LA
VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
MENSAJE A LAS SIETE
IGLESIAS I
A LA IGLESIA DE ÉFESO
I
Un Comentario de Apocalipsis 2:1 al
4
La
forma de las siete cartas sigue un patrón regular que se observa en todas,
después de la fórmula inicial: "Escribe al ángel..."
1) El
autor del mensaje es identificado con uno de los títulos del Hijo del Hombre
que se ha mencionado en el capítulo anterior. Es de notar que al empezar las
cuatro primeras cartas Jesús se identifica con una de las características con
las que Él mismo se ha descrito en la visión inicial que tuvo Juan en el
capítulo anterior. Compárese el vers. 2:1 con 1:16,20 y con 1:13; el vers. 2:8
con 1:17 y 1:18; el vers. 2:12 con 1:16; y el vers. 2:18 con 1:14,15.
Los
títulos de Jesús en las tres siguientes cartas están tomados de otros pasajes
de las Escrituras que son pertinentes a su contenido, el cual en las siete
cartas está precedido por las escuetas palabras "Dice esto". Estas
palabras recuerdan la frase profética común: "Así ha dicho Jehová"
que se encuentra en Am 1:3; 2:11; Abd 1:1; Hg 1:2; Zc 1:3; Mal 1:2,9.
2) El
mensaje en sí empieza declarando: "Yo conozco tus obras..." a
los que siguen palabras de alabanza, o de reproche; de advertencia, o de
aliento, según lo que haya que elogiar, o criticar, en cada iglesia.
3) El
mensaje termina con la promesa: "Al que venciere", precedido
en las primeras cartas por las palabras: "El que tiene oído..." que
indican que el mensaje está dirigido a todos los cristianos de todos los
tiempos. En las cuatro últimas cartas ese orden está invertido.
1. "Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene
las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete cándele
ros de oro, dice esto:"
Es
apropiado que Jesús dirija la primera carta a la ciudad de Éfeso, porque la
capital (Metrópolis en griego) de la provincia romana de Asia era, junto
con Antioquía, la ciudad pagana más
importante durante las primeras décadas de la evangelización. Éfeso era
un centro comercial muy importante en ese tiempo, la ciudad más grande del
imperio después de Roma y de Alejandría. En ella permaneció Pablo dos años, y a
ella volvía una y otra vez en sus viajes. En ella había una comunidad cristiana
numerosa y bien organizada, que fue fundada posiblemente por los esposos
Aquila
y Priscila (Hch 18:18,19). En ella predicó el alejandrino Apolos con mucho
éxito durante un tiempo (Hch 18:24-28). A ella dirigió Pablo una de sus
epístolas más importantes.
Al
empezar el dictado de sus cartas Jesús se dirige a la iglesia de Éfeso como
Aquel que tiene las siete estrellas en su mano derecha, es decir, el que tiene
autoridad sobre sus pastores. Enseguida añade: "y el que camina en
medio de los siete candeleros", es decir, Aquel que es el Señor de las
siete iglesias, Aquel de quien procede la vida espiritual que ellas tienen, y
sin el cual ellas no existirían. En una palabra, Jesús afirma su preeminencia
para subrayar por qué motivo los destinatarios deben prestar suma atención a lo
que les escribe. Pero, a la vez, Él es el que los guarda de los ataques del
enemigo, que no podrá arrebatarlos de su mano (Jn 10:28). Al decir que los
tiene en su mano, Él está diciendo también: Éstos son míos, me pertenecen.
Jesús subraya su intimidad con ellos.
2. "Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia;
y que no puedes soportar a
los malos, y has probado a los que dicen ser
apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos."
Después
de identificarse, Jesús menciona en primer lugar lo que tiene que elogiar en
cada iglesia:
"Yo
conozco tus obras..." como
para subrayar la importancia que tienen las obras en la vida del cristiano.
Jesús conoce todo lo que nosotros hacemos, sentimos y pensamos. Él habla como
alguien que conoce a la perfección a los destinatarios de sus cartas, así como
Él nos conoce a fondo a cada uno de nosotros. No tenemos nada que ocultar a su
mirada escudriñadora. Conoce todo lo que hay que elogiar y todo lo que hay
reprochar. Pero aunque Él pueda ser severo cuando es oportuno, como nos ama al
punto de haber dado su vida por nosotros, lo es sin dejar su tono amoroso y
cordial.
Él le
dice a la iglesia de Éfeso que conoce sus arduos trabajos, esto es, sus
penalidades y fatigas, y la paciencia con que las ha soportado en medio de un
mundo hostil, lo cual no debe llamarnos la atención, pues Éfeso era una ciudad
muy corrupta, en la que prevalecía la idolatría. En ella había un templo
famoso, dedicado a la diosa Artemisa, una de las maravillas de la
antigüedad. Recuérdese el alboroto provocado
en la ciudad por el rumor de que Pablo y sus compañeros pretendían suprimir el
culto a la gran diosa "Diana (su nombre romano) de los efesios", lo
que provocaría la ruina de los plateros (Hch 19:23ss).
Eres
paciente en la pruebas, continúa Jesús, pero no lo eres, y con razón, con los perversos;
ni para soportar a los malos que se infiltran en las iglesias; en particular,
con los hipócritas que fingen ser apóstoles, y que pretenden tener autoridad espiritual,
pero carecen de ella. Recuérdese la severa condena que hizo Pablo acerca de los
"falsos apóstoles" que, siendo ministros de Satanás, "se
disfrazan como ministros de justicia" (2Cor 11:13-15), así como la
grave advertencia que hizo a los ancianos de Éfeso acerca de los "lobos
rapaces que no perdonarían al rebaño", y que hablarían "cosas
perversas para arrastrar tras sí a los discípulos." (Hch 20:29,30).
¡Oh,
cómo tuviéramos los cristianos de hoy la misma lucidez para desenmascarar a los
hipócritas y explotadores, y la misma entereza para denunciarlos por lo que
son!
En esta
denuncia resuena el eco de lo que escribe el apóstol Pedro en su segunda
epístola, exponiendo la falsedad de los pretendidos profetas y maestros que
contaminan a las iglesias
(2P
2:12-22).
3. "y has sufrido, y has
tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has
desmayado."
Jesús
prosigue destacando lo que la iglesia de Éfeso ha sufrido con paciencia en la
difusión del
Evangelio
en un medio pagano, llamando sin descanso a los perdidos a refugiarse en los brazos
del Mesías que murió en la cruz por salvarlos.
Jesús
elogia que el pastor de la iglesia de Éfeso hiciera todo eso no por algún
beneficio material, sino exclusivamente por amor a su nombre. Nuestros esfuerzos
son tanto más valiosos cuanto más desinteresados sean nuestros móviles; cuando
no buscamos el aprecio de los demás, o concitar la admiración del mundo, sino
sólo agradar a Dios.; cuando todo lo hacemos por amor, y particularmente por amor al que nos salvó. Y
en todo ello te has mostrado perseverante e incansable, reconoce Jesús.
4. "Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer
amor."
Sin
embargo, Jesús tiene algo que reprochar a esta congregación y a sus líderes. La
llama de su amor que ardía fuertemente se ha ido enfriando, y ya no obran con
el mismo fervor que al comienzo.
Ése es
un peligro que nos acecha a todos, y a todas las iglesias en especial. Nos acomodamos
en lo que hacemos y empezamos a hacerlo como por rutina. Descuidamos nuestra intimidad
con Cristo, y no buscamos con el mismo ardor su rostro. Pero si no mantenemos
el mismo vínculo de amor con Él, corremos el peligro de convertirnos en
funcionarios. Ése es un peligro tan real que Pablo tuvo que exhortar a su
discípulo Timoteo: "Aviva el fuego del don que recibiste." (2Tm
1:6; Jr 2:2). Y en otro lugar él nos advierte que nada de lo hagamos por el Señor
tiene valor si no lo hacemos por amor (1Cor 13:1-3).
La
rutina es el gran peligro que amenaza la piedad del cristiano. "Has
dejado tu primer amor." ¿No ocurre eso también entre los esposos cuando
la entrega mutua de los primeros abrazos se enfría? ¿Y qué ocurre cuando ese
primer amor se enfría? Con él se esfuma la felicidad que al principio los alegraba.
Amor y felicidad van juntos. El gozo que debe producirnos nuestra relación con Dios no depende de la realización
de tal o cual obra de evangelismo (aunque esto sea bueno), ni del cumplimiento
de tal o cual norma, ni de la recepción de tal o cual bendición, sino del amor
de Dios que inflama nuestros corazones, que no debe nunca enfriarse si realmente
le pertenecemos por entero. Porque la tibieza tiene ese origen: un corazón
dividido. Y es un cáncer que corroe la vida espiritual y la vuelve exangüe e impotente.
Amado lector: Si tú no
estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, yo
te exhorto a arrepentirte de todos tus pecados y te invito a pedirle perdón a Dios
por ellos haciendo la siguiente oración:
"Jesús, tú viniste
al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres,
incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido consciente
y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo.
Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el
mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados
con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir
para ti y servirte."
¡GLORIA SEA DADA A DIOS! El lunes
pasado, a eso de las 6.30 pm, estando yo ausente, uno de mis hijos ingresaba a
la casa , cuando dos sujetos se bajaron de un automóvil negro de lujo, lo
encañonaron y le dijeron : ¿Dónde están las laptops? Ante la amenaza no le
quedó más remedio que llevarlos al lugar donde trabajo y, sin más, tomaron dos
laptops que había sobre el escritorio y un celular que tenía de respaldo, y se
lo llevaron apuradamente. No les interesó tomar otra cosa. Una de las laptops era
vieja , pero me servía de respaldo. La otra, de un modelo muy sencillo, era
nueva y su disco duro contenía todo mi trabajo y escritos de años atrás.
Felizmente, en la
PC de mi secretaria tengo un
resguardo bastante completo, de manera que pienso que conservo la mayor parte
de mis escritos y archivos. Felizmente también, en su rápida incursión, no se
toparon con ninguna de las otras dos personas que estaban en casa, lo que
hubiera podido tener serias consecuencias.
Sea como fuere, si Dios permite que
nos ocurra algo de esa naturaleza es porque Él tiene un propósito bueno, aunque
nosotros no lo podamos comprender, y no tenemos otra cosa que hacer sino darle
gloria y bendecirlo por su misericordia.
#897 (06.09.15). Depósito
Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231,
Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
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