LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
LA PARÁBOLA DE LAS DIEZ VIRGENES I
Un Comentario de Mateo 25:1-13
1. “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que
tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.”
La palabra “entonces” tiene
la función de ligar esta bella y tierna parábola –que era una de las favoritas
de la iglesia primitiva- al discurso escatológico iniciado por Jesús en el
capítulo anterior, en el que se habla de lo que ocurrirá al final de los
tiempos y, en especial, de la anunciada venida del Hijo del Hombre. (“Entonces”
es una de las palabras de transición favoritas de Mateo).
La parábola tiene
como trasfondo la costumbre hebrea de celebrar el matrimonio por la noche en la
casa de la novia (Jc 14:10-18; Tb 6:13;
8:19), la cual era enseguida llevada por el novio a su casa acompañado
por un cortejo formado por sus amigos y las amigas de la novia, vírgenes como
ella. Las bodas se celebraban en verano y había invitados que acudían
directamente al banquete en la casa del novio (Nota 1).
2. “Cinco de ellas eran
prudentes, y cinco insensatas.”
Por algún motivo no
especificado, diez de las jóvenes invitadas no asistieron a la ceremonia del
matrimonio en la casa de la novia, sino fueron directamente a la casa del
novio, donde se celebraría el banquete. Cinco de ellas eran precavidas, pero
las otras cinco no tomaron las precauciones necesarias. (Véase en Mt 7:24-27 la
descripción que hace Jesús del hombre prudente y del insensato).
3,4. “Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas
las prudentes tomaron consigo aceite en sus vasijas, juntamente con sus
lámparas.”
¿En qué se notaba la
diferencia entre unas y otras? En que las vírgenes prudentes, previendo que el
novio pudiera demorarse, trajeron con sus lámparas encendidas, una cantidad
suficiente de aceite como para mantener la llama viva en caso de que tardase el
novio, mientras que las insensatas no tomaron esa precaución, y temieron que
sus lámparas pudieran apagarse antes de que el novio llegase, y ellas quedaran
en ridículo.
5,6. “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la
medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle!
Como en efecto el novio se
tardó más de lo esperado, las diez muchachas se quedaron dormidas, cuando de
repente, alguien (posiblemente los mismos miembros del cortejo) les avisó: Ya
se acerca el novio con sus acompañantes, salgan a recibirlo, seguramente con
cánticos y danzas según la costumbre. Que se les pida que salgan quiere decir
que no estaban en el descampado, sino en algún lugar o recinto cubierto.
7. “Entonces todas aquellas
vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.”
Alertadas pues, las diez
muchachas se preocuparon de arreglar sus lámparas cuya llama podría estarse
apagando, para que dieran la luz más brillante posible.
8. “Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite,
porque nuestras lámparas se apagan.”
Entonces fue cuando las que
no fueron precavidas se dieron cuenta de que no tenían aceite suficiente, y que
sus lámparas podían apagarse antes de que el cortejo del novio llegase. ¿Qué
hacer en ese aprieto? Pedir ayuda a las que sí habían sido precavidas, para que
compartieran su reserva de aceite con ellas, ya que sin sus lámparas encendidas
no serían admitidas al banquete.
9. “Mas las prudentes
respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras ni a vosotras, id más
bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.”
Esa no es una buena idea,
respondieron las precavidas. No vaya a ser que nuestro aceite no alcance para
todas. Mejor vayan ustedes a comprar lo necesario en alguna tienda cercana, porque
todavía debe haber alguna que esté abierta. Era costumbre, en efecto, en el
oriente que las tiendas permanecieran abiertas hasta horas avanzadas de la
noche.
10. “Pero mientras ellas iban
a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las
bodas; y se cerró la puerta.”
Ocurrió lo que era de
temer, que justo cuando las necias iban a comprar el aceite que les faltaba, y
remediar su falta de previsión, vinieron el novio y la novia con su comitiva.
Ellos no se iban a poner a esperar que las cinco vírgenes ausentes regresaran,
sino que entraron de frente a la casa, y se cerró la puerta tras ellos.
11,12. “Después vinieron las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.”
Cuando las cinco vírgenes
necias regresaron con el aceite comprado, se encontraron con la puerta cerrada,
y comenzaron a gritar: “¡Señor, ábrenos! ¡Ya estamos de vuelta!” Pero el esposo
no les hizo caso y se negó a abrirles la puerta, diciendo que no las conocía.
13. “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del
Hombre ha de venir.”
Así pues, concluyó Jesús,
estad alertas y velad, porque no sabéis cuándo yo he de regresar para juicio de
la humanidad entera (cf Mt 24:36,39,42,44; Mr 13:35.36).
¿Cuál es la interpretación
de esta parábola que sólo se encuentra en Mateo? Lo primero que debemos notar
es que, según palabras del propio Jesús, la actitud de las diez vírgenes
refleja la actitud que asumirán los seres humanos (cristianos o no) cuando Él
venga al final de los tiempos. Pero también podemos entenderla de la actitud
que asuma cada ser humano cuando al
morir le toque presentarse personalmente a juicio, algo de lo que nadie
sabe el día ni la hora. Pero que es seguro que tendremos que hacerlo no cabe
duda pues, como dice Pablo: “Todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo.” (Rm 14:10).
¿Por qué diez
vírgenes? El número diez, aparte de su valor mnemotécnico (los diez dedos de
las manos, cinco en cada una) en el Antiguo Testamento es símbolo de lo
completo: los diez mandamientos, las diez plagas de Egipto, las tablas de diez
codos del tabernáculo, las cucharas de diez siclos de oro, etc., etc. (2) Diez es también en el
judaísmo el número mínimo de hombres (minyam) con el cual se puede establecer
una sinagoga, y el número mínimo de hombres requerido para comer el cordero
pascual.
Se les llama
vírgenes porque ellas representan primeramente a los cristianos, a los miembros
de la iglesia, que es pura y santa (Ef 5:27), como lo era idealmente también el
pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, y por eso con frecuencia se le llama
“virgen” (Lam 1:15; 2:13).
Los matrimonios solían
celebrarse de noche o, al menos, duraban
hasta hora avanzada, lo que explica que las vírgenes que formaban parte del
cortejo llevaran lámparas consigo para no tropezar en el camino.
El sentido básico de
la parábola es que hay que estar preparados para cuando el Señor venga en un
día que sólo Dios conoce. Debemos vivir constantemente como si hoy fuera el
último día de nuestra vida, porque en realidad, no sabemos cuándo el Señor
vendrá a buscarnos. Puede ser hoy, o mañana, o dentro de muchos años.
Jesús quería además
advertir a los discípulos, que esperaban que su retorno a la tierra sería
inmediato, que Él podía demorar más de lo que imaginaban. Por tanto, había que
velar, es decir, estar siempre listos (Lc 21:34-36).
¿Qué es estar listos
para su venida? Vivir en estado de gracia, en comunión con Dios; habiéndose
arrepentido y habiendo sido perdonado de todo pecado.
Tener aceite
suficiente en nuestra lámpara es perseverar en el estado de gracia, de comunión
efectiva con Dios, aborreciendo el pecado y no cediendo a las tentaciones que
constantemente nos asaltan.
Eso hicieron las
vírgenes prudentes; en eso fallaron las vírgenes necias: No estaban en estado
de gracia cuando Jesús vino de improviso, aunque parecía que llevaban una vida
cristiana correcta (2Tm 3:5). Cuando quisieron arrepentirse, ya era tarde.
Nuestro destino eterno se define en el momento de la muerte. No hay segunda
oportunidad.
La fiesta de bodas
en la casa del esposo, como en otras parábolas afines (Mt 22:1-14; Lc 12:36) es
el reino de los cielos, donde se goza de la presencia de Dios en compañía de
los ángeles, y de todos sus santos y elegidos.
Que el Señor venga a
medianoche –cuando los hombres están durmiendo, en sentido figurado- quiere
decir que Él viene cuando menos se le espera, como ocurrió en los días de Noé:
los hombres comían y bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta que
vino el diluvio y se los llevó a todos (Lc 17:26,27; Mt 24:37-39).
El clamor a
medianoche anunciando la venida del esposo es la voz del arcángel y de la
trompeta de Dios, que anuncia la venida del Señor con sus ángeles, y todos los
que entretanto hubieren fallecido resuciten para recibirlo, despertando de su
sueño de muerte; y los que estén vivos sean “arrebatados
juntamente con ellos para recibir al Señor en el aire.” (1Ts 4:16,17; cf
1Cor 15:51,52).
Arreglar sus
lámparas es prepararse a dar cuenta a Dios de su vida. Pero unos estarán
preparados para el juicio, otros, lamentablemente, no. En ese momento,
traspuesto el umbral de la muerte, nadie podrá ayudarlos, el estado de gracia
no se transfiere de unos a otros. Nadie puede compartir su aceite con otro. (3)
La luz de las
lámparas de las vírgenes necias se extingue porque, aunque llevaron una vida
aparentemente cristiana, y la gente las tenía por tales, en verdad vivían
alejadas de Dios. En el día del juicio, cuando se cierre la puerta
definitivamente para muchos, las apariencias de piedad caerán a tierra y se
mostrará lo que las personas son realmente.
Por eso Pablo nos
aconseja que no juzguemos por apariencias antes de que venga el Señor a
iluminarlo todo con su luz, porque Él “aclarará
también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los
corazones…” (1Cor 4:5).
En el día del juicio
los salvos no podrán ayudar de ninguna manera a los condenados, aunque
quisieran, por mucha compasión que sientan por ellos. “Id vosotras a comprar” es una frase involuntariamente irónica:
¿Por qué no lo hicisteis a tiempo? De nada sirvió que las vírgenes necias
invocaran en ese momento el nombre de Aquel a quien habían negado en sus vidas.
A ese respecto Herbert Lockyer
en “Todas las Parábolas de la Biblia”, anota: Cada persona es responsable de su
lámpara. La preparación es personal. Todas las vírgenes esperaban al esposo,
todas se durmieron, pero en el momento en que se anuncia que llega el esposo se
revela la diferencia que hay entre ellas: Unas estaban preparadas para
recibirlo; otras, no.
Todas eran iguales en
lo externo: todas tenían lámparas; pero no eran iguales en lo interno:
el aceite que algunas tenían no era suficiente para la larga espera.
La preparación es
personal: Cada cual dará cuenta a Dios de sí, dice Pablo (Rm 14:12). La puerta se cierra para las que
no están preparadas.
La parábola enseña
la perseverancia porque las vírgenes necias estaban preparadas al comienzo
(tenían lámparas y aceite), pero no al final. Por eso Jesús concluye: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la
hora…”.
Por su lado, R.C. Trench en “Notes on the Parables of our Lord”, observa:
Las vírgenes son las compañeras o amigas de la novia (la iglesia), vírgenes
como ella.
Vírgenes son todos
los que esperan la segunda venida del Señor. Hay quienes están armados de todas
las cualidades que menciona Pedro en 2P 1:5-9, y quienes las descuidan: fe,
virtud (es decir, fortaleza), conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad,
afecto fraternal, amor. Esas cualidades son la provisión más o menos abundante
de aceite que cada cual posee.
Según otra
interpretación las vírgenes necias son las que confiesan a Jesús con sus
labios, pero carecen de la fe verdadera que vivifique sus vidas. Lo exterior de
la vida cristiana es la lámpara, lo interior es el aceite, símbolo del
Espíritu. (Recuérdese el aceite de la unción, Ex 30:22-33).
Las vírgenes necias
son negligentes en la oración, perezosas en su trabajo para Dios. Tienen
aceite, pero no lo suficiente.
Las vírgenes
prudentes reconocen que tienen un largo camino por delante de negación de sí
mismas (Mt 16:24) y, por tanto, necesitan estar llenas del Espíritu.
La demora del esposo
sugiere que la segunda venida del Señor no es inmediata (2P3:9), y por tanto,
los creyentes no deben dormirse en su fe, sino permanecer vigilantes para ser
hallados dignos de entrar en su reino cuando Él venga inesperadamente como
ladrón en la noche (2P3:10).
John A. Broadus
(“Commentary on Mathew”): Los matrimonios eran celebrados por la noche en la
casa de la novia. De ahí que después el novio, acompañado por sus amigos y las
amigas de ella, fuera en procesión a su propia casa para la fiesta, llevando
lámparas para el camino.
Sin las lámparas
encendidas las vírgenes no serían admitidas a la fiesta. Arreglar sus lámparas
es rellenarlas de aceite, enderezar la mecha.
Aplicación: La única manera de estar
listos cuando Jesús venga, es estar siempre listos. La única manera de estar
preparados para morir, es estar siempre preparados. Una parte de la humanidad
estará preparada para ese día, otra parte no lo estará.
El retorno de Jesús no será
tan pronto como algunos en ese tiempo imaginaban. Por eso es que algunos se
duermen en la espera, es decir, mueren.
El no traer una reserva de aceite
en vasijas junto con sus lámparas es una indicación del poco interés que se
pone en las cosas de Dios (Os 6:4).
Las vírgenes
prudentes no pueden ayudar a las necias porque la piedad y la fe son personales
e intransferibles. Es como la necesidad de comer. Yo no puedo comer por ti si
tienes hambre.
“No os conozco” dirá Jesús a algunos
porque no hicieron la voluntad de su Padre (Mt 7:23). Eso no significa rechazar
a los que sinceramente buscan ser salvados.
Los hombres en
tiempos de Noé no creían que habría un diluvio, y por eso, no tomaron
precauciones y se burlaron de él. Cuando vino, cada uno hacía su vida normal,
pero los que no tuvieron cabida en el arca fueron arrastrados por las aguas.
Jesús preguntó una
vez: “Cuando venga el Hijo del Hombre
¿hallará fe en la tierra?” (Lc 18:8) Los hombres estarán demasiado ocupados
en sus asuntos personales para pensar en Dios. Los que no estén preparados
serán arrastrados a su perdición. Los preparados serán salvos.
La segunda venida
del Señor es un suceso que llenará de alegría a algunos, pero de terror a
otros. Habrá que estar listos, por lo que la preparación debe ser permanente.
Lamentablemente muchos de los que creen ser amigos de Jesús, o dicen serlo, no
estarán listos.
Los esfuerzos
apurados del último momento para estar bien con Dios se revelarán inútiles. A
muchos la muerte los sorprenderá sin que tengan tiempo de arrepentirse. La
puerta del cielo les estará cerrada para siempre. Los que no quisieron buscar
la gracia de Dios cuando tuvieron tiempo, no tendrán tiempo de hacerlo cuando
lo necesiten.
Notas: 1. En la parábola no se menciona a la esposa, que queda como oculta,
como tampoco se la menciona en Mt 22:1-14. Sin embargo, algunos textos latinos
y sirios la mencionan, reflejando la costumbre occidental, según la cual la
esposa es conducida donde el esposo para la ceremonia. Recuérdese que en el
episodio de las Bodas de Caná (Jn 2:1-12), la fiesta de bodas se celebra en la
casa del novio, y la novia tampoco es mencionada.
2. Elcana le dice a su mujer Ana: “¿No
te soy yo mejor que diez hijos?” (1Sm 1:8) Diez también fue el número de testigos
que Booz convocó para decidir el asunto de la redención de las tierras que
habían pertenecido a su pariente Elimelec, y que su viuda Noemí había decidido
vender (Rt 4:1-3).
3. En esta parábola Jesús parece haber dado previsoriamente un
argumento contra la doctrina de que la salvación no se pierde (una vez salvo,
siempre salvo) porque si las cinco vírgenes necias eran creyentes ¿cómo así
Jesús les cerró la puerta?
NB. Veamos algunas de las
palabras griegas:
Parthénos= virgen, doncella; muchacha
que no ha conocido varón, que está en edad casadera; en Ap 14:4 se aplica a los
hombres que no se han contaminado con mujeres (en sentido de libertinaje).
Numphíos= novio, esposo recién
casado.
Phrónimos= Prudente, sensible,
poseedor de sabiduría práctica.
Morós= tonto, estúpido, necio.
Élaion= aceite de oliva, usado
tanto para iluminar, como para ungir.
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a
gozar de la presencia de Dios, yo te exhorto a arrepentirte de todos tus
pecados y a pedirle perdón a Dios por ellos diciendo: Jesús, yo te ruego que
laves mis pecados con tu sangre. Entra en mi corazón y gobierna mi vida. En
adelante quiero vivir para ti y servirte.
#925 (08.05.16).
Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia
1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución
#003694-2004/OSD-INDECOPI).
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