LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
HAY BENDICIONES SOBRE LA
CABEZA DEL JUSTO
Un Comentario de Proverbios
10:6-10
El original del
vers. 6a dice: “Bendiciones (bajan) sobre
la cabeza del justo.” El sentido de la segunda línea sería: La violencia
revierte sobre la cabeza del impío que la instigó y lo hace callar. El sentido
primario de este proverbio antitético sería pues: La gente bendice al justo,
pero los impíos serán insultados y despreciados, de modo que la vergüenza cubra
su boca. Este proverbio y el siguiente están ligados por la palabra “berajá” (bendición) que figura en ambos.
La expresión de que hay algo “sobre la cabeza” de alguien quiere
decir protección, pero también la inminencia de recibir cosas buenas (Gn
49:26), eventualmente también recibir cosas malas (como cuando se habla de la
espada de Damocles que pende sobre la cabeza de alguno).
El justo cuenta con la protección de
Dios. Eso es ya una gran bendición. Pero dice “bendiciones”, en plural, lo que indica que son muchas y de muchas
clases. Dios es “galardonador de los que le buscan” (Hb 11:6), y le sirven.
Las bendiciones que recibe el justo son de naturaleza temporal (Dt 28:1-8) y
espiritual (Is 32:17); provienen del hombre (Pr 16:7; Jb 29:11-13) y de Dios
(Mt 5:3-12).
Pero nótese que todo lo que viene sobre
la cabeza de alguno suele ser visible a todos. Esto es, la recompensa del justo
no permanece oculta, aunque una parte del premio que reciba sea de naturaleza
íntima, personal. Recuérdese asimismo que la imposición de manos, que es una
fuente de bendición, se hace sobre la cabeza.
La expresión “cubrir la boca”, o “el
rostro” (que aparece también en el vers. 11b) debe haber tenido un
significado preciso en Israel, posiblemente asociado a tener vergüenza (Sal
44:15; 69:17). Nosotros podemos especular sobre su significado, por analogía.
Tapar la boca de alguien equivale a dejarlo callado. Pero aquí debe significar
que la violencia abrumará a los impíos en pago de sus obras, como ocurrió con
Amán, a quien le cubrieron el rostro antes que fuera condenado a ser colgado en
la horca que él había preparado para Mardoqueo (Est 7:8-10).
Cuando Pedro en el huerto de Getsemaní
hirió con una espada a un criado del sacerdote en un vano intento de evitar que
arresten a Jesús, éste le dijo: “todos
los que tomen espada, a espada perecerán” (Mt 26:52), de donde viene el
refrán “El que a hierro mata, a hierro muere”. Es decir, cosechará la violencia
que ejercieron sobre otros. Aquí también Dios paga a cada cual según sus obras
(Jb 34:11; Sal 62:12; Jr 17:10; Mt
16:27; Rm 2:6; Ap 2:23). (Nota 1)
Un impío pacífico, no violento, es una imposibilidad.
Pero el justo sí es ambas cosas. Por eso el justo no hereda violencia, sino
paz. Esto es, cosecha lo que sembró. Valdría la pena agregar que al impío la
violencia no lo afecta tanto como al justo, porque es el clima en el cual está
acostumbrado a vivir. Por eso sabe muy bien contraatacar y defenderse, y
reacciona a la agresión mejor que el justo. La versión de la Septuaginta (LXX),
“duelo prematuro cubrirá la boca de los
impíos”, apoya mi explicación.
El segundo estico de este proverbio es
idéntico al del vers. 11. La diferencia está en que en el vers. 11 “boca” juega
con “boca”, mientras que en el vers. 6 la oposición es entre “cabeza” y “boca”.
El sentido primario del proverbio es bastante obvio y claro: Mientras que a los
justos les esperan bendiciones, a los impíos les aguardan violencias. Es el
pago normal a los hechos de cada uno. El papel que juega aquí “cabeza” es
también claro: lo que viene de arriba, en sentido espiritual o material, se
recibe sobre la cabeza y la cubre. Es cierto que la violencia no viene necesariamente
siempre de arriba, sino del mundo mismo que nos rodea. Es apropiado pues que
cubra la boca. Pero lo es también porque el impío es violento no sólo con sus
manos y brazos; lo es también con la boca. Es justo que reciba el castigo ahí
por donde peca. En efecto, la violencia verbal puede golpear tanto como la
física: “Hay hombres cuyas palabras son
como golpes de espada”. (Pr 12:18) ¿Quién no lo ha experimentado alguna
vez?
7. “La memoria del justo será bendita; mas el
nombre de los impíos se pudrirá.”
La idea es afín a la
del proverbio anterior. Aún muerto el justo será bendecido, de manera que su
recuerdo se mantiene vivo (Sal 112:6b), y sirve de ejemplo a otros. Como fue el
caso del rey Josías, que fue llorado por su pueblo y fue endechado por
Jeremías, y por los cantores del pueblo (2Cro 35:24,25). En cambio, “el “nombre de los impíos” se borrará de
la memoria del pueblo. Nadie se acordará de ellos (Jb 18:17; Sal 109:13; Jr
22:18,19). Dicho de otra manera, así como se pudre el cadáver del impío en la
tumba, se pudre su nombre en la memoria del pueblo.
El contraste en este proverbio es claro: la fama del justo perdura;
el nombre del impío no perdura, sino pronto se olvida; no su fama, porque no la
tiene, o no la tiene buena; o a lo sumo, tiene mala fama. Pero hay más: lo que
se pudre desprende mal olor. Algo parecido ocurre con el nombre del impío,
porque hasta a sus parientes avergüenza. La gente gusta de recordar los hechos
buenos y heroicos porque los inspiran y les levantan el ánimo. Recordándolos la
gente alaba y bendice la memoria del justo. Se le levanta monumentos y se pone
su nombre a las calles. Pero nadie quiere acordarse de las maldades del impío.
Un ejemplo patente de distinta fama es el caso del apóstol Pablo y del
emperador Nerón. Como relata el libro de los Hechos (25:10-12; 27:1,2), Pablo
fue llevado a Roma para ser juzgado por el tribunal del César. Aunque no se
conocen los detalles del juicio al que fue sometido, él dice que aprovechó su
defensa para predicar a los presentes el Evangelio, y de esa manera fue librado
de la boca del león (2Tm 4:17). Su renombre no se ha extinguido hasta hoy. En
cambio, la violencia cubrió la boca del emperador perseguidor de cristianos,
pues, perseguido a su vez, acusado de haber incendiado Roma acabó suicidándose.
Otro caso patente de destino contrastante, como señala Cesáreo de
Arlés, es el de Juan Bautista y de Herodes Antipas, el tetrarca, que lo mandó
matar para complacer a su sobrina Salomé (Lc 3:19,20; Mr 6:14-28). Mientras que
el precursor de Jesús sigue siendo recordado con respeto y admiración, y su
insobornable valentía es un ejemplo para muchos, Antipas, después de sufrir una
grave derrota militar, fue acusado de conspirar contra los romanos, fue
depuesto y murió en el exilio.
M. Henry muy apropiadamente apunta: Entre los cadáveres del justo y
del impío en la tumba no hay diferencia, pero entre las almas de uno y otro en
el mundo espiritual sí la hay, y muy grande.
8. “El sabio de corazón recibirá los
mandamientos; mas el necio de labios caerá.” (2)
Hay corazones sabios
y bocas necias. La sabiduría del justo reside en su corazón, y por eso es
discreto. En cambio, la boca delata al necio, porque habla lo que no debe. El
Sirácida anota: “El necio tiene la mente
en sus labios; el sabio tiene sus labios en la mente.” (21:26). Esto es,
mejor piensa antes de hablar, no después.
Si este proverbio es un caso de paralelismo contrastante, ¿en qué
consiste la oposición de ambos esticos? Entre “recibir los mandamientos” y
“caer” no hay un contraste adecuado. Para que lo haya, la segunda frase debe
ser completada con la idea sobreentendida: “mas
el necio de labios caerá porque no los recibe”.
En esta sección hay cuatro versículos (6-9) que contrastan la
suerte del justo con la del impío, aunque en los dos últimos los términos “justo”
e “impío” están reemplazados por la descripción de la característica de ambos que
se quiere destacar: ser sabio de corazón y caminar en integridad, en el caso
del primero; y el que pervierte sus caminos, en el caso del segundo. Uno y otro
cosecharán lo que sembraron.
En el versículo que nos ocupa vemos que ya que, como dijo Jesús, “de la abundancia del corazón habla la boca”
(Mt 12:34), el necio de labios no es sabio de corazón, y viceversa, el que no
es sabio de corazón es necio de labios. Ambas cosas, necedad de labios y
sabiduría de corazón, se excluyen. Pero el necio de corazón es también necio de
labios; y el sabio de corazón es prudente al hablar.
El necio de labios es el que habla demasiado y no contiene su
lengua, y por eso dice cosas que no conviene, con malas consecuencias para sí,
o para otros. O pudiera ser que en su acaloramiento ofenda a su interlocutor.
Hace lo contrario de lo que afirma el vers. 10:19b: “El que refrena sus labios es prudente.” Los que desprecian la
sabiduría son víctimas de su propia insensatez.
El sabio de corazón, el hombre entendido, recibe, es decir, acoge
los mandamientos, y los pone en práctica, y por eso será bendecido por Dios (Pr
1:33). Pero el que no los recibe, cuya necedad se manifiesta en sus palabras,
no prospera (Pr 10:14).
9. “El que camina en integridad anda confiado;
mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.”
"Anda confiado" (c.f. 28:1b), porque su conciencia no lo acusa. Por ese motivo no necesita
temer que alguien venga a reprocharle su inconducta, o alguna falta; y además,
porque sabe que Dios lo protege. ¡Qué contraste con el impío que "huye sin que nadie lo persiga”!
(28:1a).
Algunas versiones traducen la
segunda línea así: “será descubierto” o “conocido”,
lo que quiere decir que aunque aparente vivir honestamente, tratando de
engañar a Dios y a su prójimo, en algún momento de descuido se traicionará, y
se le verá tal cual es.
Hay en verdad sólo dos maneras de
conducirse en la vida: rectamente, o de manera torcida. Ambas llevan a
resultados y destinos opuestos.
La versión “Dios Habla Hoy” se toma
la libertad de dar como traducción de este versículo dos refranes conocidos:
“El que nada debe, nada teme” y “El
que mal anda, mal acaba” que, en efecto, reflejan su sentido, pero no son una
traducción propiamente dicha.
En el Antiguo Testamento tenemos dos
personajes que caminaban en integridad delante de Dios, y a quienes Él distingue:
Abraham (Gn 17:1) y Job (Jb 1:8). No que fueran perfectos, porque ningún hombre
lo es, pero su voluntad estaba siempre orientada hacia el bien. Dios ha
prometido que los que así viven, gozarán de su protección (Pr 2:7,8; Sal 84:11;
Is 33:15,16). Ha prometido además que Él escuchará sus oraciones (1Jn 3:21,22) y
que su final será feliz (Sal 37:37). ¿Está tu voluntad siempre orientada hacia
el bien? Más te valga.
Además de los dos ejemplos ya
mencionados, tenemos el caso de dos personajes cuyas vidas ilustran los
destinos opuestos que menciona este proverbio: José, que mantuvo su integridad
pese a las severas pruebas a las que fue sometido (Gn 39); y Siba, que con
engaños y calumnias obtuvo el favor del rey (2Sm 16:1-4; 19:24-30).
Otro caso notable de contraste es el
del rey David, de quien Dios mismo dio testimonio de que caminó en integridad
(1R 9:4), y cuyo corazón era conforme al corazón de Dios, pese a sus
debilidades humanas (1Sm 13:14; Hch 13:22); y su hijo Absalón, que se rebeló traicioneramente
contra su padre, y tuvo una muerte ignominiosa (2Sm 18:14,15).
10. “El que guiña el ojo acarrea tristeza; y el
necio de labios será castigado.”
Aquí hay un
contraste entre el que acarrea males a su prójimo (cf vers. 23a), y el que se
los causa a sí mismo. Guiñar el ojo ha sido siempre una manera de comunicarse a
escondidas, casi secretamente, ocultando una mala intención, sea el propósito
de seducir, o el asentimiento a ese mal deseo. O pudiera ser una señal
convenida entre delincuentes para perpetrar algún delito (Véase Pr 6:13-15; cf
Sal 35:19). El Sirácida dice al respecto: “El
que guiña el ojo trama algo malo, y nadie lo apartará de ello.” (27:22, vers.
Schökel). El que es enemigo de Dios, suele ser enemigo de su prójimo, apunta
Ch. Bridges.
No creo que sea necesario hablar nuevamente aquí del “necio de labios”, porque ya se ha dicho
bastante al respecto al comentar el vers. 8. La segunda línea de este proverbio
es casi una repetición del vers. 8b. Por eso algunas versiones, traducen la
segunda línea siguiendo a la Septuaginta: “El
que reprende osadamente procura la paz.”
Notas: 1. Éste es el principio bíblico que con más frecuencia aparece en sus
páginas. Por tanto, deberíamos tenerlo muy en cuenta: Dios cuidará de que todos
cosechemos, en esta vida o en la otra, el fruto de lo que sembramos.
2. La palabra “necio” (ewil en hebreo) aparece un gran número
de veces en el Antiguo Testamento, y de
ellas la mayor parte en el libro de Proverbios. Según algunos “granuja” sería
una traducción más apropiada.
Jesús, Yo sé que tú moriste por mí en expiación de mis pecados y
que me ofreces gratuitamente tu perdón. Aunque soy consciente de que no lo
merezco, yo lo acepto y te ruego que laves mis pecados con tu sangre. Entra en
mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.
#929 (12.06.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde
M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218.
(Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
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