LA MAGDALENA II
"Y quedó solo Jesús y la mujer que estaba en medio". El pecador y Dios están siempre solos, uno frente al otro. Los testigos sobran.
"Enderezándose Jesús y no viendo sino a la mujer, le dijo: 'Mujer, ¿donde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?’" Cuando se descubre lo que en realidad somos, toda nuestra jactancia, toda nuestra osadía, desaparecen.
"Ella dijo:’ Ninguno, Señor’. Entonces Jesús le dijo: ‘Ni yo te condeno. Vete y no peques mas.’"
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