre suprimiendo las diferencias entre los sexos. Hombre o mujer
significan lo mismo, porque no hay diferencia sustancial entre ambos.
Esa meta
naturalmente es utópica, porque no se puede eliminar las diferencias biológicas
naturales. Pero lo que sí se puede hacer es amortiguar en lo posible sus
consecuencias prácticas. Esto supone quitarle a la mujer aquellas
características que la distinguen del hombre, es decir
"desfeminizarla" para que pueda competir en igualdad de condiciones
con el varón. No debe llamarnos la atención que las más famosas lideresas
de este movimiento (Gloria Steinmen, Bella Abzug, por ejemplo) se jactaran de
ser lesbianas.
Puesto que
el hombre es la clase sexual dominante, la mujer debe hacerse como hombre para
incorporarse a la clase dominante y liberarse del estigma de inferioridad a la
que los rasgos distintivos de su sexo históricamente la han condenado. La
tendencia moderna de incorporar a la mujer a las fuerzas armadas y el
establecimiento de cuotas femeninas en el Parlamento, son ejemplos de la
aplicación concreta de esta ideología en el campo estatal y político.
Hay lamentablemente
algunos factores naturales que interfieren en el proceso de eliminación de las
diferencias entre hombre y mujer. Y ninguno más decisivo que la maternidad. Ya
Simone de Beauvoir había dicho que la maternidad era una terrible injusticia de
la naturaleza.
Desde la
óptica feminista actual no le faltaba razón, porque impone a la mujer cargas y
sacrificios de los que el hombre está libre y, digámoslo con franqueza, el
hombre no está dispuesto a soportar, ni está en condiciones de hacerlo. En
verdad, ¿Qué hombre estaría dispuesto a soportar las incomodidades y
limitaciones del embarazo? ¿Qué hombre estaría dispuesto a soportar los dolores
de parto en lugar de su mujer? Es una mentira descomunal aquello de que la
mujer es el sexo débil. La mujer, en muchos sentidos, es mucho más fuerte que
el hombre.
Para
liberar pues a la mujer de las trabas que frenan su desarrollo, sostienen que es
necesario eliminar en lo posible la maternidad. Por eso la insistencia, yo
diría mejor, la fijación feminista, en la difusión de los métodos
anticonceptivos, y en el derecho al aborto cuando los primeros fracasan.
El
movimiento de liberación femenina había sido inicialmente contrario al aborto,
pues lo consideraba un instrumento de opresión machista. Pero a mediados de la
década del 60 los directivos de la Asociación Promotora de la Legalización del
Aborto (NARAL en inglés) convencieron a Gloria Steinmen de que la mujer sólo
podía acceder al mercado laboral en igualdad de condiciones con el hombre,
cuando se restringieran al mínimo las licencias y otros privilegios que la
maternidad otorga a las mujeres, y que las empresas de mal grado les conceden. Y
que era por ello necesario liberalizar las leyes sobre el aborto para que la
mujer que trabaja pudiera liberarse a voluntad de las limitaciones de la maternidad. En realidad lo que se les
proponía era una concesión increíble a la codicia e insensibilidad de los
empleadores, pero las lideresas feministas cayeron en la trampa y pasaron a
convertirse en las fuerzas de choque de la milicia abortista.
El segundo
gran obstáculo de la liberación femenina es la familia tradicional, por el rol
sometido que, dicen, impone a la mujer. De eso hablaremos en una próxima
oportunidad.
Notas: 1. Al triunfar la revolución comunista en
Rusia en 1917, Lenin introdujo en la legislación rusa el divorcio a simple
pedido de uno de los cónyuges. El caos que se produjo fue tan gran que tuvo que
dar marcha atrás, y abolir esa medida.
2. Eso supone postular que si está
embarazada, el feto que lleva en su seno es parte de su cuerpo, y puede hacer
con él lo que quiera.
Para terminar quisiera
expresar mi sorpresa ante la virulencia con que en ciertos medios se ataca a
los que han mostrado su oposición a ciertos términos del nuevo currículo
escolar. Se les trata de “fanáticos”, de “fundamentalistas” y “reaccionarios”. Se
les acusa de promover una confrontación entre liberales y conservadores con
fines siniestros, e incluso de promover el establecimiento de un estado
totalitario, donde la libertad individual sea recortada. Es cierto también
lamentablemente, que por el lado de los opositores al currículo, ha habido
quienes han usado términos intolerantes e inadecuados, que hacen daño a la
causa que pretenden defender.
Detrás de todo esto, sin
embargo, no podemos menos que discernir en algunos articulistas un ateísmo
militante que rechaza toda injerencia en la vida de nuestra sociedad de la
noción de “dios”, así con minúscula. ¿Cuánto tiempo tolerará Dios a los que así
se expresan?
Amado lector: Si tú
no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios,
yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo una sencilla
oración:
"Jesús, tú
viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los
hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón pero quiero
recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que
he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu
sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para
ti y servirte."
#967
(19.03.17). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección:
Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
1 comentario:
Estimado jose. me he encontrado con su pagina y le escribo para felicitarle.sus tema son son muy interesantes he aprendido atraves de ellos.mi nombre es Gerardo Fuentes y soy pastor Evangelico aca en mexico.un abrazo y bendiciones.
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