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viernes, 12 de febrero de 2016

EL MATRIMONIO ES UN PACTO

Dios dice que el matrimonio es un pacto o alianza, que se lleva a cabo bajo su tutela (Pr 2:17; Mal 2:14). Todo pacto, según vemos en el Antiguo Testamento es, por definición, inviolable, irrompible. Y así es el pacto matrimonial. La Biblia no conoce de matrimonio a prueba, "a ver si resulta". La unión de los esposos, según el propósito inicial de Dios, como afirma Jesús, es definitiva, para siempre mientras vivan (Véase también lo que escribe Pablo en I Cor 7:39. Lo que dice de la mujer, es cierto también para el hombre).
Dios es el que los ha unido, como dice Jesús: "Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre". (Mt 19:6b). Por eso su unión es sagrada. La sola admisión en la mente de los novios de que existe la posibilidad de divorcio, viene de la ignorancia de la santidad del pacto que van a contraer al casarse, y al que ambos se someten. Si lo supieran, el día que surgieran dificultades y conflictos entre ellos, tratarían por todos los medios de superarlas y sanarlas a fin de mantenerse unidos.
Al casarse se juraron fidelidad, y esa palabra debe permanecer, cualquiera que sean las circunstancias  que pudieran sobrevenirles luego. El hecho de que Balaam cantara: "Dios no es hombre para que mienta" (Nm 23:19) no puede servir de excusa al hombre para renegar de su palabra. He aquí lo que la Escritura dice acerca de la palabra empeñada: "Cuando alguno haga un voto al Señor, o profiera un juramento ligando su alma con una obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca." (Nm 30:2). Al contraer matrimonio hombre y mujer se hacen un juramento, o una promesa, según la fórmula que empleen, que tiene a Dios por testigo, y Dios les pedirá cuenta de cómo lo cumplieron (Ecl 5:5,6). (Continuará)

(Pasaje tomado del capítulo " Un Poco de Historia" de mi libro "Matrimonios que Perduran en el Tiempo"  Vol I, publicado por Editores Verdad y Presencia. Tel 4712178. Av. Petit Thouars 1189, Santa Beatriz, Lima, Perú).

miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL DIVORCIO SUELE TENER CONSECUENCIAS NEFASTAS

Pasaje tomado de mi libro
Matrimonios que Perduran en el Tiempo
El divorcio suele tener consecuencias nefastas en la vida de los individuos afectados. No sólo en la vida de los esposos, como bien saben todos los que han pasado por esa experiencia, sino también, y esto es más grave, en los hijos. El divorcio produce en ellos una herida profunda porque ellos ven a sus padres como una unidad. La presencia y cariño de ambos padres les proporciona seguridad. Cuando la unidad y armonía entre sus padres se rompe, el niño se siente amenazado y culpable. Al mismo tiempo, si el divorcio va acompañado de peleas y agresiones o, lo que es peor, de una competencia entre padre y madre por el cariño de los hijos, los niños se desconciertan, se sienten tironeados y experimentan un fuerte conflicto emocional, porque, en general, aman por igual a ambos progenitores, y les angustia que se les presione para decidirse por uno de ellos en perjuicio del otro.

No es sorprendente pues que todos los estudios que se han realizado sobre los efectos a largo plazo del divorcio, o de la separación, sobre los hijos menores, muestren resultados muy dañinos para su psicología, para su confianza en sí mismos y para su desarrollo como seres humanos.
Págs. 66 y 67. Editores Verdad y Presencia, Tel 4712178 Av. Petit Thouars 1191, Santa Beatriz, Lima





miércoles, 14 de diciembre de 2011

MATRIMONIO O CONVIVENCIA





Vivir juntos sin casarse, la llamada cohabitación o convivencia, es un mal negocio para la mujer. Ella contribuye con dinero, tiempo y afecto a la relación, pero no recibe a cambio ninguna garantía de estabilidad o de seguridad económica o afectiva, porque la relación puede romperse en cualquier momento a iniciativa de cualquiera de las partes. El matrimonio, en cambio, no puede disolverse así no más y, por tanto, da mayor seguridad a la mujer. Además, y esto es muy importante, le da estatus social. No es lo mismo ser la novia, la amiga o pareja de un hombre que ser su “señora”, su esposa, llevar su apellido.


Comprometerse a fondo con una persona ayuda a estabilizar la relación. Los esposos que han convivido antes de casarse están menos comprometidos el uno con el otro que los que no vivieron juntos, porque empezaron manteniendo “in pectore” la posibilidad de deshacer la relación.


El compromiso engendra confianza mutua. Por ese motivo la interacción en la convivencia es más conflictiva que en el matrimonio, porque hay menos confianza en la otra parte. A la vez, como no hay compromiso ni seguridad en la relación los convivientes tienden a ser manipuladores.


Según estudios realizados, la convivencia suele generar mayor satisfacción sexual al comienzo (y por eso se ha vuelto tan popular), pero a la larga la satisfacción decae. En el matrimonio la satisfacción sexual es de más largo aliento y tiende a profundizarse con el tiempo.


La convivencia es dañina para los hijos comunes de la pareja por la inseguridad intrínseca de la relación, pero lo es sobre todo para los hijos previos de uno y otro. El amigo o la amiga “cama adentro” no son verdaderos padres para ellos. En el Perú los casos de violación de hijos por el conviviente que no es el padre son numerosos. En el matrimonio, los casos de violación de hijos son rarísimos.


Los hombres y mujeres que apuntan al matrimonio y evitan la convivencia escogen mejor a la persona con que se unen, porque lo hacen con más cuidado y reflexión, pensando en el largo plazo . Lo que “invierten” de sí mismos en el matrimonio es mucho más que en la convivencia. Eso es aun más cierto cuando se contrae matrimonio como un compromiso para toda la vida. Pero cuando falta ese compromiso para toda la vida al celebrar las nupcias, el matrimonio es poco más que una convivencia formalizada. Estrictamente en ese caso los esposos están casados sólo a medias y pensarán en el divorcio más fácilmente.


El matrimonio hace también que para los casados (especialmente para las mujeres) la familia se convierta en el aspecto más importante de su vida, más importante que su trabajo. Los casados atesoran además su vida familiar porque son concientes de que contribuye a estabilizarlos emocionalmente.


Todo ser humano tiene una necesidad innata de compañía, de apoyo; de amar y de ser amado. Estas necesidades afectivas básicas suelen ser mejor satisfechas en el matrimonio que en la mera convivencia, porque en ésta el compromiso mutuo es menor y es mayor la independencia que cada parte guarda respecto de la otra. Por tanto, inevitablemente ambos se dan y se entregan menos el uno al otro.


Lamentablemente la TV moderna no pinta con colores favorables al matrimonio, y presenta, en cambio, a la convivencia como algo normal, cuando, de ser realista, debería presentar los inconvenientes que tiene la convivencia, sobre todo para la mujer, y mostrar las grandes ventajas que el matrimonio tiene para la pareja y para sus hijos.