viernes, 6 de enero de 2017

HAY BENDICIONES SOBRE LA CABEZA DEL JUSTO

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
HAY BENDICIONES SOBRE LA CABEZA DEL JUSTO
Un Comentario de Proverbios 10:6-10
6. “Hay bendiciones sobre la cabeza del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos.”

El original del vers. 6a dice: “Bendiciones (bajan) sobre la cabeza del justo.” El sentido de la segunda línea sería: La violencia revierte sobre la cabeza del impío que la instigó y lo hace callar. El sentido primario de este proverbio antitético sería pues: La gente bendice al justo, pero los impíos serán insultados y despreciados, de modo que la vergüenza cubra su boca. Este proverbio y el siguiente están ligados por la palabra “berajá” (bendición) que figura en ambos.
La expresión de que hay algo “sobre la cabeza” de alguien quiere decir protección, pero también la inminencia de recibir cosas buenas (Gn 49:26), eventualmente también recibir cosas malas (como cuando se habla de la espada de Damocles que pende sobre la cabeza de alguno).
El justo cuenta con la protección de Dios. Eso es ya una gran bendición. Pero dice “bendiciones”, en plural, lo que indica que son muchas y de muchas clases. Dios es “galardonador de los que le buscan” (Hb 11:6), y le sirven. Las bendiciones que recibe el justo son de naturaleza temporal (Dt 28:1-8) y espiritual (Is 32:17); provienen del hombre (Pr 16:7; Jb 29:11-13) y de Dios (Mt 5:3-12).
Pero nótese que todo lo que viene sobre la cabeza de alguno suele ser visible a todos. Esto es, la recompensa del justo no permanece oculta, aunque una parte del premio que reciba sea de naturaleza íntima, personal. Recuérdese asimismo que la imposición de manos, que es una fuente de bendición, se hace sobre la cabeza.
La expresión “cubrir la boca”, o “el rostro” (que aparece también en el vers. 11b) debe haber tenido un significado preciso en Israel, posiblemente asociado a tener vergüenza (Sal 44:15; 69:17). Nosotros podemos especular sobre su significado, por analogía. Tapar la boca de alguien equivale a dejarlo callado. Pero aquí debe significar que la violencia abrumará a los impíos en pago de sus obras, como ocurrió con Amán, a quien le cubrieron el rostro antes que fuera condenado a ser colgado en la horca que él había preparado para Mardoqueo (Est 7:8-10).
Cuando Pedro en el huerto de Getsemaní hirió con una espada a un criado del sacerdote en un vano intento de evitar que arresten a Jesús, éste le dijo: “todos los que tomen espada, a espada perecerán” (Mt 26:52), de donde viene el refrán “El que a hierro mata, a hierro muere”. Es decir, cosechará la violencia que ejercieron sobre otros. Aquí también Dios paga a cada cual según sus obras (Jb 34:11; Sal  62:12; Jr 17:10; Mt 16:27; Rm 2:6; Ap 2:23). (Nota 1)
Un impío pacífico, no violento, es una imposibilidad. Pero el justo sí es ambas cosas. Por eso el justo no hereda violencia, sino paz. Esto es, cosecha lo que sembró. Valdría la pena agregar que al impío la violencia no lo afecta tanto como al justo, porque es el clima en el cual está acostumbrado a vivir. Por eso sabe muy bien contraatacar y defenderse, y reacciona a la agresión mejor que el justo. La versión de la Septuaginta (LXX), “duelo prematuro cubrirá la boca de los impíos”, apoya mi explicación.
El segundo estico de este proverbio es idéntico al del vers. 11. La diferencia está en que en el vers. 11 “boca” juega con “boca”, mientras que en el vers. 6 la oposición es entre “cabeza” y “boca”. El sentido primario del proverbio es bastante obvio y claro: Mientras que a los justos les esperan bendiciones, a los impíos les aguardan violencias. Es el pago normal a los hechos de cada uno. El papel que juega aquí “cabeza” es también claro: lo que viene de arriba, en sentido espiritual o material, se recibe sobre la cabeza y la cubre. Es cierto que la violencia no viene necesariamente siempre de arriba, sino del mundo mismo que nos rodea. Es apropiado pues que cubra la boca. Pero lo es también porque el impío es violento no sólo con sus manos y brazos; lo es también con la boca. Es justo que reciba el castigo ahí por donde peca. En efecto, la violencia verbal puede golpear tanto como la física: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada”. (Pr 12:18) ¿Quién no lo ha experimentado alguna vez?
7. “La memoria del justo será bendita; mas el nombre de los impíos se pudrirá.”
La idea es afín a la del proverbio anterior. Aún muerto el justo será bendecido, de manera que su recuerdo se mantiene vivo (Sal 112:6b), y sirve de ejemplo a otros. Como fue el caso del rey Josías, que fue llorado por su pueblo y fue endechado por Jeremías, y por los cantores del pueblo (2Cro 35:24,25). En cambio, “el “nombre de los impíos” se borrará de la memoria del pueblo. Nadie se acordará de ellos (Jb 18:17; Sal 109:13; Jr 22:18,19). Dicho de otra manera, así como se pudre el cadáver del impío en la tumba, se pudre su nombre en la memoria del pueblo.
El contraste en este proverbio es claro: la fama del justo perdura; el nombre del impío no perdura, sino pronto se olvida; no su fama, porque no la tiene, o no la tiene buena; o a lo sumo, tiene mala fama. Pero hay más: lo que se pudre desprende mal olor. Algo parecido ocurre con el nombre del impío, porque hasta a sus parientes avergüenza. La gente gusta de recordar los hechos buenos y heroicos porque los inspiran y les levantan el ánimo. Recordándolos la gente alaba y bendice la memoria del justo. Se le levanta monumentos y se pone su nombre a las calles. Pero nadie quiere acordarse de las maldades del impío.
Un ejemplo patente de distinta fama es el caso del apóstol Pablo y del emperador Nerón. Como relata el libro de los Hechos (25:10-12; 27:1,2), Pablo fue llevado a Roma para ser juzgado por el tribunal del César. Aunque no se conocen los detalles del juicio al que fue sometido, él dice que aprovechó su defensa para predicar a los presentes el Evangelio, y de esa manera fue librado de la boca del león (2Tm 4:17). Su renombre no se ha extinguido hasta hoy. En cambio, la violencia cubrió la boca del emperador perseguidor de cristianos, pues, perseguido a su vez, acusado de haber incendiado Roma acabó suicidándose.
Otro caso patente de destino contrastante, como señala Cesáreo de Arlés, es el de Juan Bautista y de Herodes Antipas, el tetrarca, que lo mandó matar para complacer a su sobrina Salomé (Lc 3:19,20; Mr 6:14-28). Mientras que el precursor de Jesús sigue siendo recordado con respeto y admiración, y su insobornable valentía es un ejemplo para muchos, Antipas, después de sufrir una grave derrota militar, fue acusado de conspirar contra los romanos, fue depuesto y murió en el exilio.
M. Henry muy apropiadamente apunta: Entre los cadáveres del justo y del impío en la tumba no hay diferencia, pero entre las almas de uno y otro en el mundo espiritual sí la hay, y muy grande.
8. “El sabio de corazón recibirá los mandamientos; mas el necio de labios caerá.” (2)
Hay corazones sabios y bocas necias. La sabiduría del justo reside en su corazón, y por eso es discreto. En cambio, la boca delata al necio, porque habla lo que no debe. El Sirácida anota: “El necio tiene la mente en sus labios; el sabio tiene sus labios en la mente.” (21:26). Esto es, mejor piensa antes de hablar, no después.
Si este proverbio es un caso de paralelismo contrastante, ¿en qué consiste la oposición de ambos esticos? Entre “recibir los mandamientos” y “caer” no hay un contraste adecuado. Para que lo haya, la segunda frase debe ser completada con la idea sobreentendida: “mas el necio de labios caerá porque no los recibe”.
En esta sección hay cuatro versículos (6-9) que contrastan la suerte del justo con la del impío, aunque en los dos últimos los términos “justo” e “impío” están reemplazados por la descripción de la característica de ambos que se quiere destacar: ser sabio de corazón y caminar en integridad, en el caso del primero; y el que pervierte sus caminos, en el caso del segundo. Uno y otro cosecharán lo que sembraron.
En el versículo que nos ocupa vemos que ya que, como dijo Jesús, “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt 12:34), el necio de labios no es sabio de corazón, y viceversa, el que no es sabio de corazón es necio de labios. Ambas cosas, necedad de labios y sabiduría de corazón, se excluyen. Pero el necio de corazón es también necio de labios; y el sabio de corazón es prudente al hablar.
El necio de labios es el que habla demasiado y no contiene su lengua, y por eso dice cosas que no conviene, con malas consecuencias para sí, o para otros. O pudiera ser que en su acaloramiento ofenda a su interlocutor. Hace lo contrario de lo que afirma el vers. 10:19b: “El que refrena sus labios es prudente.” Los que desprecian la sabiduría son víctimas de su propia insensatez.
El sabio de corazón, el hombre entendido, recibe, es decir, acoge los mandamientos, y los pone en práctica, y por eso será bendecido por Dios (Pr 1:33). Pero el que no los recibe, cuya necedad se manifiesta en sus palabras, no prospera (Pr 10:14).
9. “El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.”
"Anda confiado" (c.f. 28:1b), porque su conciencia no lo acusa. Por ese motivo no necesita temer que alguien venga a reprocharle su inconducta, o alguna falta; y además, porque sabe que Dios lo protege. ¡Qué contraste con el impío que "huye sin que nadie lo persiga”! (28:1a).
            Algunas versiones traducen la segunda línea así: “será descubierto”  o “conocido”, lo que quiere decir que aunque aparente vivir honestamente, tratando de engañar a Dios y a su prójimo, en algún momento de descuido se traicionará, y se le verá tal cual es.
            Hay en verdad sólo dos maneras de conducirse en la vida: rectamente, o de manera torcida. Ambas llevan a resultados y destinos opuestos. 
            La versión “Dios Habla Hoy” se toma la libertad de dar como traducción de este versículo dos refranes conocidos: “El que nada debe, nada teme” y El que mal anda, mal acaba” que, en efecto, reflejan su sentido, pero no son una traducción propiamente dicha.
            En el Antiguo Testamento tenemos dos personajes que caminaban en integridad delante de Dios, y a quienes Él distingue: Abraham (Gn 17:1) y Job (Jb 1:8). No que fueran perfectos, porque ningún hombre lo es, pero su voluntad estaba siempre orientada hacia el bien. Dios ha prometido que los que así viven, gozarán de su protección (Pr 2:7,8; Sal 84:11; Is 33:15,16). Ha prometido además que Él escuchará sus oraciones (1Jn 3:21,22) y que su final será feliz (Sal 37:37). ¿Está tu voluntad siempre orientada hacia el bien? Más te valga.
            Además de los dos ejemplos ya mencionados, tenemos el caso de dos personajes cuyas vidas ilustran los destinos opuestos que menciona este proverbio: José, que mantuvo su integridad pese a las severas pruebas a las que fue sometido (Gn 39); y Siba, que con engaños y calumnias obtuvo el favor del rey (2Sm 16:1-4; 19:24-30).
            Otro caso notable de contraste es el del rey David, de quien Dios mismo dio testimonio de que caminó en integridad (1R 9:4), y cuyo corazón era conforme al corazón de Dios, pese a sus debilidades humanas (1Sm 13:14; Hch 13:22); y su hijo Absalón, que se rebeló traicioneramente contra su padre, y tuvo una muerte ignominiosa (2Sm 18:14,15).
10. “El que guiña el ojo acarrea tristeza; y el necio de labios será castigado.”
Aquí hay un contraste entre el que acarrea males a su prójimo (cf vers. 23a), y el que se los causa a sí mismo. Guiñar el ojo ha sido siempre una manera de comunicarse a escondidas, casi secretamente, ocultando una mala intención, sea el propósito de seducir, o el asentimiento a ese mal deseo. O pudiera ser una señal convenida entre delincuentes para perpetrar algún delito (Véase Pr 6:13-15; cf Sal 35:19). El Sirácida dice al respecto: “El que guiña el ojo trama algo malo, y nadie lo apartará de ello.” (27:22, vers. Schökel). El que es enemigo de Dios, suele ser enemigo de su prójimo, apunta Ch. Bridges.
No creo que sea necesario hablar nuevamente aquí del “necio de labios”, porque ya se ha dicho bastante al respecto al comentar el vers. 8. La segunda línea de este proverbio es casi una repetición del vers. 8b. Por eso algunas versiones, traducen la segunda línea siguiendo a la Septuaginta: “El que reprende osadamente procura la paz.”
Notas: 1. Éste es el principio bíblico que con más frecuencia aparece en sus páginas. Por tanto, deberíamos tenerlo muy en cuenta: Dios cuidará de que todos cosechemos, en esta vida o en la otra, el fruto de lo que sembramos.
2. La palabra “necio” (ewil en hebreo) aparece un gran número de  veces en el Antiguo Testamento, y de ellas la mayor parte en el libro de Proverbios. Según algunos “granuja” sería una traducción más apropiada.
Amado lector: Jesús dijo: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, yo te exhorto a adquirir esa seguridad, porque no hay ninguna seguridad que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle humildemente perdón a Dios por ellos, diciendo:
Jesús, Yo sé que tú moriste por mí en expiación de mis pecados y que me ofreces gratuitamente tu perdón. Aunque soy consciente de que no lo merezco, yo lo acepto y te ruego que laves mis pecados con tu sangre. Entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

#929 (12.06.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

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