Pasaje tomado
de mi libro
Matrimonios que
Perduran en el Tiempo
NINGÚN HOMBRE DEBE
PENSAR EN EL MATRIMONIO SI NO ESTÁ EN CONDICIONES DE PROVEER PARA SU CASA. Si
bien en nuestros tiempos puede ser necesario que la mujer colabore también para
ese fin, ése no es el orden natural de las cosas. El que las circunstancias
obliguen a que la mujer contribuya con su trabajo al sustento familiar es una
de las aberraciones de la vida económica moderna que esclaviza por igual a
hombres y mujeres, y es enemiga de la familia.
Que la mujer trabaje
voluntariamente para mejorar la economía familiar, o porque la necesidad
apremia, es otra cosa. Pero sería totalmente inequitativo que ella contribuya
económicamente al hogar y que el marido retenga el manejo exclusivo de las
finanzas familiares. Hay esposos cristianos que ocultan a sus esposas cuánto
ganan, o cuáles son sus fuentes de ingresos. No es mi propósito ahora tratar de
ese tema en detalle, pero es contrario a la confianza mutua que debe existir en
el matrimonio que el marido oculte esa información a su mujer.
Que no queden pues
dudas. La primera obligación del marido es ser el sustento espiritual,
psicológico, emocional, afectivo de su mujer, que colme las expectativas de
ella, las expectativas con las cuales ella se ha casado. ¿O acaso las mujeres
cuando se casan no están llenas de ilusiones y de expectativas?
Piensa un momento,
amigo. Tu esposa ha invertido su vida y su cariño en ti. ¿Habrá hecho una buena
inversión? ¿Eres tú para ella una inversión segura, confiable? Nuevamente te
pregunto a ti, varón ¿Has cumplido con las expectativas de tu mujer? ¿Estás
colmando lo que ella espera de ti? ¿Lo que Dios ordena que hagas? ¿La estás
haciendo feliz? Que cada cual conteste esta pregunta por sí mismo.
Págs. 110 al 112 - Editores Verdad y Presencia, Av. Petit
Thouars 1189, Santa Beatriz, Lima, Telf. 4712178.
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