viernes, 25 de mayo de 2012

ANOTACIONES AL MARGEN XXXII


Por José Belaunde M.

* El amor es vida. Al contacto del amor las almas decaídas reviven como las flores marchitas cuando se las riega. El amor ilumina las sonrisas y hace brillar los ojos de los enamorados. Sin amor –es decir, sin amar y ser amado- el ser humano es desgraciado. ¡Cuántos hay que caminan por la vida sin haber conocido el amor! Por eso es que tantos buscan sustitutos vanos que no los llenan.
* Todo el bien que hacemos es en beneficio propio, aunque lo hagamos a otro. Recíprocamente, todo el mal que hacemos es en perjuicio propio, aunque lo hayamos hecho a otro.
* Es más noble perdonar que vengarse; olvidar las injurias, que alimentar el deseo de desquitarse.
* El que mejor habla es el que más escucha; el que en la conversación dialoga, no el que la convierte en monólogo.
* Es inevitable que tengamos que soportar los defectos de las personas con las cuales vivimos, pero sí es evitable que ellos tengan que soportar los nuestros.
* Todos nos dejamos influenciar por las personas que frecuentamos, aunque no lo queramos. Por eso es bueno tener por amigos a personas que son mejores, o más sabias, que nosotros, para que su influencia nos mejore, y no que sea al revés.
* ¡Ay de aquellos que abusan de su poder o influencia para atropellar los derechos de los indefensos! Tendrán que vérselas con Dios.
* La reputación ajena es un bien muy valioso que a veces perjudicamos hablando irresponsablemente, o propalando habladurías. Hacer daño a la reputación ajena es un verdadero robo que no nos beneficia, salvo que por nuestro dicho la víctima de nuestra maledicencia sea desplazada y nosotros ocupemos su lugar. Tanto más grave sería nuestra responsabilidad moral y nuestra culpa en ese caso.
* Mejor es hablar bien del que no lo merece, que mal del que sí.
* Todos los rincones de nuestro tiempo deben estar ocupados en hacer algo útil, o en una sana distracción que relaje nuestras tensiones. Pero malgastar el tiempo en cosas inútiles o dudosas es pecado.
* ¿De qué sirve el placer que es luego causa de arrepentimiento? Nos roba mucho más de lo que imaginamos, y afea nuestra alma.
* El que ansía tener mucho se desvive por adquirir cada vez más, al punto que termina por no gozar de lo que tiene (Ecl 5:6).
* Este es el tiempo de gracia. Hoy es el día de salvación. Aprovéchalo, porque después viene el juicio.
* ¿Qué puede ser el cielo sino un intercambio eterno de amor?
* Que a Dios le guste conversar conmigo me parece increíble. ¿Acaso me agrada a mí conversar con un tartamudo? El tartamudo es menos torpe e ignorante que yo. Pero ¿qué cosas es orar sino conversar con Dios? Él nos manda hacerlo.
* Las Escrituras dicen en varios lugares que Dios vela no sólo por el hombre sino por todas sus criaturas. Jesús lo dijo puntualmente al hablar de las avecillas que caen a tierra (Mt 6:26). ¿Por qué tendría que angustiarme entonces el futuro?
* La santidad en las palabras y en las acciones surge de la santidad de los pensamientos.
* ¡Qué frustración para Jesús que a pesar de su enorme sacrificio muchos lo rechacen para su mal! ¿Por qué lo rechazan si lo que Él les ofrece es el mayor bien posible? Porque no quieren abandonar el pecado, y porque han sido cegados por Satanás y por el espejismo de las seducciones del mundo que algún día se harán humo entre sus manos.
* ¡Qué mayor alegría y qué mayor privilegio que pertenecer a Dios! Los que lo rechazan no saben lo que se pierden.
* Da amor y recibirás amor; da indiferencia y recibirás indiferencia. Odia y te odiarán. Desprecia y te despreciarán. Pero sirve y te servirán.
* No obstante, a veces nos odian aunque amemos y sirvamos.
* Muchos quieren ser servidos, pero pocos servir. Pero los que sirven de buena gana, de buena gana serán servidos. Los que no quieren servir, a la larga no encontrarán quién los sirva ni por dinero, salvo que se arrepientan de la dureza de su corazón.
* Los que sirven sólo por dinero, odian a quien les paga.
* En verdad Jesús vino al mundo sobre todo para expiar, sufriendo indeciblemente, los pecados del hombre. Nació con un destino: el suplicio y el cadalso. Todo lo demás, enseñanzas y milagros, aunque muy importante y valioso, es eclipsado por la cruz.
* Este es el secreto de la oración contestada: que lo que pidamos sea conforme a Su voluntad (1Jn5:14,15).
* Pocas cosas detesta más el hombre que su falsedad y su hipocresía sean puestas al descubierto. El hipócrita odia que lo descubran como tal.
* ¡Ser paciente con todos! Así era Jesús. Pero solemos comportarnos al revés. Nos impacientamos fácilmente y ofendemos con nuestra brusquedad a los que dependen de nosotros.
* Todas las cualidades que pueda haber en mí, son efecto de la amorosa gracia de Dios y no mérito alguno mío. Es Él quien planta su semilla en mí y la hace germinar y crecer, pese a mis esfuerzos por sofocarla.
* Los que están llenos de sí mismos y de las cosas del mundo no pueden comprender las cosas más profundas y duraderas. Les parecen tontas o irrelevantes. ¡Cómo serán desengañados algún día! Pero ya será tarde.
* ¿Por qué es que los seres humanos podemos estar a veces tan ciegos y tan sordos? Es el orgullo y la suficiencia lo que nos cierra los ojos y tapa nuestros oídos.
* El deseo que tengo de que venga a nosotros Su reino es la medida de mi amor por Dios. Si esta regla se aplicara a mí ¡qué pequeño sería el resultado! ¿Cómo aumentar mi deseo de su gloria?
* Dios aplica cuando es necesario y a pesar suyo, una sanción justa y a la vez misericordiosa. Pero el sentimiento de culpa del pecador le hace sentir como si fuera castigo.
* Nosotros debemos consagrar a Dios todo nuestro ser y nuestra vida. Al hacerlo no hacemos otra cosa sino devolverle lo que nos ha dado y le pertenece.
* Morir a sí mismo es una condición indispensable para unirse a Jesús y vivir en Él. Porque ¿cómo podríamos los dos reinar a la vez? O reina Él en mi vida, o reino yo.
* Más creo, más amo. Más amo, más creo. Amor y fe se alimentan mutuamente.
* El enemigo dentro de mí son mis muchos defectos y debilidades; y fuera de mí, la influencia de Satanás en el mundo. Al primero se le combate con la autodisciplina y la oración. Al segundo se le combate de muchas formas: la batalla espiritual, la intercesión, el amor al prójimo llevado a la práctica…
* El famoso pretencioso se vuelve odioso.
* Que tu fama deslumbre a otros, no a ti.
* ¿Cuáles son los mayores pecados del hombre? La codicia, el afán de poseer que lo vuelve inescrupuloso; la soberbia inspirada por Satanás que venda sus ojos y le hace cometer grandes errores; el amor exagerado de sí que lo hace insaciablemente ambicioso y susceptible a la menor ofensa. Los noticieros están llenos de ejemplos. La lujuria no es el peor de los pecados, pero es quizá el que más seres humanos arrastra al infierno. El antídoto contra los tres primeros es la mansedumbre; contra el cuarto es la pureza.
* ¡Cómo pudiera yo decir que mi corazón late al unísono del de Jesús!
* ¿Hasta dónde llegan las consecuencias de las decisiones que a veces sin sopesar bien tomamos? Sólo Dios lo sabe, pero algún día nosotros también lo sabremos.
* Los hombres (esto es, los científicos, los comentaristas) atribuyen las catástrofes naturales a fenómenos inusuales e impredecibles de la naturaleza, pero ninguno piensa que pueden ser manifestaciones del juicio de Dios, que puede provocarlas o evitarlas, según quiera.
* ¡Qué cierto es que a veces bajo un bello rostro se esconde un alma horrible!
* ¿Es posible ser feliz sufriendo? Pocos lo admitirían. Sin embargo Pablo escribió: “Sobreabundo de gozo en medio de mis tribulaciones.” (2Cor 7:4) Todo depende de por quién sufrimos y a quién servimos.
* De todo aquello que yo no puedo resolver se encarga Dios…si confío en Él, y aun a veces si no confío.
* No hay tarea más bella que dar a conocer al mundo el amor con que Dios nos ama. ¿Pero por qué es que a muchos, si no a la mayoría, esa verdad los deja indiferentes? Porque piensan que no necesitan de Dios.
* Entre las necesidades e inclinaciones naturales del cuerpo y nuestras aspiraciones espirituales hay una lucha constante. De ahí la importancia de vencerse a sí mismo. Pero sin la ayuda de Dios estamos de antemano vencidos.
* Si la bondad embellece al alma, la indiferencia la afea; y aun más la maldad.
* ¡Quién pudiera contemplar el alma como se ve el cuerpo! Se asustaría del alma de muchos. Pocas lo embelesarían. Pero pensándolo bien, ¡qué bueno es que no la veamos! No podríamos casi tratar con nadie, porque nos veríamos tal cual somos, y los seres humanos, asustados unos de otros, viviríamos aislados como ermitaños.
* “Ofrece tu ayuda a quien la necesita.” Esta idea, o mejor, esta práctica, es la esencia de nuestra semejanza con Jesús, que no niega su ayuda a nadie.
*¡Qué importante es el arrepentimiento! Restablece nuestra comunión con Dios que es empañada por la menor falta, por el menor pensamiento indebido. De ahí que debamos vivir en un estado de arrepentimiento permanente. Eso combate nuestra tendencia natural a la presunción.
* “La calidad del amor se mide según la generosidad del que lo posee.” Esta es una gran verdad, porque el amor impulsa a dar, o es fingido.
* Cuanto más llevemos el amor a la práctica dando, más nos llenaremos del amor de Dios. Ahí se cumple la regla: “Dad y se os dará.”  (Lc 6:38).
* Los que no dan pierden mucho más cerrando el puño que aquello de lo que se desprenderían dando. ¿Cómo así? Porque al final Dios nos devuelve multiplicado lo que dimos.
* Los hombres buscan toda clase de pretextos para alejarse de Dios. En cambio, Dios tiene toda clase de pretextos para acercarse al hombre.
* ¿Cuál será el remordimiento de los que abjuraron (o se avergonzaron) de su fe frente a la persecución?
* La oración es el gran remedio para todas las dificultades. Esta es una gran verdad que no debemos olvidar, porque la oración es el arma más poderosa. Nada se compara con ella.
* Jesús dijo: “Yo he vencido al mundo.”  (Jn 16:33) El que ha vencido pelea por nosotros nuestras batallas, si dejamos que Él las pelee y no tratamos de obtener victoria en nuestras propias fuerzas.
* Nuestro problema mayor es que somos tibios y nos desalentamos fácilmente cuando no vemos resultados inmediatos.
* Jesús es la medicina más poderosa para nuestras enfermedades. Además, no cuesta nada, salvo el esfuerzo de buscarlo.
* El Señor conoce todos tus problemas y tus temores. Sabe lo que el futuro te depara y que tú esperas con aprensión. Por eso, no temas. Confía en el que nunca defrauda. Él hará que puedas esquivar los golpes del adversario, o te protegerá contra ellos, porque Él todo lo puede.

Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Como dijo Jesús: “¿De que le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26) ¿De qué le serviría tener todo el éxito que desea si al final se condena? Para obtener esa seguridad tan importante yo te invito a arrepentirte de tus pecados, pidiendo perdón a Dios por ellos, y a entregarle tu vida a Jesús, haciendo una sencilla oración como la que sigue:
   “Yo sé, Jesús, que tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé también que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#727 (20.05.12). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). 

viernes, 18 de mayo de 2012

PABLO EN CORINTO III


Por José Belaunde M.
Un Comentario al Libro de Hechos 18:18-23

18. “Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto.”
Después del incidente con el procónsul romano Pablo permaneció algún tiempo en Corinto hasta completar los 18 meses de estadía que se menciona en el vers. 11.
Cuando sintió que ya no debía permanecer en esa ciudad “se despidió de los hermanos”. Podemos imaginar que esa despedida debe haber sido muy emotiva, como cuando parte de nosotros una persona que amamos y a quien quisiéramos tener siempre cerca. Pero no debe haber sido tan emotiva como cuando se despidió de los ancianos de Éfeso en el puerto de Mileto (20:37,38) porque a éstos él, presintiendo las dificultades que debía afrontar, y quizá el cercano fin de su carrera, les dijo que ya “no verían más su rostro”.
Pablo se embarcó pues en el puerto de Cencrea con destino a Siria, llevando consigo a Priscila y a Aquila, que se habían convertido en fieles colaboradores suyos. (Eso debe haber sido en la primavera del año 53 cuando las condiciones de navegación eran favorables). Nótese, sin embargo, que esta vez Lucas menciona en primer lugar a Priscila, y en segundo, a su marido, hecho que ha dado lugar a algunas elucubraciones, como que ella era de noble origen. Pero más probable es que ella, como mujer, y como ocurre con frecuencia, fuera más activa y entregada al servicio del Señor que su marido.
El texto añade que en Cencrea Pablo se rapó la cabeza porque había hecho un voto. Esto se refiere al voto del nazareato, o de consagración al Señor, al que el libro de Números dedica todo el capítulo sexto, y que comprendía no cortarse el cabello durante el tiempo de consagración, y raparse la cabeza al culminar el lapso fijado (Nm 6:5,18).
Que Pablo haya hecho ese voto en algún momento indica que él seguía guardando algunas de las prácticas de la ley de Moisés que, sin embargo, por otro lado, él consideraba abolida y superada por la ley de Cristo. Nótese que él respetaba aquellas prácticas rituales que no eran consideradas indispensables para alcanzar la salvación –contrariamente al caso de la circuncisión que era considerada indispensable por los judaizantes. La actitud de Pablo no debe extrañarnos pues en otro lugar él dice que se hizo judío para ganar a los judíos (1Cor 9:20). El voto de nazareato era una práctica de piedad y de devoción a Dios que culminaba con una ofrenda hecha en el templo (Nm 6:14-20).
Recordemos también cómo, más adelante, en su última visita a Jerusalén, por consejo de Santiago, Pablo pagó los gastos que demandaba el rito de conclusión del voto de nazareato hecho por cuatro miembros de la iglesia (Hch 21:23-26). Sabemos también el triste fin que tuvo este incidente, pues con él empezaron las peripecias por las que tuvo que atravesar Pablo, y que lo llevaron a Roma para ser juzgado (Hch 21:27,28).

19-21. “Y llegó a Éfeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos, los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Éfeso”.
Estos tres versículos describen lacónicamente las actividades de Pablo después de haber dejado Corinto, antes de visitar Jerusalén y de emprender su tercer viaje misionero.
Lo más significativo del primero de estos tres versículos, que hablan de su corta estadía en Éfeso, es que él se separó de sus colaboradores Aquila y Priscila. ¿Fue iniciativa de ellos quedarse en esa ciudad, o fue Pablo quien les pidió que permanecieran en ella? No lo sabemos, aunque yo me inclino a pensar en lo segundo, pues como no tenía intención de quedarse en esa importante ciudad, que aún no había sido plenamente evangelizada, él puede haber considerado útil que ellos se encargaran de esa labor.
Al llegar a Éfeso es probable que ambos retomaran su oficio de fabricantes de tiendas y que Pablo mismo colaborara con ellos para ganarse el pan, a menos que hubiera recibido ayuda de los cristianos de Tesalónica. (Nota 1).
Como veremos más adelante ambos esposos se encargarían poco después de instruir en la fe al judío alejandrino Apolos (Hch 18:26), que iba a realizar allí una importante labor.
Llegado a Éfeso Pablo, según su costumbre, se dirigió a la sinagoga donde se puso a discutir con los judíos. En esta oportunidad su mensaje recibió una mejor acogida que en otras sinagogas, pues se dice que ellos le rogaban que se quedara por más tiempo.
Como Lucas suele ser bastante exacto en sus descripciones debemos pensar que eran efectivamente judíos de nacimiento los que acogieron con gozo la buena del Evangelio y no sólo gentiles prosélitos o “temerosos de Dios”, lo que no quiere decir que no los hubiera entre los asistentes. Lo que Lucas quiere subrayar es que los judíos de la sinagoga de Éfeso, contrariamente a lo que solía ocurrir en otras ciudades, acogieron positivamente el mensaje de Pablo.
¿Por qué motivo encontró Pablo en la sinagoga de esta ciudad un oído mejor dispuesto para su prédica, al punto que querían que permaneciera para que pudiera seguir enseñándoles? Éfeso era una ciudad cosmopolita, un gran centro comercial y la ciudad más importante del Imperio Romano después de la propia Roma y de Alejandría. Es posible que por ese motivo los judíos concurrentes a la sinagoga fueran más abiertos a ideas nuevas, menos rígidamente apegados a la Torá que los de otras ciudades.
Mas él no estaba dispuesto en ese momento a ceder a sus instancias, porque él se sentía urgido a seguir viaje a Jerusalén para tomar parte allá de una fiesta que no es nombrada, pero que debe haber sido la Pascua.
¿Por qué motivo quería Pablo guardar la Pascua en Jerusalén como un judío observante? No lo sabemos, pero es intrigante, porque es la primera y única vez que se dice que él, como apóstol, guardase una fiesta judía. Lo que sí es ciertamente notable es la forma poco dogmática como se comporta Pablo personalmente respecto de las prescripciones de la ley de Moisés. Él había criticado a los gálatas de haberse dejado convencer por los judaizantes de que era necesario que guardasen “los días, los meses, los tiempos y los años”, (Gal 4:10), pero él mismo, al menos ocasionalmente, los guardaba.
Puede parecer que él fuera inconsecuente en su manera de actuar. Pero él debe haber tenido un motivo bien fundado para sentirse urgido de ir a Jerusalén a celebrar la fiesta, aunque no sepamos con certidumbre cuál era. Quizá era el simple hecho de que él quería dejar constancia ante la iglesia de esa ciudad de que él seguía siendo observante de la ley; de que él, como buen judío, no había descartado las prácticas del judaísmo, aunque enseñara a los gentiles a no guardarlas; es decir, que no les instara a hacerse judíos como condición para ser cristianos, tal como algunos seguidores de Santiago exigían.
De otro lado ya hemos recordado que él se había “hecho a los judíos como judío para ganar a los judíos” y que “a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”. (1Cor 9:20,22). De modo que él no era inconsecuente en su modo de obrar sino que perseguía en todo un propósito superior que no era otro sino el de ganar las almas sea como fuere, como puede verse si se lee el pasaje entero (1 Cor 9:19-23). Él estaba dispuesto a cualquier sacrificio con tal de alcanzar esta meta. En esto Pablo es para nosotros un modelo digno de imitar.
¿Estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio con tal de ganar un alma? Deberíamos, si eso no significa dejar de cumplir nuestras obligaciones familiares. Por ese motivo, para no estar atado por obligaciones familiares, él escribe en otro lugar que preferiría que todos fueran como él, es decir, célibes. (1Cor 7:7,8). No por ascetismo sino para poder cumplir mejor la tarea evangelizadora.
No obstante, él les promete a los judíos de Éfeso que volverá a ellos “si Dios quiere”. Era sin duda el propósito de Dios que regresara, pues vemos en el capítulo siguiente que Pablo volvió poco tiempo después a Éfeso para permanecer dos años en esa ciudad (Hch 19:10).
La corta frase “si Dios quiere” (cf 1Cor 4:19; Hb 6:3; St 4:15) indica que aunque Pablo trazara planes personales para sus actividades él dejaba todo en manos de Dios, siendo conciente de que Dios podía modificar lo que él en su limitada perspectiva humana se había propuesto. Yo creo que ésta debe ser nuestra actitud básica frente a lo que nos proponemos. Es natural y necesario que nos tracemos planes y proyectos, pero puesto que estamos al servicio de Dios, toda decisión nuestra está sujeta a la suya, y debemos estar siempre dispuestos a dejar que Él cambie nuestros proyectos.

22. “Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la iglesia, y luego descendió a Antioquia.”
Es muy curioso, pero a la vez característico del estilo de Lucas, que al narrar lo que sigue a su desembarco en Cesarea (2), en un viaje que tenía por explícito propósito guardar la fiesta inminente en Jerusalén, que hemos dicho debía ser la Pascua, Lucas no mencione para nada ese hecho cuando él escribe que Pablo “subió” –se entiende a Jerusalén que está en las montañas- para saludar a la iglesia y no diga nada de la fiesta y del asunto que motivó este viaje suyo. Todo hace pensar, en efecto, que el viaje precipitado de Pablo a Jerusalén obedecía a un propósito especial que no se menciona.
Debemos pues suponer que guardó la fiesta. ¿Solo o en compañía de los hermanos? No sabemos. ¿O se habría limitado a sólo saludar a la iglesia de Jerusalén? ¿No habría aprovechado la oportunidad para tenerlos al corriente de sus actividades como ya había hecho antes? (Hch 15:4). Lucas a veces omite mencionar cosas que para él y sus primeros lectores estaban sobreentendidas, por lo que podemos suponer que Pablo hizo las dos cosas que Lucas no menciona. En seguida Pablo “descendió” a Antioquia (de Siria, la que está a orillas del río Orontes en la llanura) que era su centro de operaciones y donde debe haber permanecido para preparar su nuevo periplo. (3).

23. “Y después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos.”
En un solo versículo Lucas menciona lo que ha sido llamado el tercer viaje misionero de Pablo, cuyo fin esta vez no perseguía ampliar el alcance del evangelio a territorios nuevos, sino simplemente visitar las iglesias de Galacia y de Frigia que él había fundado en su segundo viaje, y confirmar a sus miembros en la fe. Es natural que Pablo quisiera verificar por sí mismo el estado de las iglesias, fruto de esfuerzos anteriores, y que quisiera fortalecerlos en la fe con su visita. Podemos suponer también cuánto se alegrarían ellos de verlo nuevamente, y cuánto bien les haría tenerlo con ellos nuevamente en medio de las persecuciones y pruebas por las que seguramente pasaban.
¿Por qué Lucas es tan breve al narrar este tercer viaje -que debe haber sido importante- al punto que ni siquiera indica quiénes acompañaron a Pablo, pues no debe haber ido solo? De hecho Lucas no menciona tampoco ninguna de las ciudades que Pablo visitó en este viaje, que pueden haber sido más que las que suelen figurar en los mapas que acompañan a los comentarios de sus actividades. La razón debe ser que él quería pasar rápidamente a narrar algo que asumirá luego la mayor importancia, porque representa un elemento nuevo en la obra evangelizadora de la iglesia. Pero de eso hablaremos en un próximo artículo.

Notas: 1. Es interesante que el texto arameo de la Peshita diga recién en el v. 22 que Pablo dejó en Éfeso a Aquila y Priscila, lo que indicaría que él se separó de ellos sólo al final de su estadía en la ciudad.
2. Pablo pudo haber desembarcado en Jope (Hch 10:5,8) que estaba más cerca de Jerusalén, pero prefirió hacerlo en Cesarea, que era un puerto más seguro. La ciudad-puerto de Cesarea fue fundada en el siglo IV AC, según Josefo, por Strato, rey sidonio que levantó ahí una famosa torre-faro. Fue capturada por el rey asmoneo Alejandro Janneo durante la última guerra de los macabeos (96 AC), y conquistada por los romanos el año 63 AC, quienes se la cedieron a Herodes el Grande. Fue éste quien le puso el nombre de Cesarea en honor de César Augusto y quien la convirtió en un gran puerto, construyendo un enorme rompeolas de piedra, y adornándola de suntuosos palacios, edificios públicos, templos y un enorme anfiteatro, cuyas ruinas se conservan aún en bastante buen estado. Por su ubicación la ciudad se convirtió en un importante centro comercial.
Los procuradores romanos y los hijos de Herodes establecieron ahí su residencia. Cesarea figura varias veces en el libro de los Hechos. El diácono Felipe predicó en esa ciudad (Hch 8:40), y se estableció ahí, y recibió en su casa a Pablo (21:8); y fue allí donde el profeta Agabo predijo que en Jerusalén Pablo sería apresado por sus enemigos judíos y entregado a los romanos (21:10-16), pese a lo cual el apóstol persistió en su propósito de subir a la ciudad santa.
Fue allí donde Pedro predicó en la casa del centurión Cornelio, y el Espíritu Santo cayó sobre los gentiles para sorpresa de los judíos que lo acompañaban (Hch 10). El rey Herodes Agripa, que había mandado apresar a Pedro, residió y murió en esa ciudad (12:19-23).
Pablo pasó por Cesarea varias veces. Allí se embarcó para ir a Tarso, escapando de los judíos que querían matarlo por predicar a Cristo (9:29,30). En Cesarea desembarcó de su segundo y tercer viaje misionero (18:22 y 21:8). A Cesarea fue enviado por el tribuno donde el gobernador Félix, que lo retuvo durante dos años (23:23-35). Allí compareció ante Agripa (Hch 26), y de allí lo embarcó el gobernador Festo para que vaya a Roma, porque Pablo había apelado al César (25:11;27:1).
3. No debe confundirse esta Antioquia, que era una ciudad muy grande e importante, con la otra Antioquía “de Pisidia”, que está en la región central montañosa de Anatolia.

Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Como dijo Jesús: “¿De que le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mt 16:26) ¿De qué le serviría tener todo el éxito que desea si al final se condena? Para obtener esa seguridad tan importante yo te invito a arrepentirte de tus pecados, pidiendo perdón a Dios por ellos, y a entregarle tu vida a Jesús, haciendo una sencilla oración como la que sigue:
   “Yo sé, Jesús, que tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé también que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#726 (13.05.12). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI). Sugiero visitar mi blog JOSEBELAUNDEM.BLOGSPOT.COM.

viernes, 11 de mayo de 2012

PABLO EN CORINTO II


Por José Belaunde M.
Un Comentario al libro de Hechos 18: 7-17

7. “Y saliendo de allí, (Pablo) se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga.”
En vista de la negativa de la mayoría de los asistentes a la sinagoga de aceptar sus palabras Pablo sale de ahí y se va a la casa de un hombre “temeroso de Dios”, donde posiblemente se aloja, (dejando aparentemente la casa de Aquila y Priscila que lo habían hospedado hasta ese momento, Hch 18:2). Esa expresión quiere decir que ese hombre justo que se llamaba Justo, era un gentil que creía en el Dios de Israel (Nota 1). Es de notar que buen número de los convertidos a Cristo entre los gentiles eran o “temerosos de Dios”, o prosélitos del judaísmo (2), esto es, conocían la palabra de Dios y reconocían que el Dios de Israel era el Dios verdadero. La casa de este hombre estaba junto a la sinagoga. ¿Por qué estaba ahí? ¿Había buscado ese varón habitar junto a la sinagoga? Más probable es que esa circunstancia casual (pero puesta por Dios) había facilitado que ese hombre creyera en el Dios al que se rendía culto en la sinagoga. Pero para Pablo su casa era un lugar estratégico.

8. “Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados.”
¿Facilitaría la labor de Pablo el que estuviera alojado al lado de la sinagoga, o le traería inconvenientes? Yo me inclinaría a pensar lo primero porque, de hecho, el jefe de la sinagoga creyó en Jesús, y con él toda su casa. ¡Qué extraña circunstancia! El jefe de la sinagoga aceptó el Evangelio, pero la mayoría de los miembros de la asamblea lo rechaza. No hay duda de que la conversión de un personaje importante como Crispo contribuiría mucho al prestigio de la predicación de Pablo, al mismo tiempo que irritaría enormemente a los judíos. Es interesante notar que este Crispo es una de las pocas personas de Corinto, aparte de Gayo, a quien Pablo recuerda haber bautizado personalmente en 1 Cor 1:14.
El texto añade que muchos corintios más –asistieran o no a la sinagoga- oían la palabra y creían. Eso nos recuerda lo escrito por Pablo en Rm 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” La fe surge en el corazón cuando se oye predicar la palabra de Dios. ¡Cuán importante es predicar la palabra y, sobre todo, predicarla con unción! Nosotros no sabemos cuál será el efecto que tendrán nuestras palabras en los oyentes, pero Dios puede usarlas como semilla para hacer brotar la fe en el corazón de muchos. De ahí que Pablo le instara a su discípulo Timoteo: “Predica a tiempo y a destiempo”. (2 Tm 4:2).
Notemos que en los primeros tiempos de la iglesia los convertidos eran bautizados sin dilación apenas creían (Véase Hch 16:31-33). (3) Por ese motivo el bautismo vino a ser identificado con el nuevo nacimiento. De considerar que el bautismo era el sello del nuevo nacimiento, se pasó a pensar que lo producía.

9,10. “Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.”
Pablo debe haber tenido algunos temores (justificados como veremos luego) respecto de su seguridad en Corinto debido a la oposición de los judíos, o algunas dudas sobre la conveniencia de continuar predicando en esta ciudad tan pagana y, por tanto, tan reacia al Evangelio, porque el Señor consideró oportuno aparecérsele de noche en visión para animarlo, diciéndole: “No temas, sino habla y no calles”. Esto es, quita todo temor de ti, porque yo te cuido. Tu función es abrir la boca y hablar las palabras que yo ponga en ella (“Abre tu boca y yo la llenaré”, Sal 81:10b), porque si permaneces callado ¿cómo llegará mi mensaje a los que necesitan escucharlo?
Esas palabras, dichas por Jesús a Pablo, creo yo, están dirigidas a todos nosotros. ¿Cuántas veces nos llenamos de temor ante lo arriesgado, o difícil, de la obra que iniciamos, y estamos quizá dispuestos a abandonarla? Pero el Señor nos dice: “No tengas temor. Te he mandado a predicar, así que habla cuando tengas que hablar. Habla a diestra y a siniestra a todas las personas que encuentres, y no calles cuando la discreción o la prudencia pudieran aconsejarte permanecer callado.” “Haz labor de evangelista” le dice Pablo a su discípulo Timoteo (2Tm 4:5). Pablo, siendo apóstol, era antes que nada evangelista. Su misión era anunciar el Evangelio. Nadie predica permaneciendo callado, a menos que lo haga por escrito.
Las palabras siguientes de Jesús eran la base de la seguridad de Pablo y de la nuestra: “Porque yo estoy contigo”. ¡Ah benditas palabras! Si Dios nos respalda y nos apoya no tenemos nada que temer. “Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rm 8:31) Si Dios está con nosotros nuestro éxito está asegurado, aunque las circunstancias parezcan desfavorables.
Jesús le asegura a Pablo que aunque encuentre oposición, ninguno podrá hacerle daño, ya que él está ahí con un propósito de lo alto. Jesús le dice además que Él tiene “mucho pueblo en esta ciudad”, es decir, que en la ciudad impía de Corinto había mucha gente que tenía necesidad del Evangelio, mucha gente que Jesús había preparado para escucharlo con un corazón dispuesto y que creería. Y, en efecto, la iglesia de Corinto llegó a ser la iglesia más grande fundada por Pablo, y a la cual parece haberle dedicado la mayor atención, y la que era, junto con la de Efeso, la más cercana a su corazón, como lo indican sus cartas.
Es curioso que sea así porque Corinto era una ciudad muy pecadora. Vemos ahí una vez más cómo se cumple la frase: “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rom 5:20). Jesús dijo que Él no había venido por los sanos sino por los enfermos (Mt 9:12). Su embajador, Pablo, tiene una misión semejante: Él tiene que ir donde la necesidad del perdón y de la gracia es más grande, donde están los hombres más corrompidos.
Es interesante que en su primera carta a los Corintios Pablo diga que en esa congregación no había muchos sabios, poderosos o nobles (1Cor 1:26), sino que él había reclutado a lo más vil y miserable de esa ciudad, como bien dice en uno de los pasajes más bellos y profundos del Nuevo Testamento: “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es.” (1 Cor 1:27,28).
Esa frase nos da una idea de qué clase de personas formaban la congregación de esa ciudad. No es pues de extrañar que le causaran tantos problemas. Pero también nos muestra quiénes son los preferidos de Dios: Los que no tienen mérito propio alguno.

11. “Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.”
Pablo se quedó en Corinto un año y medio. Era hasta ahora su estadía más larga en ninguna ciudad. Él conquistó ahí, como el Señor le había anunciado, un pueblo numeroso. El texto dice que les enseñaba “la palabra de Dios”. ¿Hay alguna diferencia entre predicar y enseñar? Sí la hay en sentido estricto, pero es poco probable que Lucas use de manera distinta ambos verbos, porque si bien es cierto que se enseña a los convertidos, también la predicación, que es propiamente proclamación, contiene enseñanza y la escuchan también los convertidos. (4) Era a través de esta enseñanza-predicación cómo Pablo ganaba las almas, que era la meta principal de su ministerio.
¿Podemos imaginar cómo era la predicación de Pablo? En el libro de los Hechos se transcriben varios sermones de Pablo (Hch 13:16-41; 17:22-31; 20:18-35; 22:1-21; 24:10-21; 26:2-23). En tres de ellos él relata cómo se produjo su conversión. Su estilo era fogoso, apasionado, lleno de expresiones, giros e imágenes sorprendentes (como sus cartas), punteado por himnos de alabanza a Dios. Dada la unción del Espíritu Santo que reposaba sobre él, él debe haber sido un orador fascinante. Pero no eran ciertamente sus grandes dotes intelectuales y su elocuencia lo que atraía a sus oyentes –aunque éstas contribuyeran no poco- sino, como siempre ocurre, era la unción del Espíritu lo que hacía que sus oyentes lo escucharan atentamente durante horas, (como se nos señala en Hch 20:7). Es la unción la que pone en boca del predicador las palabras adecuadas, la que le da el énfasis apropiado, la profundidad que sorprende y cautiva.

12,13. “Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, diciendo: Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley.”
Lucas es muy exacto en sus referencias tanto históricas como de lugar. Él señala quién era la persona que ese momento era procónsul de la provincia romana de Acaya, el representante del poder imperial. Era nada menos que el hermano del filósofo Séneca, el tutor de Nerón, nacido en España, y un hombre, según parece, de mucho encanto personal. Galión fue procónsul en Corinto entre los años 51 y 53 DC, lo cual parece indicar que el incidente que se narra a continuación ocurrió hacia el final de la estadía de Pablo en esa ciudad.
Los judíos de la ciudad –o un grupo numeroso de ellos- puestos de acuerdo para acallarlo, se apoderaron de Pablo, posiblemente cuando se hallaba predicando en la calle, o cerca de la sinagoga –recordemos que él estaba alojado en casa de Justo, que estaba junto a la sinagoga- y lo llevaron al procónsul con una grave acusación, diciendo que él persuadía a los hombres a “honrar a Dios contra la ley”.
El verbo usado es interesante, “persuadía” (anapeízei), es decir, convencía. Los judíos se habían dado cuenta de que Pablo, en efecto, estaba ganando para el Evangelio a muchos, convenciéndolos de la verdad de su mensaje. Esto no podía menos que
alarmarlos. Si Pablo no hubiera tenido éxito en su predicación no le hubieran dado importancia. Pero él estaba ganando a muchos, posiblemente a gentiles prosélitos que, como resultado, dejaban de asistir a la sinagoga.
No lo acusaban de negar el culto debido a Dios, sino de hacerlo en una forma contraria a la ley. ¿De qué ley se trata? Por la respuesta de Galión (v.14) podemos ver que no se trataba de la ley romana –lo que hubiera concitado su atención- sino de la ley judía, es decir de la Torá.
¿De qué manera chocaba la predicación de Pablo con la Torá? Posiblemente, fiel a su mensaje, Pablo negaba -como lo hace muy elocuentemente en la epístola a los Gálatas– que para salvarse era necesario circuncidarse y cumplir con todas las prescripciones de la ley de Moisés la cual, con la muerte y resurrección de Jesús, había caducado. Esta afirmación chocaba de frente con las premisas del judaísmo.

14,15. “Y al comenzar Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría. Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas.”
Al empezar Pablo a hacer su defensa, Galión se dio cuenta inmediatamente de que era un asunto relativo a las creencias judías y que no se trataba de algún delito de orden civil o penal del que él tuviera que ocuparse. Y se lo dice directamente a los acusadores de Pablo: Las cosas de que ustedes lo acusan son asuntos relativos a vuestra religión y “yo no quiero ser juez de esas cosas.” Es decir, no me vengan ustedes a quererme mezclar en los asuntos de su religión, que no entiendo ni me competen.

16. “Y los echó del tribunal.”
Galión muestra cierta impaciencia con los judíos pues se dice que los echó del tribunal, o los hizo echar, posiblemente de mala manera. Es de notar que en ese entonces los romanos no hacían distinción entre la religión judía y el naciente cristianismo. Éste a lo sumo era una variante de la religión lícita del judaísmo, es decir una religión a la cual ellos reconocían legalmente, dando a los judíos la libertad de practicar una religión diferente a la oficial, y eximiéndolos del culto a los emperadores. Tan pronto como ellos se dieron cuenta de que la fe en Cristo era una religión diferente a la judía, el Evangelio dejó de gozar de la protección de la ley y, declarada ilegal, comenzó a ser perseguida. (5)
Es importante notar que el mensaje de Pablo exponía al cristianismo a la persecución, porque se apartaba del judaísmo al considerar obsoletas las prescripciones de la ley. Pablo era conciente de que ése era un riesgo que era necesario tomar, porque si a los gentiles que creyeran en Jesús se les hubiera exigido circuncidarse, como hacían los judíos, el Evangelio hubiera encontrado escasos seguidores entre los no judíos. La circuncisión no sólo era para un adulto una operación dolorosa, sino que era considerada por los griegos –cultores del cuerpo- como una mutilación inaceptable. No obstante, la sentencia dictada en ese momento por un funcionario de prestigio como Galión, descartando las acusaciones de la sinagoga, constituyó entretanto a los ojos de los romanos, una legitimización del ministerio de Pablo, reconociendo que formaba parte de una religión protegida por las leyes.

17. “Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes, principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada se le daba de ello.”
La escena que se describe acá es muy singular. Ahí están los miembros de la sinagoga que han traído a Pablo para acusarlo de delitos de los que el procónsul no quiere saber nada, porque son asuntos concernientes a la religión de los judíos, no de algún crimen que cayera bajo la jurisdicción romana, cuando los “griegos”, es decir, la multitud que había sido atraída por el tumulto, en gran parte por curiosidad, comenzó a golpear al líder de los acusadores, a Sóstenes, principal de la sinagoga (que posiblemente había sucedido a Crispo en ese cargo).
¿Por qué lo golpeaban? En son de burla, por escarnio. Pero esos sentimientos no justifican una golpiza. Yo pienso que la reacción agresiva de los espectadores era una manifestación del sentimiento antijudío que ya se había hecho visible en otros lugares, como en Alejandría el año 38 DC, donde había habido un gran tumulto seguido de una gran matanza de judíos.
Este sentimiento antijudío, muy difundido en el Mediterráneo, era una reacción al hecho de que los judíos se mantenían aparte, guardaban un día de descanso semanal, y no participaban del culto al emperador, ni en el culto idolátrico a los dioses de los templos paganos. No obstante es un hecho, corroborado por Josefo, que muchos gentiles eran atraídos al judaísmo por su costumbre de guardar un día de descanso a la semana.
Esta antipatía generalizada, sin embargo, explica que al procónsul no le importara el desorden que la multitud estaba causando en su tribunal, ni el maltrato del que fue víctima Sóstenes, que era una autoridad de los judíos. El tribunal debe haber sido, dicho sea de paso, una plataforma elevada abierta, semejante al pretorio donde Poncio Pilatos juzgó a Jesús en Jerusalén (Mr 15:16).
Hay quienes creen que ese Sóstenes es el mismo “hermano Sóstenes” que figura al comienzo de la 1ra epístola a los Corintios (1:1) unido a Pablo en su saludo a los destinatarios de la carta, hipótesis muy probable, porque ¿por qué motivo lo habría Pablo unido al saludo a la iglesia de esa ciudad sino fuera porque era conocido de ellos por haber liderado la acusación frustrada contra Pablo? Si esta especulación fuera cierta cabría preguntarse ¿qué fue lo que motivó a Sóstenes a creer en lo que inicialmente rechazaba? Los caminos de Dios son inescrutables, y su gracia tiene maneras sorprendentes para tocar los corazones. Si Pablo fue inicialmente un perseguidor de Cristo, y luego se convirtió en heraldo del Evangelio ¿qué de extraño tiene que quien se opusiera inicialmente al mensaje que predicaba Pablo se convirtiera después en su compañero?
Eso encierra una enseñanza para nosotros. Nunca debemos negarnos a predicar al incrédulo, o al pecador más obcecado, porque no sabemos de qué manera puede el Espíritu Santo usar nuestras palabras.

Notas: 1. Según algunos manuscritos se llamaba Titius Justus. Por su nomen y cognomen podemos ver que era ciudadano romano. Si su praenomen era Gaius, es posible que se tratara del mismo Gayo que Pablo menciona entre los que él bautizó personalmente (1Cor 1:14).
2. Aunque algunos no aceptan que haya alguna diferencia en el significado de “temerosos de Dios” y “prosélitos”, es indudable que esos términos se refieren a dos categorías de adherentes gentiles a la religión judía. Los primeros (sebómenoi/phoboúmenoi ton Zeón) eran personas que adoraban al Dios de Israel y acudían a la sinagoga –y posiblemente seguían algunas de las prácticas judías- pero sin someterse a todos los requisitos de la ley. Ejemplos de esta categoría son el centurión Cornelio (Hch 10:2), el eunuco de la reina Candace (Hch 8:26ss) y Justo. (Véase también Hch 13:16,26; 17:4,17). Los segundos (prosélutoi, en hebreo ger) eran gentiles que se hacían circuncidar y, por tanto, se obligaban a cumplir toda la ley. En Hch 6:5 uno de los diáconos, Nicolás, es identificado como prosélito. Véase también Mt 23:15 y Hch 2:10.
3. No como vino a ser costumbre después, que el bautismo era administrado a los convertidos después de un período interino de instrucción, por lo que se les llamaba “catecúmenos” del griego catejoúmenos = el que se instruye.
4. Enseñar en griego es didásko, de dónde vienen las palabras didáskalon (maestro) y didajé (enseñanza); encierra el propósito de influir en el entendimiento del que escucha y de formar su voluntad impartiendo conocimiento. Kerússo significa predicar, proclamar, como lo hace un heraldo (kérux).
5. Es posible que eso ocurriera por influencia de Popea, la mujer de Nerón, que era simpatizante del judaísmo, porque a partir del matrimonio del emperador el año 62 DC, la actitud complaciente del Imperio hacia el cristianismo empezó a cambiar, un vuelco que culminó con la acusación falsa de que los cristianos habían provocado el incendio de Roma (en realidad lo había provocado el propio Nerón) lo que dio lugar a la primera de las feroces persecuciones que los cristianos sufrirían durante dos siglos y medio.


Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Para obtener esa seguridad tan importante yo te invito a arrepentirte de tus pecados, haciendo una sencilla oración como la que sigue:
   “Yo sé, Jesús, que tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé también que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#725 (06.05.12). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).

viernes, 4 de mayo de 2012

PABLO EN CORINTO I


Por José Belaunde M.
PABLO EN CORINTO I
UN COMENTARIO AL LIBRO DE HECHOS 18:1-6

1. “Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto.”
El Capítulo 18 narra una etapa muy importante en el ministerio de Pablo, cuando él, partiendo de Atenas, se fue a Corinto, ciudad muy importante en la Grecia de entonces y en la cual él no había estado aún. (Nota 1)
2,3. “Y halló a un judío llamado Aquila, natural de Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.”
En Corinto Pablo encontró a una pareja de esposos, judíos convertidos, que habían de desempeñar más adelante un papel muy importante en su ministerio. Sus nombres eran Aquila y Priscila. (2) Ellos habían salido de Roma, en donde vivían, a causa de una orden del emperador Claudio, que había expulsado a todos los judíos de esa ciudad.
Esa orden del emperador fue causada por disputas que habían surgido entre los judíos convertidos a Cristo y los que permanecían en el judaísmo, y que habían generado disturbios. (3) Los romanos en ese momento no hacían distinción entre unos y otros judíos, porque seguramente la mayoría de los cristianos de Roma eran judíos. Cuándo y de qué manera esos judíos habían abrazado la fe en Cristo, y quién les había predicado, no lo sabemos. Pero es posible que el Evangelio se difundiera en la capital del imperio gracias a los peregrinos procedentes de esa ciudad que estuvieron presentes en Jerusalén cuando Pedro predicó el día de Pentecostés (Hch 2:10), y que, tornados a Roma, comenzaron a predicar a sus connacionales.
Podríamos preguntarnos ¿cómo encontró Pablo a esta pareja de esposos cristianos? No lo sabemos pero es posible que fuera asistiendo a la sinagoga, o simplemente preguntando. Pero fue ciertamente la Providencia la que arregló el encuentro entre Pablo y estos esposos que se convertirían después en valiosos colaboradores suyos (Rm 16:3,4 y 1 Cor 16:19).
Por de pronto lo que los unía era el mismo oficio, el de fabricantes de tiendas (o grandes carpas). Éstas eran una modalidad de vivienda muy usada entonces, en parte por las personas que habitaban en los bordes de la ciudad, pero sobre todo por los comerciantes que viajaban de lugar en lugar, así como por las tribus nómadas.
Es interesante que se diga que eran del mismo oficio, porque hasta ahora no habíamos leído en Hechos que Pablo tuviera alguna ocupación artesanal. Pero todos los judíos de aquella época aprendían un oficio, aunque no vivieran de él. (4) Antes de ser alcanzado por el Señor Pablo era un fariseo celoso (Gal 1:13,14) que estaba al servicio de las autoridades, y es muy posible que por ese motivo no tuviera necesidad de ganarse el sustento con las manos (aunque en rigor no lo sabemos pues él guarda silencio sobre este punto).
En su segunda carta a los tesalonicenses (escrita el año 50 DC, estando en Corinto) él les dice que cuando estuvo con ellos, él no usó de su derecho de ser mantenido por la iglesia (2Ts 3:7-9); derecho que él defiende elocuentemente en 1Cor 9:4-15. Al inicio de su estadía en Corinto él hizo lo mismo predicándoles “de balde”, tal como les dice en 2Cor 11:7, y también da a entender en 1Cor 9:12 y Hch 20:34. Es probable que al inicio de su predicación Pablo fuera renuente a recibir dinero por su labor apostólica, siguiendo la costumbre de los rabinos que veían mal que se les pagara por enseñar, al contrario de los filósofos griegos que eran pagados por sus alumnos.
4. “Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía (o trataba de persuadir) a judíos y a griegos.”
Este versículo nos dice varias cosas. Una es que era entonces una costumbre establecida que los judíos asistieran a la sinagoga todos los sábados, donde había a la vez culto y enseñanza. Lo segundo es que las sinagogas eran también centros de reunión en los que había intercambios de opiniones, que podían ser acalorados. Y lo tercero es que a ellas acudían no sólo los judíos, sino también los llamados “prosélitos” gentiles. (5) Estos prosélitos y temerosos de Dios, como el centurión de Capernaúm (Mt 8:5-13; Lc 7:2-9) o el de Hechos 10, eran personas no judías que se sentían atraídas por la religión de Israel, sea por su alta concepción de la divinidad, o por su moralidad exigente.
Acudir a la sinagoga los sábados le daba a Pablo oportunidad de anunciar el Evangelio a personas que conocían las Escrituras. Es obvio que muchos de los asistentes no estaban de acuerdo con lo que él sostenía, -esto es, que Jesús era el Mesías esperado por Israel- y, por tanto, se le oponían. No obstante, el texto dice que “persuadía” (6), es decir, que muchos se dejaban convencer por sus argumentos y, podemos suponerlo, creían. Pablo encontraba en las sinagogas que había en muchas de las ciudades griegas, una audiencia preparada para escuchar su mensaje.
Los historiadores han observado que la dispersión del pueblo judío por todo el Mediterráneo y por el Oriente Medio, fue un medio que Dios en su providencia dispuso para facilitar la rápida expansión del cristianismo por esos territorios. Sin la amplia presencia de las sinagogas en las ciudades de Oriente y Occidente la predicación del Evangelio hubiera sido más lenta y difícil.
Hoy día se tiende a ignorar que el cristianismo se extendió también hacia el Este de Israel a Babilonia y Persia, y más allá hasta la India y China, y que las iglesias de esos vastos territorios tuvieron una vida rica en el espíritu, en sabiduría y en prestigio, que sobrevivió a la invasión del Islam en el siglo VIII, hasta que fueron suprimidas cruelmente por los mongoles en el siglo XIV, cuando éstos se convirtieron al Islam. (Véase “The Lost History of Christianity” de Philip Jenkns, y “The Expansion of Christianity” de Timothy Yates).
5. “Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.”
Silas y Timoteo, compañeros de Pablo, se habían quedado en Berea cuando Pablo fue llevado a Atenas debido a los disturbios que los judíos de Tesalónica habían suscitado en su contra en la primera de las ciudades nombradas. (Hch 17:10-15).
Cuando ambos se reunieron con Pablo en Corinto hallaron que éste se encontraba “entregado por entero a la predicación”. Esas palabras quieren decir que él le dedicaba a la predicación todo el tiempo que el ejercicio de su oficio le permitía, a menos que indique que a partir de cierto momento él empezara a recibir ayuda económica de otras iglesias, tal como escribe en 2Cor 11:8,9 (cf Flp 4:10-12).
¡Qué bien caracterizan a Pablo esas palabras entre comillas! Él estaba enteramente entregado –su alma, su boca, su vida- a la obra que Jesús le había encomendado. Ya él no vivía para sí sino para su Señor (Rm 14:8), y estaba incluso dispuesto a morir por Él. El amor de Dios, que él mismo dice se había derramado en su corazón (Rm 5:5), había copado enteramente su vida.
Nosotros nos dedicamos en mayor o menor grado a las cosas de Dios en la medida en que el amor de Dios haya copado nuestro corazón. Es el amor, mucho o poco, que tengamos lo que nos impulsa a dedicarnos a su obra. Pero no todos podemos dedicarle por entero nuestras energías y nuestro tiempo porque tenemos otras obligaciones y otras responsabilidades que atender. Por eso es que, según Pablo dice en otro lugar, el ideal sería que todos fueran como él, célibe, para que ningún otro afecto u obligación nos impida dedicarle al Señor nuestra vida entera. Pero también escribe él que no todos tienen ese don (1 Cor 7:7-9), ni los ha llamado el Señor a todos a una dedicación exclusiva.
Pero aun teniendo esas obligaciones que la vida nos impone y que no podemos descuidar, en todo lo que hagamos para el Señor debemos poner todo nuestro amor. Y es ese amor lo que nos dará poder y eficacia.
Esa es una norma que se aplica a todas las actividades del ser humano. Su eficacia depende de cuánto invierta él de sí mismo, de cuánto amor ponga en lo que hace. La tibieza, la indiferencia, son garantía de mediocridad, o de fracaso.
Buena parte de la labor evangelística de Pablo estaba dedicada a testificar a los judíos de la ciudad que ese Jesús, a quien las autoridades de Jerusalén habían hecho matar, era el Mesías esperado por Israel. Pero sus oyentes judíos se negaban a aceptarlo. ¿Cómo podían, en efecto, hacerlo sin admitir que sus autoridades se habían equivocado y que habían pecado gravemente contra Dios al condenar a Jesús? Muy pocos eran los judíos que abrían su mente a lo que Pablo les decía porque estaban atados espiritualmente a la decisión que los suyos habían tomado en Judea. En cambio eran muchos los gentiles que creían y aceptaban el mensaje que les traía Pablo.
Es singular el hecho de que el conocimiento de las Escrituras que tenían los judíos no facilitara su aceptación del mensaje del Evangelio, sino que más bien lo dificultara. ¡Cuántas veces ocurre que el conocimiento de las cosas sagradas (que envanece) y la erudición cierran los oídos a la verdad!
En la predicación de Pablo se cumplía lo que anunció el profeta Isaías: “llamarás a gente que no conocías y gente que no te conocían correrán a ti.” (Is 55:5)
6. “Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio, desde ahora me iré a los gentiles.”
Los judíos no sólo contradecían los argumentos que les presentaba Pablo –podemos suponer con la fogosidad que lo caracterizaba- y discutían con él, sino que blasfemaban del nombre de Cristo, por cuyo motivo, él terminó por convencerse de que era inútil que siguiera tratando de ganarlos a su causa. Su obstinación no tenía remedio. Entonces él hizo un gesto simbólico sacudiendo sus vestidos, como quien se limpia del polvo que hubiera podido ensuciarlos (esto es, las palabras de sus opositores) antes de alejarse.
Se recordará que cuando Jesús envió a sus discípulos de dos en dos a predicar por los pueblos, Él les dijo que si los pobladores de algún lugar se negaban a recibir su mensaje, no insistieran sino que se sacudieran el polvo de sus pies como testimonio contra ellos, y se fueran a otro lugar (Lc 9:5; 10:11). Pablo y Bernabé mismos habían hecho ese gesto en otra ocasión (Hch 13:51).
El gesto de sacudirse el polvo de los vestidos estuvo acompañado de las palabras “vuestra sangre sea sobre propia vuestra cabeza”. Es decir, caiga sobre vosotros la culpa de vuestra condenación. Esta es una expresión muy común en el Antiguo Testamento (2S 1:16; Lv 20:9,12,13,16) que figura también en otro lugar en el Nuevo Testamento en términos ligeramente diferentes (Hch 5:28; véase además Mt 27:25), y que significa “cargar con la culpa”.
Para entender plenamente el significado de esas palabras hay que leer el libro del profeta Ezequiel, que recibe del Señor el encargo de amonestar al pueblo de Israel para que se arrepienta de sus pecados y se convierta, como un atalaya cuyo deber es advertir a la ciudad de la proximidad del enemigo, y que cierre sus puertas. Si el atalaya no cumple con su misión de advertir el peligro, la culpa de las muertes que se produzcan recaerá sobre él, porque no advirtió a la gente. Pero si el atalaya toca la trompeta en señal de alarma y los habitantes de la ciudad no se preparan para defenderse “su sangre será sobre su cabeza”, es decir, la responsabilidad de su muerte recaerá sobre los que no se defendieron y el atalaya estará libre de culpa. (Véase Ezequiel 3:16-21 y 33:1-19, en especial 3:20,21 y 33:4,6,8; así como también Jr 26:15).
Pablo cumplió con su deber de predicar el Evangelio a los judíos (Rm 1:16). Si ellos se niegan a creer él queda limpio de responsabilidad y puede entonces con una conciencia clara volverse hacia los gentiles. El rechazo de los primeros abre las puertas para predicar a los segundos (Rm 11:11).
Notas: 1. Observando un buen mapa se podrá notar que Grecia está dividida en dos partes: Grecia central y la península del Peloponeso, que están unidas por un estrecho istmo en cuyos lados hay dos bahías: una hacia Occidente, y la otra hacia el Oriente, en las cuales se ubican dos puertos, Lequeo y Cencrea. Corinto se encuentra en el lado occidental del istmo.
La situación excepcional de Corinto le dio desde temprano el control del flujo comercial entre las dos partes de Grecia, y entre el Este y el Oeste, lo que la convirtió en una ciudad muy rica y, a la vez, en un emporio comercial, financiero e industrial.
La ciudad fue arrasada el año 146 AC por los romanos por oponerse al yugo imperial pero, reconociendo su ubicación estratégica, Julio César ordenó su reconstrucción el año 46 AC, y llegó a ser una ciudad muy bella. (Un dicho romano decía: “No a todos es dado ver Corinto”). El año 27 AC César Augusto la hizo capital de la provincia romana de Acaya.
La ciudad estaba dominada por una formación rocosa de más de 500 metros de altura, en donde se encontraba el Acrópolis corintio, que contenía, entre otros templos, uno dedicado a Afrodita, la diosa del amor, en donde había mil prostitutas sagradas a disposición de los devotos de la diosa. Este culto dio origen a la fama de inmoralidad que tuvo la ciudad, notable aún en una civilización licenciosa, al punto que se acuñó un verbo, “corintear”, que podríamos traducir libremente como “juerguear”.
Al detenerse en Corinto dieciocho meses para evangelizarla Pablo confrontó los problemas típicos de una ciudad cosmopolita, rica e impía, cuyos pecados se filtraban en la iglesia, según dan testimonio las dos cartas que se han conservado de las cuatro que dirigió a los cristianos de la ciudad.
2. El hecho de que Lucas mencione en otros pasajes a Priscila primero que a su marido (Hch 18:18,26) y que Pablo también lo haga (Rm 16:3), así como que en otro lugar la llame por su nombre formal, Prisca (2Tm 4:19), ha dado lugar a dos elucubraciones diferentes. Una, que ella era más activa en el evangelismo que su marido. Y la otra, que ella pertenecía a la familia aristocrática de la gens Prisca.
3. El historiador romano Suetonio da como razón de la expulsión los disturbios provocados por instigación “de un tal Chrestos”, lo que posiblemente se refiere a la predicación acerca de Cristo.
4. El rabino Judá ha Nasi escribió: “El que no enseña a su hijo algún oficio, le enseña a ser ladrón”.
5. En el Nuevo Testamento la palabra “griego” es casi siempre usada como sinónimo de “gentil”, es decir, de no judío.
6. Los significados del verbo “peizo” incluyen en el pasivo el sentido de “creer”; y en el modo activo el de “convencer”.

NB. Con mucho pesar debo comunicar a los que no están ya informados, la muerte de Charles (Chuck) Colson, el pasado 21 de abril, como consecuencia de un infarto cerebral. Su ausencia se va sentir grandemente en el campo evangélico y en el de la colaboración entre todas las iglesias y denominaciones, de la que él fue un decidido promotor.
Él era abogado de la Casa Blanca cuando se produjo el escándalo de Watergate, que llevó al Presidente de los EEUU, Richard Nixon, a renunciar a su cargo en 1974. Él era considerado entonces el genio maligno detrás del Presidente por su falta de escrúpulos. Chuck fue juzgado y condenado a prisión por “obstrucción de la justicia”. Sin embargo, él se había convertido antes de ser encerrado, y aunque pudo haber eludido la condena, aceptó pasar un tiempo en la cárcel.
Su permanencia de varios meses bajo rejas le abrió los ojos respecto de la terrible condición espiritual de los presos y del desamparo legal que sufrían muchos de ellos. Esa experiencia lo llevó a formar a su salida el ministerio de “Prison Fellowship”, el primero de su género organizado en su nación, y que se extendió a muchos países, dando asistencia espiritual y legal a los presos. En el Perú dio origen a “Fraternidad Carcelaria” y otras organizaciones afines. El libro en que narró su experiencia, “Born Again” (“Nacido de Nuevo”), se convirtió en un best seller. Que un hombre con los antecedentes de Colson pudiera ser usado poderosamente por el Señor es uno de los milagros que hace la gracia.
Imposible resumir en unas pocas líneas la amplitud de actividades que desplegó Colson en los años subsiguientes. Mencionaré solamente, aparte de los más de una docena de libros que publicó, solo o en colaboración con otros autores, la fundación del “Colson Center”, que se dedicó a difundir lo que llamaríamos en español la concepción cristiana de la vida aplicada a la sociedad, organizando foros de discusión y promoviendo publicaciones; el programa radial diario de un minuto “Breakpoint”, iniciado en 1991, cuyo texto se enviaba por correo electrónico a todos los que se suscribieran (yo no he dejado de leerlo durante años), y en el que abordaba, desde la perspectiva cristiana, temas de actualidad, a veces candentes.
Por último citaré la “Declaración de Manhattan”, dedicada a afirmar la santidad de la vida, el matrimonio tradicional y la libertad religiosa, que ha sido firmada por más de medio millón de cristianos de todas las denominaciones.
Colson había librado algunos años atrás una denodada batalla contra el cáncer, de la que salió victorioso, y estuvo envidiablemente activo, pese a sus ochenta años, hasta pocos días antes de su muerte.



Amado lector: Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Para obtener esa seguridad tan importante yo te invito a arrepentirte de tus pecados, haciendo una sencilla oración como la que sigue:

   “Yo sé, Jesús, que tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres, incluyendo los míos. Yo sé también que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

#724 (29.04.12). Depósito Legal #2004-5581. Director: José Belaunde M. Dirección: Independencia 1231, Miraflores, Lima, Perú 18. Tel 4227218. (Resolución #003694-2004/OSD-INDECOPI).