martes, 9 de agosto de 2011

TERREMOTOS, TSUNAMIS Y ACCIDENTES ATÓMICOS

¿Tienen algún significado espiritual los terribles acontecimientos que han ocurrido, y siguen ocurriendo, en el Japón, que han causado miles de víctimas, enormes daños a su infraestructura y cuantiosísimas pérdidas económicas? Creo que sí. Después de la erupción de un volcán en Islandia, ocurrida hace poco tiempo, cuyas cenizas, diseminadas en la atmósfera, paralizaron el tráfico aéreo en el Atlántico Norte, y perturbaron las comunicaciones, éste es el segundo aviso que nos da Dios de que Jesús viene pronto, y que el día del juicio se acerca.

Frente a estos “actos de Dios” -como acertadamente los designa la terminología anglosajona de los seguros- la más avanzada tecnología humana, orgullo del hombre, se descarrila y es impotente, y la vida de las sociedades más desarrolladas se paraliza y cunde el pánico ante las consecuencias imprevisibles que pueden desatarse.

En Isaías 59:1,2 el Señor dice: “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro para no oír.” Y más adelante añade: “Esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.” (v. 9b). “Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros…” (v. 12a). Esas duras palabras pueden aplicarse no sólo al Japón sino al mundo entero, donde se ofende a Dios desvergonzadamente a diario. Por último dice también: “Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria (¿No se llama al Japón “el Imperio del Sol Naciente”?); porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.” (v. 19)

Cuando se dio la voz de alerta por el peligro de que el tsunami llegara a nuestras costas, la población se preparó, y la que estaba en las zonas de riesgo, fue evacuada. Cuando el Señor da su voz de alerta: “He aquí que viene con las nubes” (Ap 1:7), ¿qué hace el hombre? ¿Qué medidas toma para recibirlo y no perecer en el día de angustia?

¿Sucederá como dijo Jesús: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.” (Mt 24:37-39)? Fue para nosotros que Él dijo: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.” (v. 42). “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (v. 44).

Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Como dijo Jesús: “¿De que le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26) ¿De qué le serviría tener todo el éxito que desea si al final se condena? Para obtener esa seguridad tan importante yo te invito a hacer una sencilla oración como la que sigue, arrepintiéndote de tus pecados y entregándole tu vida a Jesús:
Yo sé, Jesús, que tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé también que no merezco tu perdón, porque te he ofendido voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

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