LA VIDA Y LA PALABRA
MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS IV
A LA IGLESIA DE
ESMIRNA II
Un Comentario de
Apocalipsis 2:10-11
10. "No temas en nada
lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la
cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel
hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida."
Los creyentes de Esmirna ya
estaban sufriendo persecución y tribulación. Sin embargo, Jesús les anuncia que
aún van a padecer más. Aún no han escanciado el cáliz de sufrimiento hasta el
fondo, todavía les queda más amarguras que sufrir. Pero Jesús añade: "No
temas." Ésta es una expresión que figura muchas veces en otros lugares
de la Biblia, y concretamente en boca de Jesús, que es como si nos dijera a
cada uno: "No temas, porque yo estoy contigo" (Is
43:5a).
Y eso es lo que Jesús nos
dice a todos nosotros, no sólo a los cristianos de Esmirna: "Cuando
pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán.
Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti". (Is
43:2; pero véase también el vers. anterior y el siguiente de ese pasaje). No
tengas temor alguno en las pruebas que yo he determinado que tú debas pasar,
porque yo estaré a tu lado sosteniéndote. Tus enemigos podrán creer que yo te
he abandonado, o que yo soy impotente, pero cuando estés en lo más recio de la
batalla y creyendo que ya vas a sucumbir, entonces será cuando mi brazo que te
sostiene, será más poderoso.
No temas pues por esa corta
tribulación. Yo la he determinado para tu bien, y yo te daré las fuerzas para
soportarla. ¿Cuántos de nosotros nos encontramos en una situación semejante? ¿Pasamos
por una gran tribulación y no entendemos porqué Dios lo permite? Pero es Él
quien la ha determinado para nuestro bien, y dará junto con la tentación la
salida para que podamos soportar (1Cor 10:13).
Notemos que la fe y el
temor son opuestos, no pueden subsistir juntos, porque la fe, cuando es firme,
ahuyenta el temor, como dice el salmista: "El día en que temo, yo en ti
confío." (Sal 56:3).
Jesús anuncia que el diablo
arrojará a algunos fieles de la iglesia a la cárcel. No serán brazos y
voluntades humanas quienes lo hagan, sino el diablo que utiliza a seres humanos
como instrumentos para atormentar a los seguidores de Cristo. Como antes ha
mencionado a la sinagoga de Satanás (vers. 9), ya podemos inferir de dónde
proviene el odio. Desde el inicio del libro aparece claro quién es el autor de
las persecuciones, que después será identificado como "la serpiente
antigua que se llama diablo y Satanás." (12:9; 20:2; Gn 3:1). Pero el
diablo (esto es, el acusador) no puede hacernos nada que Dios no permita. Esto
es lo que nos muestra claramente el libro de Job. Cuando Satanás en cierto modo
le pide autorización a Dios para someter a prueba la fidelidad de Job tocando
sus posesiones, Dios lo autoriza a tocar sus bienes, pero no su cuerpo (Jb
1:11,12). Más adelante, cuando Dios elogia a Job porque mantiene su integridad
para con Él a pesar de que está en la ruina, Satanás le pide permiso para tocar
su cuerpo, y Dios lo autoriza a hacerlo, mas no a tocar su vida (Jb 2:3-6). A
ese límite se somete Satanás. Como sabemos, aunque refunfuña y se queja, Job no
se rebela contra Dios.
La tribulación que viene,
le dice Jesús a la iglesia de Esmirna, será corta y tendrá una duración de diez
días. ¿Debemos entender esto en un sentido literal, o en uno simbólico? Yo me
inclino tentativamente por lo primero, recordando que Daniel y sus amigos le
pidieron al eunuco que los cuidaba que les dejara comer sólo legumbres durante
diez días como prueba de que no empalidecerían en consecuencia. (Dn 1:12-14).
Pero no descarto que pueda entenderse también en un sentido simbólico, como un
período limitado de tiempo, tal como ocurre en otros pasajes de la Biblia (Gn
24:55; 31:41; Hech 25:6).
Alguien ha observado que el
número doce es la cifra divina de lo completo. Así como Jesús escogió a doce
apóstoles, la corona de la iglesia tiene doce estrellas (Ap 12:1), pero la
bestia tiene diez cuernos (12:3; 13:1; 17:3). El número diez simboliza aquí la
victoria temporal de Satanás, cuya duración está controlada por Dios en
consideración a sus escogidos (Mt 24:22). Hay algunos comentaristas, sin
embargo, que piensan que el número diez alude a las diez persecuciones que sufrieron
los cristianos bajo los emperadores romanos, desde Nerón hasta Diocleciano.
¿Qué debemos hacer nosotros
por nuestros atormentadores? Lo que Jesús dice: "Amad a vuestros
enemigos" (Mt 5:44). Ellos no son más que instrumentos del Maligno, y
debemos orar por ellos para que escapen del engaño en que se encuentran.
"Sé fiel hasta la
muerte". Lo que esta frase demanda
es una fidelidad absoluta, una fidelidad que no teme llegar hasta sacrificar la
propia vida (cf Ap 12:11; Hch 22:4); una fidelidad que está basada en la
fidelidad absoluta de Dios (Sal 36:5; 117:2; 1 Tes 5:24). Es un anuncio,
además, de que la tribulación podrá consistir en torturas que lleven a la
muerte, como fue el caso de muchos. El cristiano debe estar preparado para
afrontar lo peor, así como su Maestro fue torturado y permaneció fiel hasta la
muerte en la misión que se le había encomendado de redimir a la humanidad
caída.
Pero así como Jesús recibió
"la corona de vida" al resucitar, el cristiano que sea fiel
hasta la muerte, recibirá también de sus manos esa corona, y compartirá el
triunfo de su Señor. A eso alude St 1:12 cuando menciona "la corona de
la vida" que recibe todo el que resiste la prueba, corona que, dicho
sea de paso, representa lo mismo que el "árbol de la vida" que Jesús
promete a la iglesia de Éfeso (Ap 2:7).
Pablo, por su lado, destaca
la diferencia entre la guirnalda, ocorona hecha de flores y, por tanto,
corruptible, que recibe el atleta por su triunfo en el estadio, y la corona
incorruptible, es decir, eterna, que recibe el cristiano que triunfa cuando su
fidelidad es puesta a prueba (1 Cor 9:25; 2 Tim 4:8; 1 Pedro 5:4). ¡Qué abismo
de diferencia separa las recompensas humanas, que son de corta duración, de la
recompensa divina, que no termina nunca!
Sin embargo, debemos acotar
que si nosotros no estamos sufriendo persecución -digo persecución sangrienta-
por nuestra fe, sí hay en otros lugares del mundo "iglesias de
Esmirna" donde los cristianos son perseguidos sin compasión, pierden sus
casas, sus empleos y son asesinados impunemente, sin hablar de las prisiones
injustas que muchos sufren. (Nota) John Stott escribe
apropiadamente: "Nuestro adversario nos tienta para destruirnos; nuestro
Padre nos prueba para refinarnos". Y añade: "Así como el oro es
purificado de sus impurezas en el horno, la fe del cristiano es purgada, y su
carácter fortalecido, por el fuego de las persecuciones." (cf 1P 1:7).
11. "El que tiene
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá
daño de la segunda muerte."
En esta carta, como en
todas las otras epístolas que dirige Jesús a las iglesias, aparece esta frase, como
se explicó largamente al comentar el vers. 7 tres artículos atrás
("Mensajes a las Siete Iglesias I. A la Iglesia de Éfeso I")
Hay poco que agregar. "El
que tiene oído, oiga." Es una orden perentoria sujeta a una condición inicial:
El que no tiene oídos espirituales, no puede oír lo que el Espíritu dice a las
iglesias aunque quisiera. Pero el que sí los tiene, debe oír lo que el Espíritu
dice. No hay escapatoria, porque el mensaje es urgente para aquellos a quienes
está dirigido.
Pero el que no tuviera
oídos espirituales, aunque sea cristiano, debe procurárselos, porque los necesita.
¡Cuántas veces nosotros somos sordos a lo que Dios quiere decirnos, porque
nuestros oídos están taponados por los halagos del mundo! Perdemos la capacidad
de oír. Pero si los tuvimos, podemos recuperarlos, limpiando nuestros oídos de
todo lo que los embota, es decir, desprendiéndonos de las cosas exteriores que
nos distraen, y poniendo "los ojos en Jesús, el autor y consumador de
la fe". (Hb 12:2). Entonces nuestros oídos espirituales recuperarán su
capacidad auditiva.
¿Y qué es lo que dice el
Espíritu a la iglesia de Esmirna? El que venciere en esta lucha en la que está
empeñado contra el enemigo de nuestras almas, que trata por todos los medios de
apartarnos de Dios; el que no se deje atrapar por las trampas que le pone el
mundo, ése no sufrirá daño de la segunda muerte, esto es, no la experimentará.
¿Y qué es la segunda
muerte? La primera muerte es la separación del alma y del cuerpo. La segunda
muerte es la separación definitiva del hombre y de Dios, esto es, la
condenación eterna, el lago de fuego y de azufre al cual serán arrojados todos
los que no se arrepientan de sus pecados antes de morir (Ap 20:14,15; 21:8).
Jesús dijo alguna vez que
no debemos temer "a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar;
temed más bien a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno."
(Mt 10:28). Esta es la muerte más horrible de todas porque conduce a
tormentos interminables. A ella se exponen todos los que con su vida y su
conducta desafían a Dios.
Alguna vez he escrito:
"El que nace sólo una vez, muere dos veces; el que nace dos veces (la segunda
vez de lo alto) muere sólo una." Es decir, sólo padece la muerte física.
Pero aún el que nace de lo
alto puede dar marcha atrás. Ezequiel lo expone con gran claridad: "El alma
que pecare, ésa morirá... Mas si el justo se apartare de su justicia y
cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío
hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta;
por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello
morirá." (Ez 18:20,24). Aquí el profeta no habla de la muerte física,
sino de la espiritual.
No debemos dejar de pedirle
al Señor constancia en esta lucha a muerte en que estamos empeñados, para que
no aflojemos y nos volvamos atrás por desánimo, o cansancio. Pablo escribió: "El
que piensa estar firme, mire que no caiga." (1 Cor 10:12)
Nota: En el estado de Orisa, India, los cristianos son perseguidos por
fanáticos hinduistas; en la China los fieles y pastores del movimiento de las
iglesias domésticas son con frecuencia encarcelados; y los cristianos de Irak
son perseguidos, y en muchos casos asesinados, por el Estado Islámico.
Amado lector: Jesús dijo: "¿De qué le sirve al hombre ganar
el mundo si pierde su alma?" Si
tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de
Dios, yo te exhorto a arrepentirte de tus pecados, y te invito a pedirle perdón
a Dios por ellos haciendo una sencilla oración:
"Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados
cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu
perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces,
pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me
arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido
hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra
en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y
servirte."
#900 (27.09.15). Depósito
Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231,
Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).
No hay comentarios:
Publicar un comentario