LA VIDA Y LA PALABRA
Por
José Belaunde M.
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PUBLICACIONES DE LA VIDA Y LA PALABRA
A
mí siempre me ha gustado escribir sobre mis experiencias y sobre lo que veía
alrededor mío. A los 14 años empecé a escribir mi diario, que yo estaba seguro
algún día sería publicado, traducido a varios idiomas y comentado.
Tenía
también planes ambiciosos de escribir un tratado de teología de muchos
volúmenes, aparte de proyectos de novelas y piezas de teatro, pero a la larga
se mostró que la ficción no era mi camino.
Naturalmente
tenía el ejemplo de mi padre, Victor Andrés Belaunde, que era escritor y autor
de numerosos libros, principalmente sobre sociología peruana y derecho
internacional.
A
los 12 años me hizo aprender mecanografía, lo que me fue más adelante
utilísimo, aparte de que aprendí a escribir bajo su dictado cartas en un estilo
claro y contundente, a la vez que cortés.
El
año 1959, residiendo en París, comencé a escribir para el diario “La Prensa”
-hoy desaparecido, pero que entonces competía con “El Comercio”- artículos
sobre la actualidad política europea e internacional, y sobre arte.
De
regreso en el Perú en 1963, mis actividades musicales y mi familia, no me
dejaron tiempo para dedicarlo a la pluma. Pero cuando me vinculé con el
movimiento carismático durante la enfermedad de mi mujer, sentí la necesidad de
contribuir con mi pluma a la difusión del Evangelio.
En
1984 empecé a colaborar con un programa testimonial, llamado “Cielo Nuevo y
Tierra Nueva”, que mi amigo y colega Andrés Cerón tenía los domingos en Radio
Inca a las 7 de la noche. Hecha la siesta, me sentaba a escribir lapicero en
mano. Terminado el texto lo pasaba en limpio en la pequeña máquina portátil que
tenía, y corría a la radio para leer mi mensaje antes de que terminara el
programa.
Fue
en esa época cuando escribí lo que considero mi texto más útil, “Oración y
Embarazo”, que trata de la influencia que tienen los pensamientos, deseos y
oraciones de la madre en el alma de la criatura que lleva en el seno, inspirado
en lo que solía hacer mi mujer con cada hijo. Lo publiqué por primera vez en
formato “stencil” que repartí en diversas iglesias. Una edición mayor en
pequeño formato de bolsillo años después, fue distribuida en Agua Viva con el
impulso de la pastora Mirta Hornung.
Por
esa época empecé a escribir artículos semanales en la revista “Oiga” que
dirigía Francisco Igartua. El nombre de mi columna era “El Evangelio y
Nosotros”, y la firmaba con el pseudónimo de Joaquín Andariego. Algunos de esos
artículos los he publicado después ampliados en LVyLP.
En
los años 90, un amigo que asistía al grupo de oración que se reunía en mi casa,
me presentó al dueño de Radio Miraflores, sugiriéndole que me diera un pequeño
espacio en el bloque de comentarios y noticias que se transmitía los fines de
semana por la mañana y que tenía bastante audiencia.
Mi
propósito era abordar en el programa, que titulé “La Vida y la Palabra”, temas
de actualidad desde un punto de vista cristiano y bíblico. Eso significaba un
mayor compromiso, que me exigía leer bastante y documentarme.
Los
días viernes escribía a mano el texto sobre el tema escogido, lo pasaba a
máquina, y me iba a la radio a eso de las 5 pm para grabar el mensaje, que
solía leer como si estuviera improvisando.
Como
el pequeño programa suscitó el interés de los oyentes que llamaban a hacer
preguntas, se me fue otorgando poco a poco más tiempo, llegando a disponer de
doce o más minutos. Cada semana me entregaban la grabación de la semana
anterior.
Cuando
asistí a un seminario internacional del Instituto Haggai en la isla de Maui, en
Hawai, en marzo de 1999, me dije que debía hacer algo con esas grabaciones. De
regreso en Lima traté de ofrecerlas a las radios cristianas del país que había
entonces, pero por algún motivo no les interesó. Quizá mi estilo formal no
satisfacía el gusto de los oyentes acostumbrados al tono encendido de los
predicadores más conocidos.
No
sabiendo qué hacer con esos textos le pregunté un día a mi pastor y amigo,
Peter Hornung, si me permitiría repartirlos en forma de fotocopias a la salida
de los cultos del templo de Agua Viva en Risso, a lo cual él accedió
gentilmente.
Debo
señalar que ése fue un acto de generosidad y de confianza extraordinarias. Son
pocos los pastores que permitirían que un simple miembro de su congregación,
que ni siquiera forma parte de su equipo pastoral, distribuya libremente en su
iglesia textos propios. Yo le estoy inmensamente agradecido al pastor Peter por
haberme dado la oportunidad de desarrollar un ministerio que se ha convertido
en mi tarea en esta etapa de mi vida y que, con el tiempo, ha ido alcanzando a
un número cada vez mayor de personas dentro y fuera de la iglesia.
Comencé
repartiendo 100 fotocopias, que fueron aumentando a 200 y a 300. Llegado a ese
número ya era necesario recurrir a la impresión.
Ya
no me acuerdo ahora de todos los detalles pero, para comenzar el proceso de
impresión, había que obtener primero el llamado “canson”, usando un papel
especial en que se imprimía el texto invertido, y que servía para imprimir el
texto definitivo en papel bond.
Con
ese fin yo acudía al Centro Lima, cerca de la Av. Uruguay, hacía cola en uno de
los puestos del sótano, y una vez obtenida la placa offset, lo llevaba a una
imprenta en el primero o segundo piso del mismo lugar, pagaba y regresaba al
día siguiente para recoger el paquete, que tenía que cargar hasta la playa de
estacionamiento donde había dejado mi auto.
Felizmente
algún tiempo después una persona que asistía al grupo de oración que se reunía en
mi casa, me advirtió que en la calle José Gálvez de Lince había una pequeña
imprenta que podía utilizar. Eso facilitó las cosas porque ya no tenía que ir
dos veces por semana al centro de Lima. El dueño era el Sr. Abanto, que tenía
dos locales en la misma calle. Al primero llevaba el “canson” a inicios de la
semana. Al día siguiente recogía la plancha offset con que se hacía la
impresión. Posteriormente el propio Sr. Abanto recogía el “canson” en mi casa.
Como
él no tenía una máquina dobladora, el doblado en tríptico lo hacía manualmente
con su familia, y como resultado, uno de sus familiares se convirtió leyendo el
texto que tenía en manos.
He
conservado un cuaderno en que anotaba semanalmente el número de ejemplares
impresos y cómo los distribuía entre iglesias y librerías. El crecimiento no
fue continuo, sino tuvo altas y bajas, pero a inicios del 2002 imprimía dos mil
ejemplares, la mitad de los cuales eran entregados a Agua Viva. A medida que el
volumen de la impresión fue creciendo el resto era entregado a varias iglesias,
como Camino de Vida, la Alianza Cristiana de Comas y de Lince, Centro Vida,
Agape, Emmanuel, Calvary Chapel, Vida Nueva, Renuevo, Nueva Vida, Casa del
Padre, Aposento Alto, etc., así como en diversas instituciones y cristianas, como el Seminario Bíblico Andino,
el Seminario Evangélico de Lima, la Casa de la Biblia, la librería El Inca y Kyrios.
Desgraciadamente
ahí se interrumpe el registro de la impresión semanal, por lo que no puedo dar
cifras del aumento posterior de la impresión a medida que la aceptación y la
demanda fueron aumentando. Pero poco a poco llegó a 13,000 ejemplares, de los
cuales 7000 eran impresos por el Sr. Abanto, siempre tan fiel, responsable y
cumplido, y un hermano de la iglesia que, empezando por una cantidad pequeña,
llegó a donar hasta 6000 ejemplares semanales.
En
el camino yo había reemplazado el formato A4 por el tamaño oficio para poder
aumentar el contenido de mis artículos, y posteriormente, para reducir el
costo, reemplacé el papel bond por papel periódico.
De
repente ocurrió un lunes –la fecha exacta no la recuerdo- en que el hermano
mencionado me informó que no iba a poder seguir con la impresión por razones
personales. El mismo día el Sr. Abanto me informó que no iba a poder continuar
con la impresión semanal porque el hijo que colaboraba con él se había ido a la
Argentina, y que él, que entretanto había mudado su imprenta a San Juan de
Lurigancho, no podía seguir haciendo el trabajo solo.
¿Qué
hacer en ese momento dado que me iba a ser difícil encontrar en poco tiempo una
imprenta que me pudiera hacer el trabajo a un precio económico? Estaba perplejo
ante esa disyuntiva cuando inesperadamente me vino a buscar la Hna. Lupe Lázaro
de Vicuña, dueña de la imprenta Jhire Grafel, para ofrecerme imprimir
gratuitamente 6 mil ejemplares por semana. Yo asumiría solamente el costo del
papel y tendría que encargar el doblado a otra imprenta, porque la máquina que
ellos tenían no se adaptaba al tipo de papel periódico delgado que yo usaba
entonces y sigo usando. De esa manera yo pude continuar con la impresión de
LVyLP esa misma semana sin interrupción.
Ahí
yo he podido ver una vez más cómo la mano de Dios intervenía en momentos
difíciles proveyendo, a través de estos antiguos y fieles amigos, una solución
inesperada para superar un obstáculo que parecía insalvable, y que yo pudiera
llevar adelante este proyecto que yo reconozco ahora claramente que no es mío.
Respecto
del punto crítico del doblado y empaquetado, después de varios ensayos, no
siempre muy afortunados, de encargárselo
a imprentas cercanas, o de hacer en casa el doblado con ayuda de una regla,
tarea nada fácil porque después había que hacer paquetes de cien ejemplares
cada uno, encontré finalmente en la imprenta Langu i, del Hno. Odilón Huamaní, un colaborador
fiel que cumple con el compromiso de entregarme puntualmente el material listo
para ser repartido.
En
los seminarios locales del Instituto Haggai yo he enseñado acerca de Visión,
Misión y el trazado de metas para llevar a cabo lo que nos proponemos, pero yo
puedo dar fe de que yo nunca me propuse hacer lo que estoy haciendo
actualmente, ni alcanzar a tanta gente con mis escritos, no sólo por medios
impresos sino ahora también por las redes sociales de internet. Esto ha surgido
casi diría a pesar mío.
Lo
mismo puedo decir acerca del contenido, porque yo no tengo ni los estudios, ni
la preparación académica para realizar esta tarea. Lo que sí puedo afirmar es
que al levantarme temprano cada mañana, después de orar, me siento en el sillón
que tengo en mi escritorio para leer el pasaje que me he propuesto comentar,
sin tener con frecuencia la menor idea de lo que voy a escribir. Pero en ese
momento me vienen ideas y pensamientos que nunca antes han pasado por mi mente
y mi lápiz empieza a moverse sobre el papel. De manera que si algunas personas
han sido edificadas por su lectura, el primer edificado he sido yo.
Dios
obra a través nuestro, y a veces, a pesar nuestro, si tenemos el corazón
dispuesto y tan sólo le entregamos nuestra mente y nuestra voluntad para que Él
actúe.
No
puedo dejar de mencionar a la hermana que me sugirió que para aumentar la
utilidad evangelística de mis artículos, añadiera al final una oración de
entrega, como la que suelo poner al pie de los artículos.
Soy
consciente de que estos escritos llegan a lugares y a gente de la que yo no
tengo idea, incluso en provincias y el extranjero. Hay personas, incluso
de edad avanzada, que se llevan cierto
número de paquetes, o cantidades menores, que distribuyen en cárceles, en
hospitales, en la calle, en sus células, o en los micros y otros vehículos de
transporte. He recibido llamadas telefónicas de lugares inesperados, como una
vez del penal de Lurigancho, para pedirme consejo. He recibido visitas que me
han sorprendido, como la de un sacerdote que tenía problemas con la orden a la
que pertenecía, o la de una pareja de esposos que se peleaban constantemente y
estaban a punto de separarse,
A
todos ellos he tratado de atender en la medida de mis posibilidades, pero Dios
me ha mostrado también que no debo involucrarme en las vidas ajenas, como yo
tendría tendencia hacer tratando de ayudar, porque eso me desviaría de sus propósitos.
En
lo que se refiere a la temática, aparte de los temas de actualidad que he
abordado, y de temas bíblicos concretos, como el fruto del Espíritu, o la Gran
Comisión, por mencionar sólo algunos, o el tema del judaísmo, al que dediqué
ocho documentados artículos, poco a poco me he ido concentrando en el
comentario de pasajes o capítulos específicos de las Escrituras. He escrito
también series de artículos, como “Los Mandamientos del Diablo”, en que he
mostrado cómo el mundo, por diversos medios, nos empuja maliciosamente a hacer
cosas que son directamente contrarias a lo que ordena, o aconseja, la palabra
de Dios. O como “Anotaciones al Margen” que, como su nombre indica, recoge las
ideas que me inspira la lectura de libros espirituales.
Inicialmente
yo no numeraba mis artículos. Pero un día la hermana Doris Manco me sugirió que
puesto que yo los publicaba y distribuía de manera regular, convenía que los
llevara y registrara en la Biblioteca Nacional. Eso exigía darle a la
publicación un carácter más formal y numerarlos, lo cual es la razón de la
información que aparece al pie de página. Para efectos de la numeración lo que
hice fue retroceder en el tiempo hasta ubicar la primera charla transmitida por
Radio Miraflores.
Llegar
al número mil es la ocasión apropiada para expresar mil veces mi agradecimiento,
en primer lugar a Dios, por haberme honrado al escogerme para realizar esta
tarea que nunca estuvo entre mis planes; y en segundo, a todas las personas,
comenzando por mis pastores, que me han alentado a llevarla adelante.
#1000 (08.10.17). Depósito Legal
#2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231,
Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
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