jueves, 24 de noviembre de 2016

LA PARÁBOLA DE LAS DIEZ VÍRGENES

LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA PARÁBOLA DE LAS DIEZ VIRGENES I
Un Comentario de Mateo 25:1-13
1. “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.”

La palabra “entonces” tiene la función de ligar esta bella y tierna parábola –que era una de las favoritas de la iglesia primitiva- al discurso escatológico iniciado por Jesús en el capítulo anterior, en el que se habla de lo que ocurrirá al final de los tiempos y, en especial, de la anunciada venida del Hijo del Hombre. (“Entonces” es una de las palabras de transición favoritas de Mateo).
La parábola tiene como trasfondo la costumbre hebrea de celebrar el matrimonio por la noche en la casa de la novia (Jc 14:10-18; Tb 6:13;  8:19), la cual era enseguida llevada por el novio a su casa acompañado por un cortejo formado por sus amigos y las amigas de la novia, vírgenes como ella. Las bodas se celebraban en verano y había invitados que acudían directamente al banquete en la casa del novio (Nota 1).
2. “Cinco de ellas eran prudentes, y cinco insensatas.”
Por algún motivo no especificado, diez de las jóvenes invitadas no asistieron a la ceremonia del matrimonio en la casa de la novia, sino fueron directamente a la casa del novio, donde se celebraría el banquete. Cinco de ellas eran precavidas, pero las otras cinco no tomaron las precauciones necesarias. (Véase en Mt 7:24-27 la descripción que hace Jesús del hombre prudente y del insensato).
3,4. “Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron consigo aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.”
¿En qué se notaba la diferencia entre unas y otras? En que las vírgenes prudentes, previendo que el novio pudiera demorarse, trajeron con sus lámparas encendidas, una cantidad suficiente de aceite como para mantener la llama viva en caso de que tardase el novio, mientras que las insensatas no tomaron esa precaución, y temieron que sus lámparas pudieran apagarse antes de que el novio llegase, y ellas quedaran en ridículo.
5,6. “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle!
Como en efecto el novio se tardó más de lo esperado, las diez muchachas se quedaron dormidas, cuando de repente, alguien (posiblemente los mismos miembros del cortejo) les avisó: Ya se acerca el novio con sus acompañantes, salgan a recibirlo, seguramente con cánticos y danzas según la costumbre. Que se les pida que salgan quiere decir que no estaban en el descampado, sino en algún lugar o recinto cubierto.
7. “Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.”
Alertadas pues, las diez muchachas se preocuparon de arreglar sus lámparas cuya llama podría estarse apagando, para que dieran la luz más brillante posible.
8. “Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.”
Entonces fue cuando las que no fueron precavidas se dieron cuenta de que no tenían aceite suficiente, y que sus lámparas podían apagarse antes de que el cortejo del novio llegase. ¿Qué hacer en ese aprieto? Pedir ayuda a las que sí habían sido precavidas, para que compartieran su reserva de aceite con ellas, ya que sin sus lámparas encendidas no serían admitidas al banquete.
9. “Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras ni a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.”
Esa no es una buena idea, respondieron las precavidas. No vaya a ser que nuestro aceite no alcance para todas. Mejor vayan ustedes a comprar lo necesario en alguna tienda cercana, porque todavía debe haber alguna que esté abierta. Era costumbre, en efecto, en el oriente que las tiendas permanecieran abiertas hasta horas avanzadas de la noche.
10. “Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.”
Ocurrió lo que era de temer, que justo cuando las necias iban a comprar el aceite que les faltaba, y remediar su falta de previsión, vinieron el novio y la novia con su comitiva. Ellos no se iban a poner a esperar que las cinco vírgenes ausentes regresaran, sino que entraron de frente a la casa, y se cerró la puerta tras ellos.
11,12. “Después vinieron las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.”
Cuando las cinco vírgenes necias regresaron con el aceite comprado, se encontraron con la puerta cerrada, y comenzaron a gritar: “¡Señor, ábrenos! ¡Ya estamos de vuelta!” Pero el esposo no les hizo caso y se negó a abrirles la puerta, diciendo que no las conocía.
13. “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”
Así pues, concluyó Jesús, estad alertas y velad, porque no sabéis cuándo yo he de regresar para juicio de la humanidad entera (cf Mt 24:36,39,42,44; Mr 13:35.36).
¿Cuál es la interpretación de esta parábola que sólo se encuentra en Mateo? Lo primero que debemos notar es que, según palabras del propio Jesús, la actitud de las diez vírgenes refleja la actitud que asumirán los seres humanos (cristianos o no) cuando Él venga al final de los tiempos. Pero también podemos entenderla de la actitud que asuma cada ser humano cuando al  morir le toque presentarse personalmente a juicio, algo de lo que nadie sabe el día ni la hora. Pero que es seguro que tendremos que hacerlo no cabe duda pues, como dice Pablo: “Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.” (Rm 14:10).
¿Por qué diez vírgenes? El número diez, aparte de su valor mnemotécnico (los diez dedos de las manos, cinco en cada una) en el Antiguo Testamento es símbolo de lo completo: los diez mandamientos, las diez plagas de Egipto, las tablas de diez codos del tabernáculo, las cucharas de diez siclos de oro, etc., etc. (2) Diez es también en el judaísmo  el número mínimo de hombres (minyam) con el cual se puede establecer una sinagoga, y el número mínimo de hombres requerido para comer el cordero pascual.
Se les llama vírgenes porque ellas representan primeramente a los cristianos, a los miembros de la iglesia, que es pura y santa (Ef 5:27), como lo era idealmente también el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, y por eso con frecuencia se le llama “virgen” (Lam 1:15; 2:13).
Los matrimonios solían celebrarse de noche o, al  menos, duraban hasta hora avanzada, lo que explica que las vírgenes que formaban parte del cortejo llevaran lámparas consigo para no tropezar en el camino.
El sentido básico de la parábola es que hay que estar preparados para cuando el Señor venga en un día que sólo Dios conoce. Debemos vivir constantemente como si hoy fuera el último día de nuestra vida, porque en realidad, no sabemos cuándo el Señor vendrá a buscarnos. Puede ser hoy, o mañana, o dentro de muchos años.
Jesús quería además advertir a los discípulos, que esperaban que su retorno a la tierra sería inmediato, que Él podía demorar más de lo que imaginaban. Por tanto, había que velar, es decir, estar siempre listos (Lc 21:34-36).
¿Qué es estar listos para su venida? Vivir en estado de gracia, en comunión con Dios; habiéndose arrepentido y habiendo sido perdonado de todo pecado.
Tener aceite suficiente en nuestra lámpara es perseverar en el estado de gracia, de comunión efectiva con Dios, aborreciendo el pecado y no cediendo a las tentaciones que constantemente nos asaltan.
Eso hicieron las vírgenes prudentes; en eso fallaron las vírgenes necias: No estaban en estado de gracia cuando Jesús vino de improviso, aunque parecía que llevaban una vida cristiana correcta (2Tm 3:5). Cuando quisieron arrepentirse, ya era tarde. Nuestro destino eterno se define en el momento de la muerte. No hay segunda oportunidad.
La fiesta de bodas en la casa del esposo, como en otras parábolas afines (Mt 22:1-14; Lc 12:36) es el reino de los cielos, donde se goza de la presencia de Dios en compañía de los ángeles, y de todos sus santos y elegidos.
Que el Señor venga a medianoche –cuando los hombres están durmiendo, en sentido figurado- quiere decir que Él viene cuando menos se le espera, como ocurrió en los días de Noé: los hombres comían y bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos (Lc 17:26,27; Mt 24:37-39).
El clamor a medianoche anunciando la venida del esposo es la voz del arcángel y de la trompeta de Dios, que anuncia la venida del Señor con sus ángeles, y todos los que entretanto hubieren fallecido resuciten para recibirlo, despertando de su sueño de muerte; y los que estén vivos sean “arrebatados juntamente con ellos para recibir al Señor en el aire.” (1Ts 4:16,17; cf 1Cor 15:51,52).
Arreglar sus lámparas es prepararse a dar cuenta a Dios de su vida. Pero unos estarán preparados para el juicio, otros, lamentablemente, no. En ese momento, traspuesto el umbral de la muerte, nadie podrá ayudarlos, el estado de gracia no se transfiere de unos a otros. Nadie puede compartir su aceite con otro. (3)
La luz de las lámparas de las vírgenes necias se extingue porque, aunque llevaron una vida aparentemente cristiana, y la gente las tenía por tales, en verdad vivían alejadas de Dios. En el día del juicio, cuando se cierre la puerta definitivamente para muchos, las apariencias de piedad caerán a tierra y se mostrará lo que las personas son realmente.
Por eso Pablo nos aconseja que no juzguemos por apariencias antes de que venga el Señor a iluminarlo todo con su luz, porque Él “aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones…” (1Cor 4:5).
En el día del juicio los salvos no podrán ayudar de ninguna manera a los condenados, aunque quisieran, por mucha compasión que sientan por ellos. “Id vosotras a comprar” es una frase involuntariamente irónica: ¿Por qué no lo hicisteis a tiempo? De nada sirvió que las vírgenes necias invocaran en ese momento el nombre de Aquel a quien habían negado en sus vidas.
A ese respecto Herbert Lockyer en “Todas las Parábolas de la Biblia”, anota: Cada persona es responsable de su lámpara. La preparación es personal. Todas las vírgenes esperaban al esposo, todas se durmieron, pero en el momento en que se anuncia que llega el esposo se revela la diferencia que hay entre ellas: Unas estaban preparadas para recibirlo; otras, no.
Todas eran iguales en lo externo: todas tenían lámparas; pero no eran iguales en lo interno: el aceite que algunas tenían no era suficiente para la larga espera.
La preparación es personal: Cada cual dará cuenta a Dios de sí, dice Pablo  (Rm 14:12). La puerta se cierra para las que no están preparadas.
La parábola enseña la perseverancia porque las vírgenes necias estaban preparadas al comienzo (tenían lámparas y aceite), pero no al final. Por eso Jesús concluye: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora…”.
Por su lado, R.C. Trench en “Notes on the Parables of our Lord”, observa: Las vírgenes son las compañeras o amigas de la novia (la iglesia), vírgenes como ella.
Vírgenes son todos los que esperan la segunda venida del Señor. Hay quienes están armados de todas las cualidades que menciona Pedro en 2P 1:5-9, y quienes las descuidan: fe, virtud (es decir, fortaleza), conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal, amor. Esas cualidades son la provisión más o menos abundante de aceite que cada cual posee.
Según otra interpretación las vírgenes necias son las que confiesan a Jesús con sus labios, pero carecen de la fe verdadera que vivifique sus vidas. Lo exterior de la vida cristiana es la lámpara, lo interior es el aceite, símbolo del Espíritu. (Recuérdese el aceite de la unción, Ex 30:22-33).
Las vírgenes necias son negligentes en la oración, perezosas en su trabajo para Dios. Tienen aceite, pero no lo suficiente.
Las vírgenes prudentes reconocen que tienen un largo camino por delante de negación de sí mismas (Mt 16:24) y, por tanto, necesitan estar llenas del Espíritu.
La demora del esposo sugiere que la segunda venida del Señor no es inmediata (2P3:9), y por tanto, los creyentes no deben dormirse en su fe, sino permanecer vigilantes para ser hallados dignos de entrar en su reino cuando Él venga inesperadamente como ladrón en la noche (2P3:10).
John A. Broadus (“Commentary on Mathew”): Los matrimonios eran celebrados por la noche en la casa de la novia. De ahí que después el novio, acompañado por sus amigos y las amigas de ella, fuera en procesión a su propia casa para la fiesta, llevando lámparas para el camino.
Sin las lámparas encendidas las vírgenes no serían admitidas a la fiesta. Arreglar sus lámparas es rellenarlas de aceite, enderezar la mecha.
Aplicación: La única manera de estar listos cuando Jesús venga, es estar siempre listos. La única manera de estar preparados para morir, es estar siempre preparados. Una parte de la humanidad estará preparada para ese día, otra parte no lo estará.
El retorno de Jesús no será tan pronto como algunos en ese tiempo imaginaban. Por eso es que algunos se duermen en la espera, es decir, mueren.
El no traer una reserva de aceite en vasijas junto con sus lámparas es una indicación del poco interés que se pone en las cosas de Dios (Os 6:4).
Las vírgenes prudentes no pueden ayudar a las necias porque la piedad y la fe son personales e intransferibles. Es como la necesidad de comer. Yo no puedo comer por ti si tienes hambre.
“No os conozco” dirá Jesús a algunos porque no hicieron la voluntad de su Padre (Mt 7:23). Eso no significa rechazar a los que sinceramente buscan ser salvados.
Los hombres en tiempos de Noé no creían que habría un diluvio, y por eso, no tomaron precauciones y se burlaron de él. Cuando vino, cada uno hacía su vida normal, pero los que no tuvieron cabida en el arca fueron arrastrados por las aguas.
Jesús preguntó una vez: “Cuando venga el Hijo del Hombre ¿hallará fe en la tierra?” (Lc 18:8) Los hombres estarán demasiado ocupados en sus asuntos personales para pensar en Dios. Los que no estén preparados serán arrastrados a su perdición. Los preparados serán salvos.
La segunda venida del Señor es un suceso que llenará de alegría a algunos, pero de terror a otros. Habrá que estar listos, por lo que la preparación debe ser permanente. Lamentablemente muchos de los que creen ser amigos de Jesús, o dicen serlo, no estarán listos.
Los esfuerzos apurados del último momento para estar bien con Dios se revelarán inútiles. A muchos la muerte los sorprenderá sin que tengan tiempo de arrepentirse. La puerta del cielo les estará cerrada para siempre. Los que no quisieron buscar la gracia de Dios cuando tuvieron tiempo, no tendrán tiempo de hacerlo cuando lo necesiten.
Notas: 1. En la parábola no se menciona a la esposa, que queda como oculta, como tampoco se la menciona en Mt 22:1-14. Sin embargo, algunos textos latinos y sirios la mencionan, reflejando la costumbre occidental, según la cual la esposa es conducida donde el esposo para la ceremonia. Recuérdese que en el episodio de las Bodas de Caná (Jn 2:1-12), la fiesta de bodas se celebra en la casa del novio, y la novia tampoco es mencionada.
2. Elcana le dice a su mujer Ana: “¿No te soy yo mejor que diez hijos?” (1Sm 1:8) Diez también fue el número de testigos que Booz convocó para decidir el asunto de la redención de las tierras que habían pertenecido a su pariente Elimelec, y que su viuda Noemí había decidido vender (Rt 4:1-3).
3. En esta parábola Jesús parece haber dado previsoriamente un argumento contra la doctrina de que la salvación no se pierde (una vez salvo, siempre salvo) porque si las cinco vírgenes necias eran creyentes ¿cómo así Jesús les cerró la puerta?
NB. Veamos algunas de las palabras griegas:
Parthénos= virgen, doncella; muchacha que no ha conocido varón, que está en edad casadera; en Ap 14:4 se aplica a los hombres que no se han contaminado con mujeres (en sentido de libertinaje).
Numphíos= novio, esposo recién casado.
Phrónimos= Prudente, sensible, poseedor de sabiduría práctica.
Morós= tonto, estúpido, necio.
Élaion= aceite de oliva, usado tanto para iluminar, como para ungir.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y a pedirle perdón a Dios por ellos diciendo: Jesús, yo te ruego que laves mis pecados con tu sangre. Entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.

#925 (08.05.16). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

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