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miércoles, 16 de marzo de 2022

¿QUÉ SON LOS EVANGÉLICOS? I C

 

LA VIDA Y LA PALABRA

Por José Belaunde M.

¿QUÉ SON LOS EVANGÉLICOS? I C

Miremos ahora lo que sucedía al otro lado del Atlántico, en Norteamérica, La mayoría de los colonizadores de habla inglesa eran anglicanos, pero también había miembros de otras denominaciones, presbiterianos, bautistas, etc. Pero los que tuvieron una mayor influencia en esas colonias fueron los padres peregrinos, que fundaron nueva Inglaterra, a los que se suele llamar “puritanos”, término que tenía un significado peyorativo pero que ellos adoptaron orgullosamente como propio.

Ellos eran calvinistas, que en su mayoría se habían separado de la iglesia de Inglaterra, por lo que fueron llamados “separatistas”. Algunos de ellos emigraron a los Países Bajos (Holanda) en 1608, pero regresaron a su patria, pensando irse al Nuevo Mundo, para fundar una colonia que fuera un modelo de vida cristiana, según la frase de Jesús sobre una ciudad asentada en un monte que no se puede esconder (Mt 5:14).

En otoño 1620 un buen número de ellos, a bordo del buque “Mayflower”, desembarcaron en Cape Cod, y fundaron la colonia Plymouth. Miles más se sumaron a ellos en las siguientes décadas en Plymouth y el cercano Massachusets.

Los puritanos han legado a las generaciones siguientes muchas de las características esenciales de la cultura americana, como son las universidades (tales como Yale y Harvard que fueron inicialmente fundadas para formar ministros del culto) y las escuelas públicas.

Las instituciones democráticas americanas deben mucho a los “town meetings” (reuniones de los habitantes de la ciudad) de Nueva Inglaterra, y a la legislación de Massachusetts. Asimismo la ética del servicio público y la responsabilidad cívica de los padres peregrinos contribuyó a que la nación contara con un liderazgo político efectivo en el momento oportuno.

En el curso del siglo XVII fueron llegando a Nueva Inglaterra y a Pennsylvania miembros de otras denominaciones que establecieron iglesias diversas, presbiterianos, bautistas, cuáqueros, y hasta católicos en Baltimore.

Las colonias inglesas de la costa atlántica de Norteamérica experimentaron entre los años 1720 y 1744 un poderoso avivamiento, llamado por los historiadores “The Great Awakening” (El Gran Despertar).     

Sus principales protagonistas fueron inicialmente el pastor alemán de la Iglesia Reformada Theodore Freylinghuysen (1691-1748), que había absorbido las enseñanzas pietistas; el ministro presbiteriano escocés, Gilbert Tennent (1709-64), que fundó el Log College para la formación de predicadores laicos, que después se convirtió en la Universidad de Princeton; y el erudito Jonathan Edwards (1703-1758), el primer teólogo importante nacido en Norteamérica, que registró los sucesos del avivamiento en su libro “Fiel narración de la sorprendente obra de Dios”. Él se hizo famoso con un sermón cuyo título, “Pecadores en manos de un Dios airado”, fue objeto de muchos comentarios.   

Ellos, como otros predicadores, estaban preocupados por la tibieza de los miembros de sus congregaciones y empezaron a predicar acerca de la necesidad de una conversión auténtica y profunda, y que no bastaba tener conocimiento de la doctrina cristiana, sino que había que conocer a Cristo personalmente con una fe viva.

El avivamiento provocado por esta predicación inflamada cundió por Nueva Jersey, Nueva York y nueva Inglaterra. El avivamiento recibió un gran impulso con la llegada de George Whitefield en 1739, que emprendió varias misiones comenzando en Georgia y subiendo poco a poco al Norte hasta su muerte acaecida en 1770, como consecuencia del agotamiento físico y de un violento ataque de asma. Él atraía a grandes multitudes donde quiera que fuera. Se dice que en una de esas misiones predicó 130 sermones en 73 días recorriendo 800 millas a caballo en Nueva Inglaterra. Sus sermones pronunciados con voz potente causaban gran impacto en sus oyentes que solían llorar y gemir arrepintiéndose de sus pecados.    

El Agape, o “fiesta de amor”, fue introducida por el conde Zinzendorf en 1727 y los moravos como un servicio religioso para compartir alimentos y oración, cánticos y conversación piadosa. John Wesley la vivió por primera vez en Georgia en una reunión de moravos, y quedó muy impresionado por la forma decente y solemne en que se realizó.

Él la introdujo en las reuniones de la sociedad metodista en Gran Bretaña y luego en América del Norte.

La fiesta tiene su origen en la Última Cena que celebró el Señor la víspera de su pasión. En las primeras décadas de la vida de la iglesia era celebrada con anterioridad pero en conexión con la Eucaristía. El apóstol Judas la menciona en el versículo 12 de su epístola, y más anteriormente lo hace Pablo en el capítulo once de su primera epístola a los Corintios, especialmente en los vers. 20-22, 33 y 34, denunciando los abusos que en ella se cometían. En el segundo siglo ambas celebraciones fueron separadas. El año 692 el concilio Trullano las prohibió debido a los abusos cometidos en su celebración, pero persistió en algunas iglesias ortodoxas, de donde posiblemente la tomaron los moravos, dándole la solemnidad y la alegría que ellos consideraron apropiado.

Cuando Wesley tuvo oportunidad de asistir a una de esas celebraciones quedó tan impresionado que le pareció asistir a una celebración de los tiempos apostólicos.

Su celebración se convirtió en una característica habitual del movimiento evangélico, y si bien con el tiempo fue siendo olvidada, últimamente ha sido revivida. En ella los cánticos y oraciones alternan con testimonios en los que algunos asistentes relatan lo que Dios ha hecho en su vida. Su celebración, en la que los participantes comparten alimentos sentados en torno a una mesa, con ocasión de las conferencias anuales o periódicas de las iglesias y organizaciones religiosas es muy frecuente en algunos países.

Puede decirse que las reuniones nocturnas o matutinas de la Fraternidad Internacional de los Hombres del Evangelio Completo (FINHEC), surgida a comienzos del siglo XX en California, son una forma moderna de Agape, cuyos efectos espirituales en algunos casos pueden ser muy profundos.

Pero el uso de la palabra Agape se ha generalizado tanto que en el mundo secular a veces se da ese nombre a los almuerzos y cenas que se celebran en homenaje a una persona.

Este artículo no estaría completo si no me refiriera a la doctrina de la perfección cristiana expuesta por Wesley. El “Perfeccionismo” es un aspecto esencial de la teología wesleyana. Consiste en la abstención voluntaria de toda transgresión de la ley moral. Es un don recibido por fe en un momento dado de la vida por acción de la gracia.

El cristiano puede llegar a estar lleno de un amor por Cristo tal que excluya todo pecado voluntario en su caminar y lo lleve a vivir una vida cotidiana de santidad. Sin embargo, no consiste en una impecabilidad absoluta, algo que sería incompatible con la fragilidad humana y puede perderse si se descuida.

Para terminar quiero citar algunos pasajes del pequeño libro que Wesley escribió (entre muchos otros): “Una Exposición Sencilla de la Perfección Cristiana”:

“El fondo del alma puede estar en reposo al mismo tiempo en que pasamos por grandes dificultades, así como el fondo del mar está en calma mientras que la superficie está agitada.”

“Una de las grandes evidencias del amor de Dios por aquellos que lo aman es enviarles aflicciones junto con la gracia para soportarlas.”

“La verdadera resignación consiste en una completa conformidad con la total voluntad de Dios que quiere y hace todo lo que ocurre en el mundo, salvo el pecado. Para lograrlo lo único que tenemos que hacer es abrazar todos los acontecimientos, buenos y malos, como Su voluntad.”

“Debemos soportar a los que no podemos corregir, y contentarnos con ofrecerlos a Dios. Esa es verdadera resignación. Y puesto que Él llevó nuestras enfermedades, bien podemos nosotros soportar mutuamente las nuestras por Su causa.”

“No hay amor a Dios sin paciencia, y no hay paciencia sin humildad y mansedumbre de espíritu.”

“Dios es el primer objeto de nuestro amor, y nuestro siguiente empleo es soportar los defectos de otros, comenzando a hacerlo en el seno de nuestro propio hogar.”

“Dios no hace nada sino en respuesta a la oración, y aun aquellos que se convirtieron a Dios sin orar ellos mismos por esa causa, no lo hicieron sin la oración de otros. Toda nueva victoria que obtiene un alma es consecuencia de una nueva oración.”

“La oración continúa en el deseo del corazón, aunque el entendimiento esté empleado en cosas externas.”

“En las almas llenas de amor el deseo de agradar a Dios es una oración continua.”

“Una de las principales reglas de la piedad es no perder ninguna ocasión de servir a Dios. Y puesto que Él es invisible a nuestros ojos, debemos servirlo en nuestro prójimo; lo cual Él recibe como si fuera hecho a Él mismo en persona, parado visiblemente delante nuestro.” (Mt 25:34-40)   

 

miércoles, 9 de marzo de 2022

¿QUÉ SON LOS EVANGÉLICOS? I B

 

LA VIDA Y LA PALABRA

Por José Belaunde M.

¿QUÉ SON LOS EVANGÉLICOS? I B

Después de esta experiencia transcendental, John viajó a Alemania para visitar la comunidad de moravos en Herrenhut, que dirigía el conde Nikolaus von Zinzendorf y quedó impresionado por la piedad sincera y la unidad del grupo.

¿Quiénes eran estos hermanos moravos? Para contestar a esa pregunta debemos evocar la figura de Jan Hus (1372-1415). De origen humilde él hizo sus estudios en la Universidad de Praga, de la que fue nombrado profesor en 1398. Fue ordenado sacerdote, motivado como muchos por el deseo de prestigio, de seguridad financiera y por la amistad de la sociedad académica. En un momento dado experimentó una conversión profunda que lo llevó a adoptar una vida más simple, y aspirar a un intenso crecimiento espiritual. Involuntariamente se vio envuelto en la controversia entre los profesores alemanes y los checos en la universidad. Hus, sin embargo, gozaba de gran prestigio como rector y predicador de la capilla de Belén en Praga, usando el idioma checo. Influenciado por el filósofo inglés John Wiclif (c1329-1384), cuyas obras tradujo al checo, denunció los abusos y riqueza del clero, cuya moralidad dejaba mucho que desear. Esto provocó una reacción en contra suya. Fue denunciado a Roma, y como consecuencia, el arzobispo de Praga le prohibió predicar, orden que él no acató, siendo en consecuencia, excomulgado.

El rey Wenzeslao le ordenó abandonar Praga. Apeló la decisión de la curia al concilio de Constanza en 1414, a donde, después de mucho dudar, viajó provisto de un salvoconducto del emperador Sigismundo, pese a lo cual fue encarcelado. En una audiencia pública se le ordenó abjurar de ideas que nunca habían sido suyas. Fue declarado hereje obstinado, degradado del sacerdocio y quemado en la hoguera el mismo día.

Su condena fue ciertamente un gran crimen que lo convirtió en héroe nacional y mártir. El movimiento religioso suscitado por él continuó después de su muerte, dividido en dos ramas, una moderada, llamada "utraquista", y otra extrema, que asumió el nombre de "taboritas". Los primeros creían que los laicos debían recibir los dos elementos de la Eucaristía, el pan y el vino. Después de derrotar a los taboritas en la batalla de Lipany, el concilio de  Basilea (1431-49) llegó a un acuerdo con los utraquistas, concediendo el uso de las dos especies de la comunión a los laicos. Se convirtieron en la iglesia oficial de Bohemia, hasta que la guerra de treinta años (1618-48) trajo la restauración plena del catolicismo.

Por su lado, los taboritas, el ala más radical del movimiento husita, rechazaban la transubstanciación, el purgatorio, los santos, las reliquias, y la distinción entre sacerdotes y laicos. El movimiento llegó a ser masivo, nutrido por las clases bajas. Derrotaron a las cruzadas imperiales dirigidas contra ellos, hasta que muerto su líder, Jan Zigby, fueron derrotados por los nobles en la batalla de Lipany.

Un remanente de hermanos moravos fue invitado por el conde Nikolaus von Zinzendorf, cuya familia tenía conexiones pietistas, a establecerse en sus dominios y fundar una comunidad con el nombre de Herrenhut (La Protección del Señor) de acuerdo al modelo de la antigua Unitas Fratum. Aunque su primer dirigente fue un carpintero de nombre Christian David, Zinzendorf manejaba todos sus asuntos y con el tiempo fue consagrado obispo en 1737. Llevaban una vida austera dedicada al trabajo y a la oración: “No trabajamos por vivir sino vivimos para trabajar” comentó una vez Zinzendorf. La borrachera, el hurto, los juramentos, el sexo ilícito eran castigados con la expulsión. El baile estaba estrictamente prohibido. No obstante más gente quería unirse a ellos que los que podían humanamente admitir. 

En 1731 Zinzendorf encontró a un esclavo convertido que le habló de la necesidad de enviar misioneros. En poco tiempo los moravos asumieron las misiones como  una de sus principales tareas, enviando misioneros desde  Groenlandia hasta Sudáfrica, mucho antes de que lo hiciera el pastor bautista William Carey en 1793. Tuvieron un éxito particular en Norteamérica predicando a los indígenas.   

De regreso de Alemania John empezó a predicar en muchas iglesias y sociedades proclamando la necesidad de comprometerse con Cristo y de asemejarse cada vez más a Él. Aquí se podría notar la influencia del libro "La Imitación de Cristo" de T. Kempis.

Pero muchos pastores objetaban su mensaje y se negaban a cederle el púlpito. Objetaban sobre todo la manera emocional como la gente reaccionaba a su prédica. Quizá también se sentían cuestionados por su mensaje.

John empezó a predicar al aire libre en Bristol en 1739, y empezó a viajar a caballo por toda Inglaterra y Escocia, predicando donde quiera que pudiera hacerlo, con frecuencia desde su cabalgadura, algo entonces inusitado. Viajó miles de kilómetros en un año y predicó un promedio de 15 sermones por semana. Lo hacía con o sin el permiso del pastor anglicano local. A la objeción: "Esta no es su parroquia", él contestaba: "El mundo es mi parroquia".

Si bien John adoptó la técnica evangelística de George Whitefield, él añadió sus propias innovaciones. Estableció grupos que se reunían semanalmente, según el modelo pietista, a los que llamó "clases", y que eran dirigidos por laicos. Nombró predicadores que debían visitar las clases, agrupadas en circuitos regulares.

La segunda innovación de John fue establecer lugares de reunión domésticos. Al crecer el movimiento, las casas de los miembros resultaron pequeñas para acomodar a tantas personas. John entonces propició la construcción de capillas que colaboraban con la iglesia local.

Pronto John observó con desagrado que metodistas laicos empezaban a predicar, por lo que les prohibió hacerlo. Sin embargo, su madre le hizo notar que él podía estarse oponiendo a la obra del Espíritu Santo. John escuchó el consejo materno, y pronto la predicación de laicos se convirtió en una de las características del movimiento. Posteriormente John organizó a sus predicadores laicos en conferencias anuales.

Después de la revolución americana de 1776 los metodistas americanos se sintieron incómodos de estar ligados a la iglesia de Inglaterra, por lo que Wesley autorizó la creación de una iglesia metodista en la nueva nación y ordenó a un obispo que la presidiera. Cuatro años después de la muerte de Wesley la iglesia metodista se constituyó como una iglesia separada de la iglesia anglicana en Inglaterra.

Si bien Charles Wesley hizo también una gran labor como predicador al lado de su hermano, su don mayor estaba en su talento como poeta y compositor de himnos. Escribió casi nueve mil himnos y publicó 56 volúmenes de sus melodías y textos en un lapso de 53 años. Algunos de ellos son todavía populares.

El avivamiento provocado por los Wesley y Whitefield influyó también en la iglesia anglicana, haciendo surgir en su seno una facción evangélica, siendo algunos de sus integrantes muy conocidos, como John Newton, el compositor de "Amazing Grace" (Gracia Maravillosa) y William Wilberforce, quien como parlamentario ejerció una gran influencia en la reforma social y religiosa de su país en el siglo XiX.

(Nota: Después de algunos años dedicados a la trata de esclavos africanos, al mando de un barco dedicado a ese comercio infame, y llevando una vida libertina, durante una tempestad en el mar John Newton experimentó una profunda conversión que le hizo cambiar de vida y profesión. Estando en Liverpool conoció a G. Whitefield y luego a J. Wesley que influyeron fuertemente en él. Finalmente optó por la carrera eclesiástica y en 1764 fue nombrado párroco en Olney. Estando ahí publicó una colección de himnos, algunos de los cuales son todavía populares. Él se interesó por la abolición del comercio de esclavos y pudo haber influido en Wilberforce en ese sentido.

Por su lado, éste último, nacido en el seno de una familia adinerada, y políticamente ambicioso, fue elegido, siendo aún joven, como miembro del Parlamento, donde se hizo amigo de William Pitt, el futuro primer ministro. En 1786 experimentó una conversión profunda y se convirtió en un cristiano serio. Convencido de la terrible crueldad que significaba el tráfico de esclavos africanos, que arrancaba de sus hogares hasta 50,000 desdichados cada año, que eran vendidos en los mercados del Caribe, empezó desde 1791 a presentar proyectos de ley para abolir ese comercio impío. Sus sucesivos proyectos de ley se chocaron con la oposición de los intereses económicos establecidos, hasta que por fin en 1807 ese comercio fue prohibido, aunque la prohibición de la esclavitud misma en Inglaterra tuvo que esperar hasta 1833. Pero esa no fue la única causa noble a la que dedicó su tiempo y esfuerzos. Entre ellas destaca la reforma de las costumbres de la clase alta, las misiones extranjeras, la difusión de la Biblia, y la mejora de las condiciones carcelarias.)