DILIGENCIA IV
Este es
un principio muy importante para la conducción de nuestra vida: Rodeémonos de
gente que en su capacidad, o en su oficio, y en general, sean mejores que
nosotros, no peores, porque nos servirán de ejemplo de lo que debemos aprender,
nos servirán de estímulo.
También
se dice: El que anda con sabios, finalmente llegará a ser sabio. Es muy conocido
el refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres.” Si andas con personas
serias, exactas, meticulosas, responsables, poco a poco tú te irás contagiando
de esas cualidades y virtudes. Entonces busquemos pues la compañía de esa clase
de personas.
Eso
también es válido en la vida cristiana: Tratemos de vincularnos con personas
que nos enseñen a ser mejores cristianos, aunque sólo fuera por su manera cuidadosa
de vivir, su manera de actuar, su seriedad; así nos podemos estimular unos a
otros y dar gloria a Dios.