Pasaje tomado de mi
libro
Matrimonios que
perduran en el tiempo
LA MUJER CASADA no debe ofrecer su cuerpo a ojos
ajenos, es decir, aquellas partes de su cuerpo que, desnudas, atraen las
miradas masculinas. Si lo hace mancha su cuerpo. Pero no sólo se trata de la
exhibición de algunas partes de su cuerpo que la moda moderna desnuda, sino
también de aquellos vestidos que dibujan o insinúan su silueta.
Dios
ha puesto en el cuerpo de la mujer, en sus formas, en su contorno, en la gracia
de sus movimientos y en su caminar, un poderoso atractivo para el hombre. Ese
atractivo, que cumple una función santa en la "economía" del amor y
del matrimonio, sólo debe ser desplegado ante el marido. Si se exhibe ante ojos
ajenos ese atractivo es violado, manchado por las miradas impuras que provoca,
y ya no puede ser el "huerto
cerrado" de que habla el Cantar de los Cantares, donde el marido
encuentre sus delicias (4:12).
Desgraciadamente
hay muchas mujeres casadas, aun cristianas, que movidas por la vanidad e
impulsadas por los caprichos de la moda, gustan de impresionar a otros hombres
con su belleza. No se dan cuenta de que ellas se hacen culpables de los malos
deseos que inspiran, del adulterio que otros hombres cometen con ellas en su
pensamiento (Mt 5:28). Y hay hombres a quienes les gusta exhibir la belleza de
sus mujeres. Es como si ofrecieran el cuerpo de su mujer a otros. ¡Necios, no se dan cuenta de lo que hacen!
(Páginas 30 y 31. Editores Verdad y Presencia, Tel.
4712178)
1 comentario:
la vida es una sola, por algo Dios "el arquitecto del mundo" nos diseño asi, cada quien que haga lo que se le venga en gana! ya pensare que el infierno es la misma tierra donde vivimos
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