LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
MANANTIAL DE VIDA ES
LA BOCA DEL JUSTO
Un Comentario de
Proverbios 10:11-15
En esta sección
los versículos 11,13 y 14 tratan acerca de la boca, que es el órgano por medio del cual el hombre expresa lo que tiene
en su interior, y manifiesta su sabiduría o su necedad. En el libro de
Proverbios, la boca, la lengua y los labios asumen un rol protagónico.
11a. “Manantial de vida (Nota 1) es la boca del justo…” por lo que dice a
otros, edificándolos, y por lo que confiesa para sí mismo y los suyos. Al ser
un manantial de vida el justo tiene en su boca palabras que provienen de la
fuente de aguas vivas que es la boca del Señor (Jr 2:13; 17:13).
El vers. 15:4a
describe una cualidad de la boca del justo, al decir que es “apacible” (esto es, llena de paz) y que
es “árbol de vida” para muchos, que
es como si dijera “fuente de vida”, porque está en condiciones de guiar a la
verdad a los que la ignoran.
El vers. 10:21a dice que los labios
del justo apacientan, es decir, alimentan a muchos, esto es, a los que le
escuchan, que son confortados, consolados, o enseñados por él (15:7a). Todo
ello apunta al hecho de que, estando lleno de Dios, porque vive en unión con
Él, el justo es un instrumento que Dios usa para llevar su mensaje a los que
ama, y consuelo a los que más lo necesitan.
El salmo 36.9 dice que
con Dios está “el manantial de la vida”,
de cuyo torrente delicioso beben los hijos de los hombres; lo cual nos remite
al bello pasaje en Ezequiel 47:1-12, en el que el profeta describe el río de
aguas salutíferas que brotan por debajo del umbral del templo, y que van
creciendo hasta formar un río anchuroso en cuyas riberas crecen árboles
frutales, cuyas hojas nunca caen (cf Sal 1:3).
Pero no sólo la boca
del justo es manantial de vida. También lo son “la ley del sabio” (Pr 13:14), y “el temor de Jehová” (14:27),
que hacen que el hombre se aparte de los lazos de la muerte.
Es un privilegio del
cristiano que busca a Dios mañana, tarde y noche, que su boca sea un manantial
de vida para los que andan desorientados y sin esperanza, tropezando a cada
rato con las piedras que el enemigo coloca en su camino.
Jesús dijo que del interior
de los que creyeran en Él “fluirían ríos
de agua viva” (Jn 7:38; 4:14) la que por tener como fuente al Espíritu
Santo que lo representa, calmaría la sed espiritual de muchos, reviviéndolos y
refrescándolos.
La segunda línea contrasta
con la primera:
11b. “Pero violencia cubrirá la boca de los
impíos,” porque de ella sólo
salen palabras perniciosas, ofensivas y dañinas para los que la oigan.
Alternativamente algunos traducen
este estico así: “La boca del impío cubre
(o esconde) (la) violencia” que trama
contra otros. Aquí vemos un contraste: El justo es fuente de vida para sus
semejantes con sus palabras, mientras que el impío complota contra su prójimo,
ocultando sus intenciones, como hizo Judas al traicionar a Jesús con un beso (Mt
26:48,49); o como Joab, que mató a Abner fingiendo que quería conversar con él
(2Sm 3:22-29).
12. “El odio despierta rencillas (29:22a); pero el amor cubrirá
todas las faltas.”
Podría completarse
así: El odio despierta rencillas, por aun la menor falta y si no las
encuentra las inventa, chismeando y difundiendo sospechas y calumnias para
azuzar los celos y las rivalidades. En cambio el amor cubrirá todas las faltas,
por lo cual no despierta rencillas, sino es, al contrario, conciliador y
pacificador.
“El amor cubrirá todas las faltas…” porque no las anda divulgando sino, más bien, las disimula
para que no surjan conflictos entre las personas que puedan sentirse afectadas.
Pr 15:18 presenta otro
aspecto de este principio: “El hombre
iracundo promueve contiendas, mas el que tarda en airarse (porque es
paciente) apacigua la rencilla.” Son
dos maneras de obrar completamente distintas, y que tienen efectos opuestos: Uno
puede terminar en derramamiento de sangre, el otro lleva al abrazo conciliador.
Pr 16:27 y 28 califican
de perverso al contencioso, y agrega que en sus labios hay una llama de fuego.
Un nefasto papel semejante cumple el orgulloso, el que es “altivo de ánimo” (Pr 28:25).
¿Lo hace acaso el humilde? Al
contrario, el humilde rara vez suscita contiendas; y suele ser, más bien, instrumento
de paz. ¡Cómo es Dios deshonrado cuando los creyentes andan en peleas y
rivalidades! ¡Cuán contraria es su conducta a la de su Maestro, que era “manso y humilde de corazón”! (Mt 11:29). Aprendan de su Maestro, y
darán gloria a Dios con su comportamiento.
En otro lugar se dice
que “el que cubre la falta busca amistad”
(Pr 17:9). Eso es bueno y encomiable, con tal de que no se convierta en
complicidad. Porque ¿cómo podría nadie conservar el afecto de su amigo si anda
divulgando sus defectos? Al contrario, el que perdona graves agravios, como
hizo José con sus hermanos, compromete su gratitud y su afecto (Gn 45:4-8).
En Gn 9:20-23 tenemos
el caso concreto de una falta cubierta por cariño filial, cuando, al beber vino
por primera vez, Noé se embriagó, y sus hijos Sem y Jafet, cubrieron la
desnudez de su padre, caminando de espaldas para no verlo.
"El
amor cubrirá …" El hecho de que el apóstol Pedro cite este proverbio (1P4:8)
ha sido objeto de controversias, pues afirma que el que ama no ve las faltas de
aquel a quien ama o, al menos, no le da importancia. O, mejor aún, es
indulgente, las perdona, no las toma en cuenta, (cf 1 Cor. 13:5), que es el
verdadero sentido de “cubrir”; en contraste con el que odia, que no solamente
las hace resaltar, si no que anda rebuscando qué reprochar al que odia.
Según algunos, al
citar este proverbio Pedro le da otro sentido: al que ama le son perdonados
muchos pecados, en mérito de su amor, lo cual concuerda con las palabras de
Jesús en el episodio de la pecadora: “Sus
muchos pecados le son perdonados porque amó mucho”. (Lc 7:47). Pero la
primera interpretación es la más natural.
13.
“En los labios del prudente se halla
sabiduría; mas la vara es para las espaldas del falto de cordura.”
Aquí
el contraste consiste en que mientras que el prudente edifica y enseña a otros
con la sabiduría que Dios le ha dado, y suscita respeto, cuando no admiración,
por la utilidad de sus consejos, el que es “falto
de cordura”, es decir, el que carece de sabiduría, hace daño con las
necedades que atrevidamente profiere su boca, y necesita ser corregido –si es
necesario, castigado físicamente- si persiste en su terquedad, a fin de que
aprenda a razonar convenientemente.
El rey
Salomón, y su hijo y sucesor, Roboam, ilustran muy bien el contraste que expone
este proverbio. Mientras que en los labios del primero se hallaba sabiduría, y
por eso de todo el mundo venían a escucharlo (1R 10:1,8), al suceder Roboam a
su padre en el trono, en lugar de escuchar los consejos prudentes de los
ancianos que habían estado con su padre, prefirió seguir la opinión de los
jóvenes con los cuales se divertía. Su actitud necia provocó que más adelante
se rebelaran contra él las diez tribus del norte, y se produjera la división
del reino, hecho nefasto que fue para él como una vara para sus espaldas (1R
12:8-19), y una catástrofe para el pueblo elegido. Pero si él hubiera sido
castigado de pequeño con vara, algo que quizá Salomón omitió, pese a que lo
aconseja (Pr 19:29; 22:15; 26:3; 29:15), quizá no se hubiera comportado como un
necio al heredar el trono de su padre.
La Versión
Autorizada inglesa (KJV) traduce así: “En
los labios del que tiene inteligencia (entendimiento)
se halla sabiduría.” (2) Esto
es necesariamente cierto si se trata de alguien que conoce y entiende las
verdades divinas del Evangelio, porque las ha experimentado y son parte de su
vida. De su boca brotarán dichos y consejos que iluminen el camino de los que,
a su vez, buscan la sabiduría (Sal 37:30).
Los labios prudentes
son en verdad una joya más valiosa que el oro y las piedras preciosas (Pr 20:15),
porque sus consejos sabios pueden librar de la muerte, o de cometer serios
errores, a los que los escuchan. Por eso dice bien el proverbista:
“En
los labios del prudente se halla sabiduría.” El que es prudente medirá sus
palabras para no ofender, para no chocar, para no exponerse a sí mismo ni a sus
amigos, para no decir más de lo necesario. Como está acostumbrado a mirar las
dos o más caras que presenta un asunto, su opinión será siempre esclarecedora;
y si es buen conocedor de las personas, ayudará a escoger bien a sus
colaboradores.
La segunda
línea contrasta con la primera en el sentido de que describe las consecuencias
que recaen sobre el que carece de sabiduría. Si fuera un caso de paralelismo
antitético el segundo estico diría: “En los labios del falto de cordura está la
necedad”. Pero sería demasiado obvio. Por eso opone a la constatación primera
los efectos de la carencia de sabiduría.
Algo
semejante ocurre con el proverbio siguiente, que es también un caso de
paralelismo antitético, donde el segundo estico describe la posible
consecuencia de la negación del primero. Los sabios atesoran, es decir, guardan
bajo siete llaves y acumulan en sus mentes la sabiduría para no fallar, mientras
que lo que el necio enseña, o aconseja, traerá una desgracia al que sigue sus instrucciones.
El segundo estico podría decir: “Pero los necios atesoran necedad”. El autor lo
omite y pasa a la consecuencia de la necedad. ¿Por qué dice: “la boca del necio”? Porque el necio
suele enredarse en sus propias palabras.
14. “Los sabios guardan la sabiduría; mas la boca del necio es calamidad
cercana.”
“Guardar” quiere decir
“conservar”, “atesorar”. (Ellos son sus depositarios y los que la transmiten). Pero
también quiere decir “obedecer”, o “cumplir”, lo que se aplica a los que se dejan
guiar por ella, y como consecuencia, llevan vidas prósperas y tranquilas.
¿Por qué yuxtapone la conducta del
sabio a la boca del necio? Porque mientras que el sabio suele guardar silencio mientras
no le pregunten, el necio proclama su necedad a los cuatro vientos, y lo que él
proclama es el anuncio de lo que va a hacer y que le traerá a él, y a los que
puedan estar involucrados con él, grandes desgracias. Su boca es calamidad
cercana para los despistados que lo escuchen y sigan sus equivocados consejos. La
boca del sabio, en cambio, traerá bendición a los que siguen sus enseñanzas.
Dice que los sabios atesoran (así la
KJV) sabiduría oyendo y leyendo la palabra de Dios, y meditando en ella, de
manera que puedan instruir y aconsejar a otros en el momento oportuno (cf
Mt:13:52). Salomón dedicó los tiempos de ocio que le permitían la
administración de su vasto reino a investigar y conocer todo lo que se hace
bajo el sol (Ecl 1:13) para poder transmitir sus conocimientos a otros. Eso lo
hizo desde su juventud con la diligencia de la hormiga (Pr 6:6-8), por lo cual
llegó a ser conocido como el hombre más sabio que había en la tierra.
Tenemos en las Escrituras dos
ejemplos que ilustran la verdad contrastante de este proverbio. Timoteo, que perseveró
en las verdades que le fueron enseñadas de niño (2Tm 3:14,15). El mago Elymas,
que trató de impedir que el procónsul de la isla de Pafos oyera la palabra de
Dios en la que deseaba ser instruido, por lo cual el apóstol Pablo lo reprendió
severamente, y quedó ciego durante un tiempo (Hch 13:6-10).
15. “Las riquezas del rico son su ciudad
fortificada; y el desmayo de los pobres es su pobreza.”
Son las riquezas las
que hacen fuerte al rico, y es la pobreza la que hace débil al pobre. El dinero
otorga al que lo posee influencia y respeto (Gn 23:6), y atrae muchos amigos
(Pr 19:4), cuya amistad, sin embargo, puede ser sólo interesada (19:6). Además,
el rico se defiende de los ataques ajenos con su dinero, del que se dice que es
un escudo (Ecl 7:12). En muchos sentidos, gracias a su dinero está libre de las
limitaciones y penurias que sufren los pobres. Por su pobreza el pobre no puede
pagar abogados que le defiendan, ni médicos y remedios que lo curen, y en su
desventura se vuelve odioso para sus amigos (14:20) y hasta para sus hermanos
(19:7). ¡Cuán traicionero y falso es el mundo alejado de Dios! ¿Les parece que
eso no es posible en nuestros días? En Lima debe haber por lo menos un millón
de personas en esa condición, y quizá me quede corto.
No obstante, Santiago
nos recuerda que Dios ha elegido “a los
pobres de este mundo para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha
prometido a los que le aman” (St 2:5). Y Jesús mismo nos dio ejemplo al
nacer y vivir en la pobreza (Lc 2:7; Mt 8:20). Pero en su misericordia cuando
lo considera oportuno Dios “levanta del
polvo al pobre… para hacerlo sentar con los príncipes de su pueblo.” (Sal
113:7,8)
Pr 18:11 completa el
significado de la primera línea de este proverbio (“Las riquezas del rico…) diciendo “y como un muro alto en su imaginación.” El rico se imagina que su
dinero lo protege de toda desventura, pero ¿acaso lo libra de enfermedades, o
de disputas familiares? Al contrario, pudiera ser que su fortuna atice
rivalidades entre sus futuros herederos, y que eso le amargue la vida. Por eso
el salmista aconseja a los ricos no poner su confianza en las riquezas (Sal
62:10b), porque no lo librarán en el día de la ira (Pr 11:4). ¿Hay alguien que
pueda sobornar a Dios?
Hay cosas en la vida que
tienen mucho más valor que las riquezas como, para comenzar, el conocer a Dios
(Jr 9:23,24). Por ello Pablo también aconseja a los ricos no poner su confianza
en las riquezas, que son inciertas (1Tm 6:17), sino que, más bien, sean ricos
en buenas obras (v. 18).
De otro lado, la
pobreza no impide al pobre gozar de la gloria futura, ni la riqueza asegura que
se gozará de ella, como nos muestra la historia del rico y del mendigo Lázaro
(Lc 16:19-21). Más bien Jesús dijo: “es
más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el
reino de Dios” (Mt 19:24).
Como bien dice Ch.
Bridges, ambos estados, la riqueza y la pobreza, tienen sus tentaciones y
limitaciones propias (Pr 30:8,9; 1Tm 6:9,10). La mejor defensa contra ellas
está en que los ricos sean “pobres en
espíritu” (Mt 5:3; Jb 1:21), y que los pobres sean ricos en la fe (St 2:5;
1Tm 6:6-8).
Notas: 1. Curiosamente macor
jayim (esto es “manantial de vida”) es en hebreo el nombre de la gran aorta
de donde sale del corazón la sangre que irriga todo el cuerpo y le da vida.
2. Ya
hemos visto que inteligencia no es lo mismo que sabiduría. Véase el comentario
al vers. 10:1 en mi artículo “El Hijo Sabio Alegra al Padre”.
Amado lector: Jesús dijo: “¿De
qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26) Si tú
no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios
por toda la eternidad, yo te exhorto a adquirir esa seguridad, porque no hay
ninguna seguridad que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te
invito a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle humildemente perdón a
Dios por ellos, diciendo:
Jesús, Yo sé que tú moriste por mí en expiación de mis pecados y
que me ofreces gratuitamente tu perdón. Aunque soy consciente de que no lo
merezco, yo lo acepto y te ruego que laves mis pecados con tu sangre. Entra en
mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.
#930 (19.06.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José
Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel
4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
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