viernes, 26 de abril de 2013

LAS BUENAS MANERAS EN EL MATRIMONIO

Pasajes Seleccionados de mi libro
"MATRIMONIOS QUE PERDURAN EN EL TIEMPO" 
LAS BUENAS MANERAS EN EL MATRIMONIO.


Nosotros nos esforzamos por ser amables, bien educados en la calle, con la gente que nos importa, especialmente si queremos hacer un negocio. El hombre que va a cerrar un trato con alguien no trata mal a su cliente. Al contrario, se esfuerza por ser lo más amable posible con él. Y si la mujer tiene que hacer alguna gestión en algún lugar, también es amable con quienes la atienden. Pero ¿en casa? Nosotros solemos reservar nuestras malas maneras para el hogar. Somos educados, amables, fuera de casa, pero en el hogar, no. Yo te digo, si tienes que ser mal educado y brusco en algún sitio, sélo afuera pero no en tu casa. En tu casa debes ser lo más bien educado, lo más amable posible, por tu propio bien y por tu propio interés, para que tu casa sea un lugar en donde sea agradable estar, no uno de donde todos huyen.
(Este texto está tomado de las pags. 165 y 166 de mi libro “Matrimonios que Perduran en el Tiempo”)



SANSÓN IV


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
SANSÓN IV
Sansón es vencido por Dalila
Jueces 16: 4,5. “Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. Y vinieron a ella los príncipes de los filisteos, y le dijeron: Engáñale e infórmate en qué consiste su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo dominemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata.”
Informados probablemente de que la mujer de Sansón en Timnat había logrado sonsacarle la solución del enigma (14:16,17), los príncipes de los filisteos (uno por cada una de sus cinco ciudades) pensaron, no sin razón, que Dalila, su nuevo amor, podría con astucia arrancarle el secreto de su fuerza y, con ese fin, le ofrecieron una considerable suma de dinero. Quizá ellos pensaban que su secreto consistía en algún amuleto que llevaba consigo, o en algún conjuro mágico que podía ser contrarrestado.
Dalila asiente, y vende al hombre que decía amar por la suma ofrecida, así como el discípulo traidor vendió a Jesús por treinta monedas de plata (Mt 26:14,15). Con Dalila se repite la historia de Baal Peor cuando el pueblo de Israel cedió a su sensualidad y empezó a fornicar con las hijas de Moab, y sufrieron una gran destrucción (Nm 25:1-3).
¿Quién era Dalila? Con toda seguridad ella era filistea, aunque el texto no lo diga, pero no era una ramera, sino una mujer de conducta libre. Su nombre quiere decir “debilidad”. Quizá pensando en esta historia Salomón escribió el proverbio 6:26: “A causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan.” (Cf. Pr 7:26,27)
6-9. “Y Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado. Y le respondió Sansón: Si me ataren con siete mimbres verdes que aún no estén enjutos (secos), entonces me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres. Y los príncipes de los filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aún no estaban enjutos, y ella le ató con ellos. Y ella tenía hombres en acecho en el aposento. Entonces ella le dijo: ¡Sansón, los filisteos contra ti! Y él rompió los mimbres, como se rompe una cuerda de estopa cuando toca el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza.”
Dalila aprovecha el poder que tiene sobre Sansón para tratar de que él le revele el secreto de su fuerza, pero él, sabiendo que eso era algo que no le convenía revelar, le dice algo falso que ella ilusamente, como jugando, pone en práctica. Cuando los filisteos que ella ha escondido en la habitación contigua, vienen sobre Sansón, él rompe las cuerdas con facilidad y ahuyenta a sus atacantes.
Pasado algún tiempo, y aprovechando alguna ocasión propicia, dos veces más se repite el pedido astuto de Dalila y el engaño de Sansón, y dos veces más los filisteos le caen encima, pero él se deshace fácilmente de ellos.
¿Qué hubiera hecho un hombre sensato en una situación semejante? Irse corriendo de la mujer que lo estaba engañando y que estaba tratando de descubrir su secreto para anularlo, y entregarlo en manos de sus enemigos. Pero Sansón, prisionero de los encantos de Dalila, se queda para darle a ella una oportunidad más de arrancarle el secreto de su fuerza (v. 10-14). Cabe preguntarse en este caso: ¿Qué era más reprochable aquí? ¿La debilidad de Sansón, o la perversidad de ella?
15. “Y ella le dice (posiblemente cuando él la estaba acariciando): ¿Cómo dices yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has descubierto aún el secreto de tu gran fuerza.”
El arma que ella usa es la más efectiva, porque nada detesta más el amante apasionado sino que se ponga en duda la sinceridad de su cariño, quizá porque en su interior él sabe que no es verdadero amor, sino pasión lo que lo mueve. Pero podría voltearse la pregunta y decirle a ella: ¿Cómo puedes tú decir que amas a Sansón si tu corazón no está con él, puesto que buscas por interés económico su pérdida?
16. “Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia.”
Su corazón atormentado se hallaba en un gran dilema, oscilando entre la pasión que sentía por ella, y el temor de perder su fuerza, y con ella, su seguridad, si le revelaba su secreto. ¡Cuántos hombres y mujeres que se entregan al pecado, no se encuentran a veces en dilemas que los atormentan e, incapaces de tomar la decisión correcta, se deciden para su propio mal por lo que menos les conviene!
17,18. “Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón (Nota 1), envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero.”
Lo primero en que ella piensa cuando se da cuenta de que él ha sido esta vez sincero, es que le paguen lo ofrecido. Eso era lo que a ella le interesaba. ¿Cuántas maldades no está dispuesto a hacer el ser humano por codicia? La codicia es el factor escondido que está detrás de gran parte de los acontecimientos del devenir humano.
Yo me pregunto ¿Dónde estaba Sansón cuando ella llamó a los príncipes de los filisteos para que le paguen? Él estaba viviendo con ella. ¿Se habría ido de paseo? Ella lo tenía como adormecido, inconciente de todo peligro. Pero nótese la confianza que los filisteos le demuestran a Dalila. Le pagan lo acordado antes de que se haya probado que ella efectivamente le había arrancado su secreto.
19a. “Y ella hizo (se supone esa misma noche) que él se durmiese sobre sus rodillas,
¿Qué hacía él después de revelarle su secreto durmiendo en las rodillas de la mujer que tres veces le había mostrado cuáles eran sus verdaderas intenciones? (2) ¡Pobre Sansón! Estaba ciego antes de que le arrancaran los ojos. No se daba cuenta de que ella buscaba su ruina. Bien dice Proverbios: “Abismo profundo es la mujer ramera.” (Pr 23:27) Ella se mostraba cariñosa con Sansón al mismo tiempo que conspiraba contra él. De manera semejante Satanás adormece a los que él quiere atrapar en sus redes.
19b. “Y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él.”
El sueño profundo en que cayó después de satisfacer su pasión, lo entregó en manos de sus enemigos.
20,21. “Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él. (3) Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel.”
La fuerza sobrehumana de Sansón, de la que él se jactaba, no residía en realidad en su cabello no cortado, sino en que Dios estaba con él. Pero Dios estaba con él sólo mientras él siguiera siendo nazareo, consagrado a Dios, algo de lo que su cabellera era un signo. Al abandonarse a su sensualidad, él se había apartado de Dios y, en consecuencia, Dios se apartó de él. Ésa era la lección que Dios quería que, a través de una experiencia amarga, él aprendiera ¡Cuántas veces nos ha ocurrido a nosotros algo semejante! ¿Hemos aprendido la lección que Dios quería darnos? “Antes que fuera yo humillado descarriado andaba, mas ahora guardo tu palabra.” (Sal 119:67).
Sus ojos habían sido la ocasión de su pecado. Dios permitió que se los arrancaran para que se volviera arrepentido a Él.
Ambrosio escribe: “Cuando era fuerte Sansón estranguló a un león, pero no pudo estrangular al león de su amor propio. Rompió las cuerdas de sus enemigos, pero no las cuerdas de su sensualidad. Quemó las cosechas de los filisteos, pero perdió la cosecha de su virtud cuando ardía en las llamas de su pasión inflamada por una mujer.”
Se lo llevaron a la fuerza a la ciudad filistea donde él había estado por voluntad propia una vez persiguiendo sus pasiones (Jc 16:1-3), y lo pusieron a hacer la labor de un esclavo moliendo trigo..
La historia de Sansón se parece a la historia de Israel, que fue fuerte mientras le fue fiel a Dios, pero que fue conquistado por sus enemigos, arrancado de su tierra y llevado cautivo a Babilonia cuando le volvió la espalda.
Pero la historia de Sansón no termina todavía.
22. “Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después que fue rapado.”
Todavía había una obra que Dios quería hacer a través de Sansón, que entretanto se había arrepentido, y le había pedido perdón por su ligereza al haber usado para beneficio propio el don de la fuerza extraordinaria que Él le había dado para liberar a su pueblo. “Junto con su arrepentimiento creció su cabello, y junto con su cabello, su fuerza,” dice un autor antiguo.
23,24. “Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo. Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.”
Algún tiempo después los príncipes de los filisteos convocaron a una gran fiesta en honor de su dios Dagón -que era un ídolo en forma de pescado con cabeza y manos humanas- y a quien ellos atribuían su gran triunfo sobre Sansón. (4)
            “Y viéndolo el pueblo…” Esto es, cuando el pueblo vio la fiesta, “alabaron a su dios…”
25. “Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas.”
Para divertirse hicieron traer a Sansón. ¡A qué colmo de humillación había llegado Sansón, que después de ser el terror de los filisteos, se convirtió en su payaso! Ellos se divertían viéndolo tambalearse a ciegas, arrastrando sus cadenas, y se burlaban de él, quizá dándole alguno una bofetada o escupiéndolo, tal como Jesús algún día, coronado de espinas, sería objeto de burla de la soldadesca que lo torturaba (Lc 22:63-65; Jn 19:1-3).
26. “Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas.”
Pretendiendo querer descansar, Sansón le pide al muchacho que lo acompaña, que lo acerque a los pilares que sostienen la estructura del edificio. Tenemos que suponer que él había visitado alguna vez el templo y conocía su diseño.
27. “Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.”
No sabemos cómo era la distribución del templo, pero podemos colegir que en su interior había un gran número de personas principales, y que sobre el techo, que se abría hacia el primer piso, se apiñaba mucha gente del pueblo, queriendo gozar también del espectáculo.
El templo era posiblemente un gran recinto de paredes de madera, construido sobre bases de piedra. A cada extremo había dos columnas sobre las que se apoyaban dos grandes vigas de madera que sostenían el techo.
28. “Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos.”
Sansón clama a Dios que le devuelva la fuerza que antes había tenido para que pueda hacer una gran matanza de filisteos. Cuando Sansón se vuelve hacia Dios, Dios se vuelve hacia Sansón y lo fortalece. Pero notemos este contraste entre Sansón y Jesús: Sansón murió pidiendo a Dios venganza; Jesús murió pidiendo a su Padre que perdone a sus enemigos (Lc 23:34).
29,30. “Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida.”
La matanza de enemigos que hizo Sansón al final, ciego y cargado de cadenas, fue más grande que todas las que había hecho hasta entonces. Entre los que murieron aplastados se contaban los hombres que habían sobornado a Dalila, y quizá ella misma. ¿Cuándo fueron destruidos? Cuando se gloriaban de su victoria y más seguros se sentían al haber capturado a su más peligroso adversario.
            Sansón se sacrificó de buena gana. A él no le importaba morir si su muerte significaba la muerte de gran número de sus enemigos. No le importaba morir porque él estaba privado de la vista y de su libertad. Morir era para él una forma de escapar a su doble prisión, la del calabozo y la de la ceguera. Aquí también Sansón es un tipo de Jesús, que se sacrificó a sí mismo para destruir a los enemigos de su pueblo, a Satanás y sus principados y potestades.
La historia de Sansón se divide en dos partes. En la primera él actúa bajo la influencia del Espíritu. En la segunda, cede al impulso de sus pasiones, cae en pecado y su lujuria le hace ser infiel a su llamado. Él estaba consagrado a Dios como nazareo, y en ello residía su fuerza; su debilidad, en cambio, residía en su carne.
Su vida es un espejo de la historia de Israel, el pueblo elegido y consagrado a Dios. En su consagración residía el poderío de la nación, que alcanzó su apogeo en los reinados de David y Salomón. Pero cuando, orgulloso de su gloria, Israel se apartó de Dios y cayó en idolatría, fue presa fácil de pueblos rivales que lo deportaron y dispersaron a diez de sus tribus (2R 18:9-12), y después mandaron al exilio a las dos restantes (2R 25:11).
Ésa es también la historia de muchos hombres y mujeres que Dios levanta para que le consagren todas sus fuerzas y le sirvan, pero que caen cuando atribuyen sus éxitos y victorias a sí mismos y dejan de darle a Dios la gloria debida.
No seamos nosotros como ellos y Dios hará de nosotros, si lo quiere, nuevos sansones en el espíritu.
Notas: 1. ¿Cómo se dio cuenta ella de eso? Porque él mencionó el nombre de Dios, y pensó, con razón, que no lo haría mintiendo.
2. Mathew Henry anota: “El que duerme en el regazo de su lujuria, ciertamente despertará en manos de los filisteos.” Yo añadiría: Si nos apartamos de la protección que Dios nos ofrece, seremos presa fácil de nuestros enemigos.
3. Véase Nm 14:42,43; Js 7:12; 1Sm 16:14; 18:12; 28:15,16; 2Cro 15:2. Cuando Dios se aparta de uno, no hay nada que pueda el hombre hacer.
4. Se recordará que algunas décadas después, los filisteos capturaron el arca del pacto, y la pusieron en el templo de Dagón, en Asdod, y que por dos mañanas consecutivas encontraron la estatua de su dios, caída delante del arca y, atemorizados, se apresuraron a devolverla a los israelitas (1Sm 5:1-4).
Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, es muy importante que adquieras esa  seguridad. Con ese fin yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#773 (07.04.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

martes, 23 de abril de 2013

SANSÓN III


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
SANSÓN III
La Venganza de Sansón

Jueces 15:1a. “Aconteció después de algún tiempo, que en los días de la siega del trigo Sansón visitó a su mujer con un cabrito, diciendo: Entraré a mi mujer en el aposento.”
Pasado algún tiempo, cuando se le pasó la cólera y comenzó a extrañar a su mujer filistea, Sansón fue a visitarla llevándole de regalo un cabrito –se entiende cocinado- para hacer las paces.
1b,2. “Mas el padre de ella no lo dejó entrar. Y dijo el padre de ella: Me persuadí de que la aborrecías, y la di a tu compañero. Mas su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, pues, en su lugar.”
El padre le dijo que se la había dado a otro porque pensó que él ya no quería saber nada con ella, puesto que le había traicionado al revelar el secreto del enigma. ¿Pero tenía él derecho de disponer de su hija que ya tenía marido? Sin embargo, tratando de apaciguar a Sansón, le dijo: ¿Por qué no tomas a su hermana que es más joven y hermosa? En esa época en los pueblos paganos los padres disponían de sus hijas a su voluntad. En Israel, por influencia divina, era diferente. A ellos, por lo demás, les estaba prohibido casarse con la cuñada (Lv 18:3,18). Pero eso, naturalmente, el filisteo no lo sabía.
3. “Entonces le dijo Sansón: Sin culpa seré esta vez respecto de los filisteos, si mal les hiciere.”
Sansón tomó esta burla de sus derechos como una ofensa muy seria y juró vengarse, no del padre y del hombre a quien había dado a su mujer, sino de los filisteos. Acá puede verse cómo Dios iba a aprovechar la atracción desordenada que Sansón había tenido por una mujer filistea para inflingir a este pueblo una gran derrota (Jc 14:4).
4,5. “Y fue Sansón y cazó trescientas zorras (Nota 1) y tomó teas, y juntó cola con cola, y puso una tea entre cada dos colas.  Después, encendiendo las teas, soltó las zorras en los sembrados de los filisteos, y quemó las mieses amontonadas y en pie, viñas y olivares.”
Sansón hasta ahora ha actuado siempre solo, sin contar con la ayuda de nadie. ¿Cazaría él también los animales sin ayuda? Eso es lo que el texto da a entender.
Sansón hizo un gran destrozo en los campos filisteos quemando gran parte de la mies ya cosechada y arrasando los campos sembrados de viñas y los olivares.
¡Cómo estarían de enloquecidas las zorras al tener fuego en la cola! ¿Y cómo harían para correr estando amarradas? Podemos pensar que cada una tiraría por su lado, y no pudiendo, por último, correrían en la misma dirección.
6. “Y dijeron los filisteos: ¿Quién hizo esto? Y les contestaron: Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó su mujer y la dio a su compañero. Y vinieron los filisteos y la quemaron a ella y a su padre.”
En represalia los filisteos quemaron a la mujer y a su padre. ¡Qué feroces! Una acción muy vil y cobarde porque sus víctimas no tenían culpa alguna en lo que Sansón les hizo. Pero esos hombres no tenían conciencia. Tomaron en esos dos indefensos la venganza que no podían tomar en Sansón. Notemos, sin embargo, cómo a ella le sucedió aquello mismo que con su traición quiso evitar. Por algo dijo Jesús que “el que quiera salvar su vida, la perderá.” (Mr 8:35)
7,8. “Entonces Sansón les dijo: Ya que así habéis hecho, juro que me vengaré de vosotros, y después desistiré. Y los hirió cadera y muslo (2) con gran mortandad; y descendió y habitó en la cueva de la peña de Etam.”
Sansón comprendió que lo que los filisteos habían hecho con su mujer y su padre lo habrían hecho con él, de haber podido. Una vez más se propuso tomar venganza sobre ellos y realizó una gran matanza de filisteos. Pero notemos que el texto no dice que él hiciera eso porque el Espíritu de Jehová viniera sobre él. Lo hizo impulsado por su propia cólera.
Esta vez Sansón no regresó a casa de su padre, como en el caso anterior (Jc 14:19), porque comprendió que los filisteos iban a tomarse una gran venganza, y no quería que sus padres fueran víctimas de su saña.
9,10. “Entonces los filisteos subieron y acamparon en Judá, y se extendieron por Lehi. Y los varones de Judá les dijeron: ¿Por qué habéis subido contra nosotros? Y ellos respondieron: A prender a Sansón hemos subido, para hacerle como él nos ha hecho.”
Entonces el ejército entero de los filisteos subió contra Judá. Preguntados, respondieron que no venían contra ellos sino que querían prender a Sansón para vengarse de él.
11. “Y vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron.”
Comprendiendo cuál era la causa de esa invasión, los hombres de Judá se enfurecieron con Sansón porque les traía dificultades inesperadas. En respuesta, Sansón les dice en buenas cuentas que a él no le importan las consecuencias de sus actos con tal de salirse con la suya. Por eso quizá los hebreos no pensaron en defender a Sansón, que los defendía a ellos, sino creyeron más conveniente colaborar con sus enemigos, entregándoles a Sansón.
12,13. “Ellos entonces le dijeron: Nosotros hemos venido para prenderte y entregarte en mano de los filisteos. Y Sansón les respondió: Juradme que vosotros no me mataréis. Y ellos le respondieron, diciendo: No; solamente te prenderemos, y te entregaremos en sus manos; mas no te mataremos. Entonces le ataron con dos cuerdas nuevas, y le hicieron venir de la peña.”
Los hebreos negociaron con Sansón para que se entregue, asegurándole que no lo matarían, y que sólo lo entregarían a sus enemigos. ¡Entregarían a su salvador! Y lo ataron con cuerdas nuevas, es decir, muy fuertes.
Siglos después una cohorte de soldados del templo vendría de parte de los sacerdotes y ancianos cobardemente a capturar a Jesús para entregarlo a los gentiles para que sea juzgado y condenado. Ahí vemos cómo los sucesos de la vida de Sansón apuntan a otro Salvador de su pueblo mucho más fuerte que él, pero justo e inocente.
¿Por qué se entregó Sansón tan fácilmente? Quizá porque no quería pelear contra su pueblo, pero quizá más probablemente, porque pensó que se le presentaba una ocasión muy propicia para hacer una gran matanza de sus enemigos.
14-17. “Y así que vino hasta Lehi, los filisteos salieron gritando a su encuentro; pero el Espíritu de Jehová vino sobre él, y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos. Y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió la mano y la tomó, y mató con ella a mil hombres. Entonces Sansón dijo:  Con la quijada de un asno, un montón, dos montones;  Con la quijada de un asno maté a mil hombres.  Y acabando de hablar, arrojó de su mano la quijada, y llamó a aquel lugar Ramat-lehi.” (Es decir, la montaña de la quijada). (3)
Cuando estaban por entregarle a los filisteos que gritaban de júbilo, el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, rompió con facilidad las cuerdas y tomando una quijada de un burro muerto que encontró por ahí, mató a mil filisteos. (4)
Pero Sansón atribuyó su extraordinaria victoria a sus propias fuerzas y no le dio gloria a Dios inicialmente por ella.
18. “Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová, y dijo: Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo; ¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos?”
Fue necesario que Sansón sintiera que desfallecía de sed para que reconociera que era Dios quien le había dado la victoria y que entonces clamara a Dios pidiéndole que no lo dejara morir de sed.
19. “Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi; y salió de allí agua, y él bebió, y recobró su espíritu, y se reanimó. Por esto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore, (5) el cual está en Lehi, hasta hoy.”
Entonces Dios, después de haber cavado como si fuera en la roca del corazón de Sansón por medio de la sed, para que surjan las aguas de la oración y del agradecimiento, abrió una roca que había por ahí para que surgiera agua, y Sansón pudiera beber de ella, tal como siglos atrás Dios había hendido la roca en el Horeb y en Cades para que beba el pueblo sediento (Ex 17:6; Nm 20:8,11).
            El texto dice: “él bebió y recobró su espíritu.” El agua es más necesaria al hombre que el alimento.
20. “Y juzgó a Israel en los días de los filisteos veinte años.”
Los israelitas finalmente reconocieron que Sansón era un enviado de Dios para librarlos de sus enemigos, y permitieron que él fuera su líder durante 20 años.
Es obvio que los episodios que relata el libro de Jueces en los cuatro capítulos que dedica a Sansón sólo contienen una pequeña parte de sus peripecias y hazañas, las más saltantes de ellas.
Pero aún no ha terminado la historia.
Sansón en Gaza
Nosotros sabemos que una de las situaciones álgidas que enfrenta el estado de Israel en nuestros días es el relacionado con la llamada “franja de Gaza”, donde viven hacinados muchos miles de palestinos. En el episodio que sigue podemos ver cómo Gaza era ya, tres mil años atrás, una piedra de tropiezo en la vida de los israelitas.

Jueces 16:1. “Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella.”
Sansón va a esa ciudad fuerte de los filisteos, no para averiguar cómo podía atacarla, sino para gastar sus propias energías. No fue impelido por el Espíritu de Jehová sino por su insaciable sensualidad y, al hacerlo, se expuso a un gran peligro.
2. “Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos.”
Al enterarse sus enemigos de la presencia de Sansón en la ciudad –quizá por boca de la mujer- se propusieron esperar hasta la mañana en que él tendría que salir, para caerle encima y matarlo.
3. “Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.”
Despertado quizá por los remordimientos, o sospechando que los pobladores de la ciudad podrían tratar de atraparlo en la mañana, Sansón se levantó a medianoche y arrancó las puertas de la ciudad con sus postes y barras y se las cargó al hombro como si fueran de pluma. ¿Podemos imaginar lo que esa proeza significaba y la fuerza de cuántos hombres juntos se hubiera necesitado para hacer algo semejante?
Pese a su conducta nada edificante con esta acción Sansón se convierte en un tipo de Cristo quien, al resucitar, no sólo movió la piedra que tapaba la tumba donde lo habían sepultado, sino que arrancó de sus goznes las puertas del Hades, que habían estado herméticamente cerradas, para dejar salir y llevarse consigo a los cautivos que esperaban su liberación (1 P 3:18-20; cf Ef 4:8,9).
Al observar la conducta de Sansón podemos ver lamentablemente que él, al dejarse llevar por su lujuria, había dejado de ser un nazareo consagrado a Dios en su corazón mucho antes de  dejara de serlo exteriormente.
Notas: 1. Aunque el texto dice “zorras” lo más probable es que se trate de chacales, porque estos animales andan en jaurías, mientras que los zorros son animales solitarios.
2. Ésa es una expresión popular que expresa un gran daño.
3. Lehi quiere decir “quijada”. Es muy probable que el nombre de Lehi le fuera dado por los hebreos a ese lugar posteriormente en recuerdo de la hazaña hecha por Sansón con una quijada de asno.
4. Esta hazaña se parece a la realizada por Samgar, que mató a seiscientos filisteos con una aguijada de bueyes (Jc 3:31).
5. Esa palabra quiere decir “la fuente del que clamó”, y en verdad, no clamó en vano.
Amado lector: Jesús dijo: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”
#771 (31.03.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

miércoles, 17 de abril de 2013

SANSÓN II


LA VIDA Y LA PALABRA
Por José Belaunde M.
SANSÓN II
Sansón y la mujer filistea de Timnat

Jueces 14:1,2. “Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos.  Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer.”
Posiblemente Sansón habìa ido a Timnat (localidad al sur de Zora donde él vivía, y cerca de la costa) para ver a las muchachas filisteas que eran más callejeras que las hebreas y vio allí a una chica filistea que le gustó, y quiso tomarla por mujer. Ese deseo era contrario a las leyes de Dios, quien en Ex 34:15 y Dt 7:1-7 declara que Él no quiere que los israelitas se casen con mujeres pertenecientes a las naciones que habitan la tierra prometida, porque desviarán su corazón hacia sus falsos dioses. (Nota 1) Por un motivo semejante los cristianos deben casarse con cristianas y las cristianas con cristianos. (Véase 2Cor 6:14).
3,4. “Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada. Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque Él buscaba ocasión contra los filisteos; pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel.”
Sus padres no estaban de acuerdo con que él tome por mujer a una filistea, y le muestran su disgusto por esa decisión, pero él, como un niño malcriado y caprichoso, insiste en que sus padres pidan la mano de la chica. Hay una razón del disgusto de sus padres que es bastante obvia. El Ángel de Jehová les había anunciado que su hijo iba a empezar a liberar a su pueblo de los filisteos, pero ¿cómo podía hacerlo si él se casaba con una mujer filistea? ¿No le habían dicho ellos cuál iba a ser su misión? Y si lo sabía ¿cómo puede él actuar de una manera tan contradictoria a ese encargo divino?
Nótese que él no va a proponerle matrimonio directamente a la muchacha. En esa época eso no se estilaba y hubiera sido ofensivo. Los matrimonios entonces eran acordados por los padres de los novios. Ésa era una costumbre muy sana y razonable, porque los padres suelen saber mejor lo que conviene a sus hijos. En cambio, los hombres y las mujeres con frecuencia se enamoran de la persona que menos les conviene.
Pero los padres no sabían que Dios quería usar para sus fines ese propósito que en sí mismo era incorrecto y contrario a sus leyes y, por tanto, indigno de un nazareo. Dios usa con frecuencia lo malo que hacen los hombres, hasta sus caprichos, para lograr sus fines, que siempre son buenos. Ese matrimonio mal avenido iba a ser usado por Dios para que Sansón inflingiera una primera derrota a los filisteos.
En Sansón hay dos fuerzas operando: una que viene de parte de Dios; y otra que viene de su carne; una sobrenatural, y otra natural, y ambas
operan juntas en él, influenciando su conducta. (Eso nos pasa también a todos, en mayor o menor medida). Cuando él sigue a la primera le va bien; cuando predomina la segunda, le va mal, como se verá después. (Igual nos pasa a nosotros).
¿Qué edad tendría entonces Sansón? Posiblemente no más de dieciocho años, porque en esa época los israelitas se casaban jóvenes.
5-7. “Y Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat; y cuando llegaron a las viñas de Timnat, he aquí un león joven que venía rugiendo hacia él. Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni a su madre lo que había hecho. Descendió, pues, y habló a la mujer; y ella agradó a Sansón.”
Notemos, aún no le había hablado; sólo la había visto, y eso le había bastado para desearla como mujer. Su aspecto físico le había atraído. ¡Qué impulsivo era Sansón! ¿Pero cuántos se fijan solamente en el aspecto exterior y no en lo interno, y después son defraudados?
Sus padres accedieron a pedir la mano de la joven, y cuando iban al lugar donde los padres de ella vivían, Sansón se separó un trecho de ellos. De pronto apareció un león con ánimo de atacarlo. En ese momento el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, y él despedazó al león con sus manos sin que sus padres se enteraran. (2)
¿Por qué no les dijo nada a ellos? Él era muy independiente, y quizá no les tenía el debido respeto.
Notemos que fue el Espíritu de Jehová lo que le dio una fuerza extraordinaria y lo impulsó a matar al león. ¿Venía el Espíritu de Jehová sobre él para fortalecerlo aún cuando él usaba esas fuerzas para una obra propia? Sí, porque Dios cuidaba de él. A pesar de sus fallas humanas él era un instrumento en manos suyas.
Eso me consuela, y debe consolarnos a todos, porque quiere decir que Dios puede usarnos, y nos usa, a pesar de nuestros defectos y debilidades.
8,9. “Y volviendo después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león; y he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas, y un panal de miel. Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando alcanzó a su padre y a su madre, les dio también a ellos que comiesen; mas no les descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo del león.”
Algún tiempo después –posiblemente al año- llegó el momento de celebrar las bodas, y Sansón fue con sus padres a Timnat. Él se apartó del camino para ver el cuerpo del león que había matado, y había un enjambre de abejas y un panal de miel alojado en el cadáver, y tomó de la miel. Llama la atención que las abejas no lo atacaran, o si lo hicieron, a él no le importó. Luego se unió a sus padres y les invitó de la miel.
Él, como buen hijo, debía darles a ellos figuradamente siempre miel con su conducta, pero en la práctica muchas veces les dio ajenjo y hiel, como muchos hemos hecho con nuestros padres.
10,11. “Vino, pues, su padre adonde estaba la mujer, y Sansón hizo allí banquete; porque así solían hacer los jóvenes. Y aconteció que cuando ellos le vieron, tomaron treinta compañeros para que estuviesen con él.”
En Timnat se realizó un banquete de bodas que duró una semana, como era costumbre. (Si eso se hiciera en nuestros días, se arruinaría la familia).
Según la costumbre también, se formó un grupo de treinta jóvenes filisteos para que estuvieran con él como amigos del novio (Véase Jn 3:29).
El texto dice: “cuando ellos le vieron…” es decir, su corpulencia. Eso sugiere un cierto ambiente de hostilidad, porque normalmente no se formaría un grupo de jóvenes tan numeroso. Si estallara una disputa con el novio israelita, ellos querían estar seguros de poder dominarlo.
12,13. “Y Sansón les dijo: Yo os propondré ahora un enigma, y si en los siete días del banquete me lo declaráis y descifráis, yo os daré treinta vestidos de lino y treinta vestidos de fiesta. Mas si no me lo podéis declarar, entonces vosotros me daréis a mí los treinta vestidos de lino y los vestidos de fiesta. Y ellos respondieron: Propón tu enigma, y lo oiremos.”
Sansón, posiblemente buscando una pelea, o simplemente avergonzarlos, les propuso un enigma como un reto para su ingenio, tal como era frecuente en ese tiempo. (3)
Si daban con la solución él les daría treintas túnicas de lino (una prenda muy valiosa) y treinta vestidos de fiesta (también caros). De lo contrario ellos le darían esa ropa. El alto valor de la apuesta ya en sí mismo creaba una situación tensa entre Sansón y los jóvenes.
14,15. “Entonces les dijo: `Del devorador salió comida, y del fuerte salió dulzura.´ Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres días. Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón: Induce a tu marido a que nos declare este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿Nos habéis llamado aquí para despojarnos?”
Sansón basó su enigma en su experiencia reciente con el león y sus restos, y era muy ingenioso, pues planteaba un contraste entre dos pares de opuestos: el animal de presa y el alimento; la fortaleza y la dulzura.
Como los jóvenes no pudieron resolver el enigma amenazaron a la mujer con quemarla viva a ella y a su familia, si ella no le sonsacaba a su marido el secreto de la adivinanza propuesta.
¡Qué tales sentimientos! Estaban dispuestos a cometer un crimen horrendo con tal de no sufrir una pérdida económica. Con razón su escaso ingenio no les permitió hallar el secreto del enigma. Como suele ocurrir en la práctica, su torpeza estaba a la par de su crueldad.
16,17. “Y lloró la mujer de Sansón en presencia de él, y dijo: Solamente me aborreces, y no me amas, pues no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado, ¿y te lo había de declarar a ti? Y ella lloró en presencia de él los siete días que ellos tuvieron banquete; mas al séptimo día él se lo declaró, porque le presionaba; y ella lo declaró a los hijos de su pueblo.”
La mujer se dedicó a presionarlo con lágrimas para que él le revele el enigma. Le malogró la luna de miel.
Ésa es la táctica que suelen usar algunas mujeres astutas para ablandar a los hombres. Cuando con sus halagos no obtienen el resultado deseado, recurren al llanto. Convierten su debilidad en fuerza. Pero no debemos juzgarla a ella severamente por su insistencia, pues estaba en juego su propia vida y la de su familia.
Finalmente él se aburrió y le reveló el enigma, y ella se lo pasó a los jóvenes. Aquí aparece por primera vez ese rasgo fatal de su carácter: su debilidad ante las mujeres.
18. “Al séptimo día, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron:
¿Qué cosa más dulce que la miel?
¿Y qué cosa más fuerte que el león? Y él les respondió:
Si no araseis con mi novilla,
Nunca hubierais descubierto mi enigma.”
Antes de terminar la fiesta ellos le dijeron cuál era la solución del enigma, y lo hicieron proponiéndole a su vez un enigma propio. Pero él les respondió, en lenguaje también metafórico, que si no hubiera sido por ella, nunca hubieran encontrado la solución. (4)
19. “Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su padre.”
El Espíritu de Jehová vino entonces sobre Sansón como en otras ocasiones, y él fue a Ascalón (una de las ciudades filisteas más grandes), y mató a treinta hombres, y con sus despojos pagó la deuda de ropa que tenía con los jóvenes.
Furioso se fue después a casa de su padre y dejó a su mujer. ¿Por qué? Porque ella lo había traicionado al revelar el enigma. El amor que él sentía por ella se convirtió en odio. (5)
20. “Y la mujer de Sansón fue dada a su compañero, al cual él había tratado como su migo.”
El padre de la novia, no queriendo que su hija quedara abandonada, se la dio a uno de los treinta jóvenes que, de amigo que había sido de Sansón, se convirtió en su enemigo. ¿Estaría ella contenta con el cambio? Es poco probable, pero la mujer en esa época no podía disponer libremente de su vida.
Notas: 1. Nótese, sin embargo, que en la relación de las siete naciones que menciona Dt 7:1 no figuran los filisteos.
2. Hay varias instancias en que el Espíritu de Jehová viene sobre Saúl, o sobre sus mensajeros, y los impulsa a profetizar (1Sm 10:10; 11:6; 19:20,23). David relata que en más de una ocasión él despedazó con sus manos a un león o a un oso (1Sm 17:34). Aunque él no lo diga expresamente es muy probable que él pudiera hacerlo porque el Espíritu de Jehová vino sobre él.
3. La palabra Jidah, es a veces traducida como “figura” (Nm 12:8), o “pregunta difícil” (1R 10:1), o como “proverbio” (Sal 49:4; 78:2), o como “parábola” (Ez 17:2), pero más frecuentemente como “enigma”. Éste es un dicho cuya cualidad intrigante deriva de la hábil manipulación de la ambigüedad inherente en el lenguaje. En el habla común tiene el sentido de “adivinanza”.
4. El enemigo también suele arar con la novilla de nuestra carne para hacernos caer en pecado.
5. Bueno fuera -anota M. Henry- que si el mundo nos defrauda con sus engaños, retornáramos a la casa de nuestro Padre celestial, como el hijo pródigo, y nos quedáramos ahí.
NB. Al publicar esta serie de artículos sobre Sansón (basados en la trascripción de una charla dada en el Ministerio de la Edad de Oro) quiero reconocer mi deuda con el excelente libro de A. Edersheim, “Bible History”, que dedica dos capítulos a nuestro personaje.
Amado lector: Jesús dijo: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr 8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a pedirle perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:
   “Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.
#770 (24.03.13). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).